En la obra de este valenciano, que dibuja con el móvil, cabe una particular visión del trabajo, el arte y las redes sociales
VALÈNCIA. Nada como las vísceras para hacer arte; nada como desprender autenticidad. Nada Dabuti es el nombre tras el que se encuentra Rafa, un ilustrador que, en pocos meses, ha sabido congregar a una legión de seguidores a partir de las viñetas que cuelga en Instagram. Poco se conoce qué hay detrás de las ilustraciones, aunque son transparentes como el agua cristalinas y cuentan contundencia la particular visión de su creador sobre el trabajo, el arte o las redes sociales.
Nada Dabuti se sienta un rato con Culturplaza en un kebab-cervecería de Benimaclet. Es su barrio, lo que le rodea como hogar, amigos y trabajo. Lo que inspira cada una de sus ilustraciones. Todo empezó con un mal curro. Cuando, aún como estudiante de Bellas Artes, le tocó dejar lo que estaba haciendo para tener un trabajo que le absorbía su vida pero que necesitaba para subsistir: "vivía para trabajar, no tenía tiempo libre, y me vi en un momento vital en el que necesitaba expresarme", explica. Con ese contexto espacio-temporal-vital, Nada Dabuti echó a andar sin más pretensiones que la de crear un espacio de libertad en medio de su inestabilidad.
Lo hizo de la manera más visceral posible, con el aerógrafo de una aplicación para editar fotografías que tenía en el móvil. Descubrió que podía hacer dibujos, diferentes capas, escribir... Convirtiéndose así en la antítesis artística de al también valenciana Concha García Zaera en el uso del Paint. Empezó en marzo a hacer sus dibujos en los viajes de ida y vuelta al trabajo y como la espuma, en tan solo unos meses, ya tiene casi 20.000 seguidores.
¿Su secreto? La visceralidad, la honestidad, hablar de los problemas de una generación que parecen ser más crónicos que producto del ciclo económico: inestabilidad emocional, precariedad laboral, perspectivas nulas de mejora, aspiraciones más o menos vacías, hedonismo para combatir la hostilidad de la sociedad... De todo esto van cada una de sus ilustraciones. Con una poesía sin pedanterías ni grandilocuencias. Las viñetas las protagoniza él mismo (habitualmente) porque, aunque las comparta con la gente, no dejan de ser un producto de él para sí mismo, para decirse las cosas sobre las que, sin una vía de escape, los humanos solemos auto-mentirnos.
La obra de Nada Dabuti, sin embargo, no son únicamente lo que expresan, sino el producto del aprendizaje vital de su paso por Bellas Artes o su perspectiva del mundo en el que vive. Preguntarle por su perspectiva de cuestiones más periféricas a su obra acaba abriendo una puerta de lo más interesante.
Tal vez la que más tenga clara sea su gestión de la marca Nada Dabuti: "yo quiero poder aprovechar lo que a la gente le gustan mis dibujos para poder explotar Nada Dabuti en los proyectos que más me vayan gustando. No quiero encasillarme en hacer las viñetas únicamente", explica. Una de las salidas que quiere explorar es el del tatuaje, pero ya ha hecho camisetas y advierte que muchos días le llegan peticiones de colaboraciones "muy interesantes".
Sobre Instagram, la red social en la que está desarrollando todo, lo tiene claro: es un arma de doble filo. "Te permite promocionar tu trabajo en el lugar en el que buscan todo nuestra generación. No podría pensar hace unos años poder tener la visibilidad que tengo ahora mismo", explica. Pero: "hay que tener mucho cuidado, porque un día estás y como no vayas alimentando a la bestia, puedes desaparecer. Yo dibujo y publico cuando quiero, y no tengo en cuenta ni las horas ni los días a los que tengo que subir las cosas, ni la periodicidad, ni me guardo los dibujos para no subir más de uno al día...", cuenta.
Y sobre Bellas Artes, habla de la carrera sin mucho apego, pero sabiendo lo que ha aprendido de esta: "me ha servido para saber qué es lo que no iba queriendo, y eso me hecho encontrar finalmente qué quiero hacer. Es un aprendizaje brutal el pasar por todas las disciplinas, aunque también le veo lagunas en herramientas que como artista he ido necesitando y no tenía", comenta.
De paso, también habla del triunfo del feísmo, en el cual se enmarca su obra: "cuando entré a Bellas Artes, entendía que solo las cosas muy bien elaboradas podían ser una buena obra de arte, pero el feísmo está demostrando que no, que no hace falta tanta técnica -que también- como contenido y saber llegar a la gente. El público es sabio: ¿cómo se le va a decir a alguien qué está bien y qué está mal que le guste en el arte?", opina.
Este es Nada Dabuti. El hombre detrás de la viñeta, que en realidad es transparente. Ante la pretenciosidad de muchos artistas que desarrollan su trabajo en las redes sociales, tal vez la fórmula mágica sea ser sincero, visceral, despreocupado y tener un proyecto artístico, que no de fama.