El cantante y compositor asturiano regresa a València para volver presentar las canciones de su último disco, Violética, junto a su cancionero habitual.
VALÈNCIA. "Intento volver a empezar con cada disco; intento librarme del pasado, de los aciertos, de los errores, de las etiquetas, de las disciplinas, etc. Lo intento”. No es una cita de Nacho Vegas, el epicentro de esta pieza dedicada por completo a su evolución, pero bien vale la pena rescatarla para que atestigüe la universalidad del cambio. El camino hacia delante. Lo expresaba Enric Montefusco en esta misma tribuna allá por 2014, en mitad del ocaso de Standstill; y, sin embargo, es perfectamente válido hacer un ejercicio de ventriloquía musical entre ambos personajes, y poner las palabras de uno en la boca del otro sin que eso le reste una partícula de verosimilitud a las mismas.
Ese eterno retorno de lo extraño, ese camino inhóspito explorado en cada nueva colección encaja de forma ideal, también, con el desarrollo de los acontecimientos musicales de Nacho Vegas. Desde que inició su carrera en solitario a finales del siglo XX y principios del XXI, el músico y cantante asturiano no ha dejado de crecer y de cambiar, no tanto en lo formal como en la raíz del mensaje; lo de revolucionar su camino musical ya lo hizo cuando pasó del noise y el post rock de los 90 (Eliminator Jr., los ínclitos Manta Ray) a la música de cantautor. De la misma forma que entonces supuso una ruptura, la evolución de su imaginería -del centro de su escritura- desde que emprendió camino en solitario en el convulso cambio de siglo ha sido notable. Menos acusada, pero igual de destacable.
Nacho Vegas estará en València el próximo 25 de enero para actuar en la Sala Moon como parte del ciclo Naranjas Sonoras (que incluye también los conciertos de Xoel López y de La Sonrisa de Julia el 2 y el 16 de febrero, respectivamente).
“La idea de que somos producto de nuestro entorno es nuestro pecado más grande; somos producto de nuestras decisiones”. Lo dejó dicho Margaret Mead, antropóloga pionera de la primera mitad del siglo XX, y lo cierto es que en el caso de Nacho Vegas parece cumplirse en todo momento. Cuando el músico abandonó Manta Ray en los 90, pocos elementos existían en el entorno musical nacional que invitaban a iniciar una carrera como cantautor; en medio de la mejor década del indie en España, Vegas decidió apartarse del noise para presentarse en los escenarios en solitario, sólo con una guitarra acústica. En cierto modo es bastante comprensible que bautizara a su primer disco con Actos Inexplicables (2001).
Con sus anteriores referencias había pasado por Elefant, Subterfuge, Astro y Acuarela, y así empezó su idilio en solitario con Limbo Starr, poderosa catedral del indie patrio en aquellos años. Con el sello madrileño publicó cinco discos y contribuyó a recuperar el encanto de las entregas ligeras con otras tantos EPs. Sus obras más turbias y densas pertenecen por completo a aquella época: a su debut le siguieron los magistrales Cajas de Música Difíciles de Parar (2003) y Desaparezca Aquí (2005), cumbre del género en el siglo XXI. Fue, además, su época más prolífica: entre 2001 y 2009 publicó diez referencias discográficas (siete discos y tres EPs). En 2006 y 2007, además, se atrevió con las colaboraciones y publicó dos colecciones desiguales con Enrique Bunbury y Christina Rosenvinge.
El final de su primera época en solitario coincidió con la publicación de su último disco con Limbo Starr (a El Manifiesto Desastre, en 2008, le siguió el EP El Género Bobo en 2009). La ruptura con el sello que publicó sus primeros discos en solitario tuvo el segundo acto en el alumbramiento de su propia discográfica; Marxophone se ha convertido, con el tiempo, en un pilar para todos aquellos grupos que quieren apartarse del camino habitual (Pablo Und Destruktion, Acuario, Mucho). Una vez más hay que regresar a las palabras de Margaret Mead: somos producto de nuestras decisiones.
“Obtuve un premio por miedo a padecer de cinco años de indolencia”. Lo cantaba el propio Nacho Vegas en ‘La Gran Broma Final’, una de las mejores canciones de su nueva época, a la altura de su cancionero original. La Zona Sucia, el disco para el que levantó una discográfica, empezaba a dar pequeños destellos de la conversión de Vegas; con aquella colección de 2011 -reconocida como mejor disco del año en los Premios de la Música Independiente, signifique lo que signifique eso-, el cantante empezaba a mirar más allá de su ombligo y del que se le pudiera encontrar al amor en algún momento. “Y cuando el huracán de noche lo arrasó todo, tu carita al despertar creo que era de perplejidad”, entonaba Vegas junto a un coro de voces infantiles en ‘Perplejidad’ y no era más que el reflejo de una realidad.
Aquel disco fue el acto oficial que representó el cambio del cantante. NV cortando la cinta e inaugurando la nueva era. Su nueva era; una en la que él ya no era lo más importante, ni tampoco ella. La confirmación para los incrédulos no se hizo esperar: no había acabado 2011 cuando Vegas publicaba su EP Cómo Hacer Crac, una referencia que se enmarcaba en el entorno del 15M y la Fundación Robo -proyecto musical colectivo que trabaja alrededor de la canción populista, como ellos mismos dicen-. La determinación del entorno que criticaba Mead empieza a ganar algún punto más aquí; aunque muchos otros músicos decidieron ignorarlo -aún hoy siguen así-, por lo que todo vuelve al origen de la idea de la antropóloga.
La revolución conceptual de Nacho Vegas no se quedó en los fuegos artificiales que disfrutaron muchos hijos de aquellos tiempos. Como una especie de premonición que viene del pasado para tocar a tu puerta, aquella frase que cantaba en ‘Sólo Viento’ (Cajas de Música Difíciles de Parar, 2003) se transubstanció en forma de cantante del pasado: “oí la voz de una mujer diciendo ‘no puedes seguir siempre siendo sólo viento’”. Y así ha sido desde que inauguramos esta década que ya arranca su última temporada. El carácter político y social de las nuevas canciones de Nacho Vegas se ha diseminado a través de todas sus publicaciones desde 2011. Resituación (Marxophone, 2014) y el EP Canciones Populistas (Marxophone, 2015) certificaron la renovada realidad del cantante, cuyos focos habían cambiado de dirección.
La culminación de este nuevo trayecto, a día de hoy, es Violética, el disco que ya presentó el año pasado en el Palau de la Música de València. En ese disco doble, no por casualidad perlado de colaboraciones de voces de mujer -Maria Rodés, Christina Rosenvinge, Cristina Martínez-, NV desarrolla una nueva referencia marcada por las decisiones; entre otras, la de abrazar la inspiración de Violeta Parra con todas sus terminaciones, y la de continuar reforzando una posición de la que ya nadie tiene ninguna duda (como cuando canta sobre los CIEs o incluye entre sus créditos al Coru Antifascista Al Altu La Lleva).
El power dúo gallego presentará su tercer LP, Maleza, el próximo 10 de febrero en la sala 16 Toneladas. Les acompaña la banda de metalcore valenciana Diàspora, que también estrena disco, Despertar o morir