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PERIFERIAS MUSICALES

Nacho Marco: "Si no siento algo especial cuando escucho una maqueta no acepto el encargo de producirlo"

Continuando nuestro particular recorrido por la producción musical generada en Valencia, esta semana hablamos con una de las figuras más destacadas de la electrónica contemporánea

11/08/2016 - 

VALENCIA. Nacho Marco (Valencia, 1976) es uno de los dj’s y productores más precoces y prolíficos de la escena electrónica española, aunque su presencia en el ámbito del pop es cada vez mayor. También es uno de los mezcladores mejor posicionados fuera de nuestras fronteras. Marco, que suma además otras interesantes facetas como la de profesor en Berklee Valencia y propietario del sello Loudeast Records y Warm Studio, desentraña para Cultur Plaza los entresijos de su oficio, como ya hicieran en anteriores entregas Fernando Boix y Manuel Tomás. 

-¿Recuerdas cuándo llevaste tu interés por la música al siguiente nivel y comenzaste a fijarte en el sonido?
-Supongo que fue una cuestión de necesidad. Lo primero que tuve en mi estudio, a parte de dos platos y una mesa de mezclas de DJ, fue una caja de ritmos, un sintetizador y dos platinas con las que montaba los temas haciendo overdubbing, por lo que cada vez que añadía una pista nueva iba perdiendo calidad en la grabación (después de la cuarta pista en un cassette aquello empezaba a soplar y perder definición por todas partes). Creo que fue entonces cuando me pregunté: “¿Cómo puedo hacer todo esto sin perder calidad?” y empecé a investigar hasta que descubrí que todo lo que necesitaba para mejorar era un secuenciador, un dat, una mesa de mezclas de estudio y un par de procesadores.

-Empezaste a producir tus primeros temas en 1999, en los estertores de la Ruta del Bakalao (poco quedaría de ella por aquel entonces). ¿Cómo ha cambiado la manera de trabajar en estos 20 años?
-Sí, quedaba poco pero había dejado un poso bastante negativo, sobre todo para los que éramos DJs de otros estilos alejados de lo que se pinchaba en la ruta. Recuerdo que cuando empezamos a salir fuera de Valencia, mi primer manager (Antonio J. Albertos) llamaba a los clubs del resto de la península para ofrecerme y los promotores directamente le contestaban “No, de Valencia no queremos saber nada”, sin ni siquiera preguntar por el estilo que pinchaba o producía. La cosa cambió cuando mi música empezó a llegar a través de sellos de fuera de España, cosa que no es de extrañar si tenemos en cuenta que somos un país importador.

La forma de trabajar ha cambiado mucho en veinte años; ahora es todo más digital. Antes se utilizaban grabadores multipista y la edición era mucho más tediosa, procesadores de dinámica y efectos externos, mesas analógicas, todo costaba más tiempo… hoy en día el proceso es mucho más digital y rápido, aunque hay que decir que cada productor tiene sus manías. Hay gente que prefiere seguir trabajando en analógico, gente que se ha pasado al digital y gente que utiliza ambos. Yo me incluyo en este último grupo; me gusta disfrutar de lo mejor de cada entorno, hay procesos analógicos que en mi opinión son irremplazables, y no cerrarme a nada, porque el entorno digital ofrece muchas ventajas que aligeran el trabajo, es muy cómodo poder salvar una mezcla y poder recuperarla cuando quieras para seguir retocándola… aunque si abusas de esto puedes acabar por no terminarla nunca. Por eso parte del proceso en mi estudio es analógico y parte digital.

-Ya que sacamos a colación la Ruta del Bakalao… en aquella época Valencia se convirtió en la meca de la música electrónica en España. Aparecieron muchos sellos pequeños, dj’s e imagino que también productores. ¿Se llegó a forjar un “sonido valenciano” como tal?
-Sí que había un “sonido valenciano” y me parecía interesante por ejemplo el trabajo que hicieron Megabeat a principios de los 90. En realidad yo comencé mi carrera más adelante (1999) y no quise que se me identificara con el sonido que se producía aquí porque el mío era distinto, deep house de raíz americana y centroeuropea, por ello centré el trabajo de mi sello Loudeast Records en un mercado más internacional.

-Quizás tu faceta más conocida corresponde a la electrónica, pero a lo largo de tu trayectoria has trabajado para muchos artistas de otras latitudes musicales. Nombres tan diferentes entre sí como Shakira, Marc Almond o Groove Armada. ¿A la hora de mezclar o producir, es muy diferente hacerlo para música electrónica que para rock o pop?¿Tienes alguna predilección en este sentido?
-La verdad es que no tengo predilección por ninguno, me siento muy cómodo en ambos campos. Mi background es electrónico casi al 100%, así que cuando decidí dar el salto a la producción acústica tuve que adaptarme y conseguir hacer en poco tiempo todo aquello que en el terreno electrónico no me suponía tanto trabajo, como por ejemplo trabajar la dinámica de la batería o el bajo. Una cosa que me gusta mucho del pop son los tiempos de los temas, con una media de 3:30 minutos lo tienes todo solucionado. Esto es un alivio viniendo de la electrónica, donde el tiempo medio de un track son 7 minutos y muchas veces te encuentras estirando partes de una canción sólo para hacerla más “pinchable”. En el pop te encuentras otros problemas, pero no este, ya que las estructuras son más comprimidas, los desarrollos son mucho más rápidos. En realidad todo esto suponía un reto para mí al principio. Creo que por eso decidí hacerlo, me gustan los retos.

Estudio con Simon Mills de Bent

-A la hora de producir, ¿hay alguna norma invariable, sea cual sea el género musical del que hablemos?
-Supongo que para mí la premisa es siempre conseguir que aquello en lo que esté trabajando tenga cierta “pegada” y que el sonido en general del disco tenga claridad y personalidad, aunque lo segundo es algo que varía mucho de un proyecto a otro. Siempre se me ha reconocido por la mezcla de mis baterías y bajos en el terreno electrónico, por eso siempre presto especial atención a estos elementos en el terreno acústico, tanto en el campo de la ecualización como en el de la dinámica… Cueste lo que cueste siempre haré que tengan esa solidez que me caracteriza y buscaré la personalidad de la banda a través de su sonido, hablando mucho con los músicos, escuchando bandas que les gusten e intercambiando opiniones. Quizás esa sea mi norma básica.

-¿Has tenido alguna vez un problema de criterios irreconciliables con un artista?
-Siempre habrá criterios distintos en una producción, pero parte del trabajo del productor es solucionarlo de la mejor forma posible. No he tenido ese problema, pero reconozco que unas veces cuesta más que otras sintonizar con los artistas; a veces los puedes llevar a tu terreno o consensuar criterios rápidamente, y otras hay que limitarse a darles lo que están buscando de la forma más profesional.

-¿Tienes algún criterio concreto a la hora de aceptar un trabajo? 
-Sí, tengo que sentir algo al escuchar la maqueta; tengo que creer en el proyecto que voy a producir. Si no, no lo acepto. En mi opinión la música es algo que nunca se debe forzar, tiene que salir de dentro. No cojo proyectos de “recreación” de algo que ya existe, no creo en ellos.

-¿Qué aspectos crees que te definen como productor? 
-Suelen decir que mi sonido es muy de los ochenta; supongo que no puedo evitarlo porque mis influencias vienen de ahí. Imagino que lo dicen porque me gusta mucho utilizar cajas de ritmos, y no sólo de los años 80 sino también de otras épocas y me gusta programarlas internamente sin tener que dispararlas externamente, es más complicado pero el resultado es totalmente distinto. Creo que el uso de sintetizadores analógicos, el exceso de chorus y las guitarras dobladas también me delatan en ese sentido.

-¿Cuál es el trabajo del que te sientes más satisfecho?
-El álbum de Lost Tapes “Let´s Get Lost”. Fue un placer trabajar con Pau y Raúl y que confiasen en mí para producir su álbum de debut. Si tuviese que quedarme con un tema sería “Go For The Round”, que fue el primer single. Ahora mismo estoy terminando los dubs del disco, idea que se nos ocurrió a Pau y a mí como tributo al trabajo de Martin Rushent con Human League en el álbum “Love & Dancing”.


-Dado que has colaborado con multitud de artistas y productores de otros países, ¿cómo ves el nivel en España en cuanto a técnicos de sonido?
-Creo que tenemos muy buenos profesionales en nuestro país. Gente muy preparada y algunos con un recorrido destacable.

-¿Tienes algún productor fetiche en la actualidad?
-Me gusta mucho como está produciendo Mark Ronson, aunque mis dos productores fetiche a día de hoy siguen siendo Brian Eno y Nile Rodgers.

-¿Podrías citar cinco discos de cualquier momento de la historia cuyo trabajo de producción creas que es impecable? 

1. Harold Budd / Brian Eno “Ambient 2 (The Plateaux Of Mirror)” EG 1980 : Por la originalidad y la capacidad de innovar y romper barreras en su momento, por sus texturas y por el brillo y sencillez de sus melodías; por ese soplido antes molesto y ahora necesario que se escucha durante todo el álbum, y por conseguir tanto con tan poco. Para mí sigue siendo la obra cumbre de Brian Eno en su etapa ambient por encima de “Ambient 1 (Music For Airports)”.

2. Beck “Morning Phase” Capitol 2014 : Por la nitidez, la calidez y el brillo de su mezcla y unas reverbs que casi se pueden tocar con la mano. Un Grammy más que merecido por un álbum que se puede escuchar de principio a fin en modo loop sin que canse ni un segundo.

3. Depeche Mode “Violator” Mute 1990 : He decidido incluir este y no “Exciter” en mi lista pese a que cualquiera de los dos valdría. Al final me decanté por “Violator” por la brillante producción de Flood, la potente mezcla de Francois Kevorkian en Axis Studios, por gustarme todos los temas del álbum y por incluir “Enjoy The Silence”, que en mi humilde opinión es una de las mejores canciones pop que jamás se haya escrito. Es uno de esos discos que siempre tengo que escuchar de principio a fin sin saltar ni un solo tema.

En sesión con el ingeniero Chris Wainwright en el AKSS Studio de Berklee College of Music - Valencia Campus

4. Patrice Rushen “Straight From The Heart” Elektra 1982 : Por ser un álbum lleno de hits con una producción impecable; por haberlo cantado y tocado en gran parte la propia Patrice, a quien he tenido hace poco el placer de tener como invitada en mis clases en Berklee College Of Music; por el inimitable brillo del las palmas en “Forget Me Nots”; por el solo de Rhodes de “Remind Me”; por ser un disco que he pinchado y escuchado hasta la saciedad, y aún así me sigue inspirando.

5. Steely Dan “Aja” MCA 1977 : Supongo que este necesita poca explicación por mi parte, es un clásico en toda regla, impecable en todos los sentidos tanto a nivel de composición e interpretación (juntando en el mismo disco a gente como Joe Sample, Lee Ritenour o Wayne Shorter con los propios Fagen y Becker) como de producción y mezcla (incluyendo a Elliot Scheiner y Al Schmitt en la amplia paleta de ingenieros). Me enamoró la primera vez que lo escuché y vuelvo a él cada cierto tiempo.

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