VALÈNCIA. El sol se esconde, la luz cambia prácticamente cada segundo. Antes de que caiga definitivamente la noche, el cielo regala unos instantes de magia. Le llaman la hora mágica en el cine y la fotografía, y sucede de manera natural, gratis (todo lo bueno es gratis) y puede ser de varios colores. Es el crepúsculo del día, el principio del fin, y a la gente que es muy consciente, le da por emocionarse y hasta subir algo a Twitter. Un momento epifánico. Algo así le sucedió a Paco Zarzoso hace cinco años en el Teatro Romano de Sagunto, cuando vio un crepúsculo que le inspiró una idea: poner al público y a la dramaturgia al servicio de ese momento mágico.
Así ha nacido Festival al crepuscle, que se celebrará las noches del 23 al 26 de junio en Sagunto. Una propuesta singular de Hongaresa Teatre que busca ir más allá de encajar una propuesta escénica. Cuatro noches y cuatro disciplinas diferentes que aúnan artes escénicas y palabra. Si bien ocupan uno de los espacios más míticos y con un aforo grande, las representaciones serán en la ima cavea para acercar al público la dramaturgia. No habrá grandes escenografías, pero sí montajes que hablen por sí mismos. Espectáculos que también hablan del propio crepúsculo en su contenido, aunque sea como metáfora.
La apertura el 23 de junio comenzará con un concierto de campanas ofrecido a todo el pueblo desde el campanario de Santa María, con composición de Jesús Salvador “Chapi” y la colaboración de la Colla de campaners de Morvedre. A continuación y dentro del teatro, el músico, compositor y director de escena Xavier Albertí llevará a cabo una conferencia inaugural acompañada de piano que lleva por título La llum no es veu. Bach, que estará presente el último día, también invocará la figura del compositor Carles Santos.
El día siguiente, 24 de junio, se estrenará Història d'un senglar (o alguna cosa de Ricard), adaptación libre de Ricardo III de Shakespeare interpretado por Joan Carreras y escrito por Gabriel Calderón. Un monólogo que se ha podido ver en el Teatre Lliure de Barcelona y La Abadía de Madrid, y que recala por primera vez en la Comunitat Valenciana.
Lola López, co-alma mater de Hongaresa, desplegará el 25 un recital de poesía, Un país que mata a sus poetas. Un canto al olvido de los creadores y las creadoras arrumbados por la muerte o el destierro que se ha fraguado en torno a Federico García Lorca, Miguel de Unamuno, Antonio Machado y Miguel Hernández, grandes figuras españolas asesinadas, y Teresa de León, Zenobia Camprubí, María Zambrano, Concha Méndez y la pintora Maruja Mallo, que murieron en el exilio. Tras la experiencia de Encendidas, López vuelve a poner en el centro la poesía, y se rodea para ello de un equipo de otras cuatro mujeres.
La primera edición del festival concluirá con Afrikanbach, un espectáculo musical que combina la música del gran compositor alemán con las raíces de la música afro. El concierto, a cargo del músico Jesús Salvador “Chapi”, cuenta con para ello con el grupo de percusión Proletaris del ritme, el Orfeó Universitari de Valencia y el grupo de música tradicional africana Luna de África.
Aunque ayer fue presentada esta propuesta de cuatro noches en el Teatro Romano, Paco Zarzoso explica a Culturplaza que las ambiciones del festial son mucho mayores. Que continue en el tiempo y que se puedan ampliar los espacios de exhibición a otros lugares de alto valor patrimonial como puede ser La Nau o el Grau Vell. Todo esto sin que la luz deje de ser la protagonista y el eje central de esta propuesta, “inédita en el mundo”. El crecimiento no busca multiplicar o engrandecer el certamen, sino poder aprovechar y crear una agenda a través de estas propuestas.
En ese sentido, cree que “se viene a sumar”, cuando es preguntado por la relación con Sagunt a Escena, y contesta que: “El Teatro Romano es un espacio infrautilizado”, ya que el festival del IVC solo lo llena de vida durante poco más de dos meses al año, mientras los otros diez permanece únicamente como lugar de visita turística. “Todo lo que sea ampliar estas propuestas, será una buena noticia para la localidad”, comenta.
Además, señala que el Festival al crepuscle tiene un carácter “muy sostenible”, ya que al depender de la luz natural y de propuestas sin grandes montajes, la exigencia técnica desaperece, y la necesidad de logística y recursos es mucho menor.