El cantautor ilicitano nos habla de su segundo disco en solitario, que ha concebido como si fuese la banda sonora de una película ficticia. Una que transcurre en los años cincuenta, la época dorada del jazz y la bossa nova
VALÈNCIA. El pop infectado de bossa nova de Nacho Casado -que no nos remite a mantos de hojas caídas, sino a puestas de sol y brisa marina- ha irrumpido en nuestro otoño. “Amor, música y lágrimas” es el título del single con el que el cantautor ilicitano nos presenta su segundo trabajo en solitario, Cantando bajo el sol, que publicará el sello catalán Hidden Track el próximo 20 de noviembre. Un disco absolutamente embriagador con el que prolonga su idilio con los ritmos brasileños, pero añadiendo en esta ocasión instrumentos de cuerda y percusión.
Casado nos invita a interpretar este disco como la banda sonora de una película ficticia. “Podría describirte con escenas y personajes lo que ocurre en cada una de las canciones -asegura-, aunque a mí lo que me gustaría es que cada persona se monte en su cabeza su propia historia al escucharlas una detrás de otra”. “En mi cabeza es una película de los años cincuenta, que es una época que tengo muy idealizada, a pesar de que también fue una década con muchos problemas de racismo y machismo. La primera cara del disco es más alegre y luminosa, habla de cuando los personajes son más jóvenes y espontáneos. En la cara B, el protagonista, después de cumplir su sueño y viajar a Los Angeles y a París, después de conocer el éxito, empieza a darse cuenta de cómo es la vida en realidad. Al final, el disco habla sobre el paso del tiempo y el viaje hacia la madurez; de enamorarse ciegamente, de perderse y de volverse a encontrar. Y descubrir, al final, que el fracaso puede llegar a ser más importante que el éxito”.
Hay muchas referencias en el disco a la década de los cincuenta, empezando por el título del álbum, que no deja de ser un guiño al musical de Gene Kelly Cantando bajo la lluvia, o por la canción Lady Day, que es un claro homenaje a Billie Holiday. “Siempre me he imaginado cómo me sentiría yo si viviese en esa época. De hecho, siempre me han gustado más las cosas antiguas que las que ocurrían en mi tiempo. En plena era del grunge, yo escuchaba música de los sesenta casi todo el tiempo. Los años cincuenta me atraen particularmente porque es el momento en el que la bossa nova y el jazz alcanzaron su esplendor. Me inspira mucho esa decadencia extraña que se daba en Estados Unidos con los músicos de jazz, tan bien vestidos con sus trajes, aunque fuesen yonquis y muchos apenas tuviesen para comer. En fin, creo que tiene que ver con mi forma de ser. Digamos que vivo en una saudade constante (ríe). Por ejemplo, me cuesta mucho deshacerme de objetos, aunque no valgan para nada. Me da mucha pena, porque para mí todo tiene recuerdos. Por eso la bossa nova es un estilo perfecto para mí, con esos acordes séptima tan bonitos, que permiten camuflar la nostalgia que siento todo el tiempo. Me permite recrear estados de felicidad absoluta que he tenido en el pasado. Como cuando era pequeño y mi familia me llevaba a la piscina. Y llegaba el panadero con la furgoneta…”.
Si Verão, su anterior LP, era todo intimismo y desnudez -todas las cartas se jugaban a la magia de la voz, la guitarra y el contrabajo-, Cantando bajo el sol vuela más alto, musicalmente hablando. Además de batería y percusión (Zeke Olmo), se añaden a la fórmula los arreglos de Cosmotrio -Marta Iglesias (violín), Lorena García (viola) y Clara Molina (violonchelo)-, un trío de cuerda clásico conocido por sus colaboraciones con formaciones de pop como Los Planetas. El contrabajo y el piano que escuchamos fue grabado por Alejandro Tamayo, mientras que la guitarra clásica y la voz principal pertenece, como siempre, a Nacho Casado.
“Verão fue un disco muy casero porque lo compuse en un momento de crisis en el que no sabía si continuar publicando discos o si ya solo me interesaba hacer música para mí y para mis amigos. Cantando bajo el sol es un concepto diferente. Lo compuse yo solo en casa con la guitarra española, cantando los arreglos y grabándolos en audios de móvil que mandaba después al productor, Jaime Beltrán. El proceso de grabación que vino después en el estudio de La Resinera, en Granada, fue muy guay. Es una especie de casa estudio en el campo, y me fui allí con toda mi familia: Pilar, mi hijo y mis suegros. Hacía un frío que pelaba, y nos pasábamos muchas horas juntos delante de la chimenea. Es curioso, porque el disco suena mucho más majestuoso de lo que es en realidad. Porque los arreglos son sencillos (aunque preciosos) y lo grabamos apenas dos tomas. Me encanta el resultado, porque es un disco que suena muy vivo, con algunas cosas que se van un poquito de tiempo incluso, y sobre todo no suena demasiado producido. Es muy orgánico, desde que empieza hasta que acaba”.
Nacho Casado y su pareja, Pilar Guillén, se dieron a conocer en la escena musical nacional en el año 2011 gracias a canciones como “¿Tú me quieres?”, que todavía es su mayor éxito hasta la fecha. Ese proyecto musical, que bebía a partes iguales del folk clásico, el pop de los sesenta y el estilo americana, se llamaba La Familia del Árbol. Ficharon por Mushroom Pillow para grabar tres LP, y recorrieron durante años las principales salas y festivales de España y Portugal. Se decía de ellos que eran “la nueva revelación folk española”. Casi diez años después, la banda está en barbecho y Casado no ha llegó nunca a dejar su trabajo como diseñador gráfico en una empresa
¿Qué experiencia extrajo Nacho Casado de aquellos años en La Familia del Árbol? “Hubo un momento, allá por 2002, en el que Pilar y yo nos planteamos ir a vivir a Madrid, que es donde estaba nuestro sello. Al final no lo hicimos porque Pilar tenía un trabajo fijo en Elche, y nos atrevíamos a soltar la seguridad económica que teníamos. En aquella época yo era un chaval de pueblo muy ingenuo. No sabía todavía que en el mundillo este del “falso indie” que se creó en España, y que es donde nos metieron, solo cuatro viven bien. Desde fuera, como chico de Elche al que le gustaba la música, yo pensaba que cuando un grupo sale en las revistas de música importantes y ficha por un sello conocido, ya estaba dentro. Pero cuando me metí más profundamente en ese mundillo vi la precariedad que hay detrás de todo ese relumbrón. De la Familia del Árbol decían todo el rato cosas como que éramos la gran esperanza del folk español… todo mentira. Al final, si no se venden discos…Fue una desilusión, la verdad, y ahora que ya han pasado los años y soy más veterano, todo ese mundo me da pereza. Ni siquiera se produjo un punto de inflexión en mi carrera como músico cuando Damien Jurado, que viene a ser una especie de nuevo Neil Young americano, me escogió para telonearle en su gira por España en 2018. Este un circuito extraño que se mueve con variables que no puedes controlar. Al final, de todo eso he aprendido a centrarme en mi proceso creativo”.
La única fecha confirmada por el momento para la presentación de Cantando Bajo el Sol es el 9 de diciembre en la sala Apolo de Barcelona. El evento, que ha sido bautizado con el nombre de uno de los discos de Alberto Montero, reunirá al cantautor de Puerto de Sagunto -que acaba de publicar El Desencanto-, con Nacho Casado y el cantautor catalán Daniel Lumbreras, que presentará su último trabajo, Cinematic.
No es tanto la amistad entre ellos lo que les une en este concierto, sino un cierto sentido común de la mediterraneidad que les aproxima musicalmente. “La idea de reunirnos a los tres ha sido cosa de Hidden Track, que por cierto es el mejor sello en el que he estado nunca porque son todo chicas. Y es que es increíble… con las mujeres las cosas siempre se hacen mejor, de forma más inteligente, y más rápida. El caso es que juntarnos a los tres me parece muy buena idea. Yo a ellos solo los conozco por sus canciones, pero sí que es cierto que los tres representamos nuevas maneras de crear sonidos mediterráneos, aunque bebamos de fuentes diferentes. Creo que de forma no premeditada se está generando una especie de escena de artistas con una impronta similar. Y ojalá salgan en el futuro más conciertos conjuntos como el de Barcelona”.