NAVAJAS. El aumento general de las temperaturas ha provocado este año que uno de los productos más exclusivos que da la tierra, y que ya tenía un uso culinario hace más de 1.000 años, vea mermada su producción y su calibre. Es el tuber melanosporum, o lo que es lo mismo, la trufa negra, un hongo que está en estos momentos en pleno proceso de recolección y que tiene en las comarcas de interior de Castellón y en el vecino Teruel, dos de las zonas más preciadas por los productores y consumidores de trufa.
Es el producto que ha unido comercialmente a dos amigos, uno de Navajas, José, y otro de Segorbe, Víctor. "Siempre habíamos tenido la idea de montar algún negocio juntos, algo que encajara con nosotros y con vistas y proyección de futuro", explica el primero. Así nació en noviembre de 2019 Segortrufa, una firma con el objetivo de comercializar ese nutritivo alimento que tiene decenas de plantaciones tanto en la zona del Palancia como en los montes de Teruel. "Conocemos el mundo de la trufa ya que tenemos varios amigos en común que tienen plantaciones de carrascas en localidades como Barracas o El Toro, así que tras hablar con ellos nos pusimos manos a la obra", añade.
El primer año de funcionamiento fue, sobre todo, de toma de contacto y, aparte de Francia y algunos otros países de Europa, una buena parte de la producción se quedó en España. "Nos centramos en el mercado nacional, y aunque coqueteamos con Francia, nos pilló la pandemia y todo se ralentizó", afirma. No obstante, Segortrufa ha tenido un crecimiento sostenido, e incluso exponencial, tanto que muchos restaurantes con estrella Michelin, de España, Francia y Estados Unidos, elaboran sus platos trufados con el producto que compran en la firma ubicada en Navajas.
El incremento de las exportaciones ha supuesto que en tan solo tres años el 90% de la producción se vaya al mercado exterior. "Al principio nos centramos en Europa y ya en el último año hemos abierto el campo a todo el mundo con ventas a diversos países de América, Asia y Emiratos Árabes". José señala, además, que la posibilidad de hacer estos envíos es gracias a que "nuestros envíos son todos refrigerados, con envases de cobertura de poliespán y con un acumulador de frío que genera una atmósfera para que la trufa viaje con temperaturas de entre 5 y 8 grados durante 72 horas".
El trabajo realizado durante estos años ha dado sus frutos. Poco a poco "muchos clientes ya vienen a buscar nuestras trufas", asegura José, que junto a Víctor, cada día selecciona y envasa las trufas que más tarde llegan a los clientes de todo el mundo, ya sean mayoristas o restaurantes. "Nuestro trabajo es más intenso a partir del viernes, ya que es cuando se activa el mercado de la trufa y el agricultor vende su producto", explica. "Así que nos pasamos el fin de semana seleccionando el producto y envasando para atender las necesidades del cliente y el lunes hacer los envíos, añade.
En principio, la producción de este año será menor que la del ejercicio anterior, debido al tiempo seco y caluroso que ha habido hasta noviembre. Sin embargo, uno de los impulsores de Segortrufa comenta que "hasta ahora nosotros no hemos tenido problemas para vender nuestra producción e incluso hay años que es complicado tener mercado para toda la trufa", dice. La empresa ha multiplicado por 10 el volumen de venta de trufa en los últimos tres años.
En este sentido, la época de la pandemia también sirvió de aprendizaje y vieron que otra línea de negocio era la de la industria que elabora productos trufados, como son los quesos, las mermeladas, etcétera, a la que también sirven. Otra de las aristas de Segortrufa es la venta de productos tradicionales con trufa como queso, mermeladas, miel o brandy, que elaboran para ellos empresas artesanales de la comarca. No obstante, esta línea de negocio es la de menor trascendencia en los resultados de la firma, que quiere centrar su actividad "en potenciar la venta de trufa y abrir nuevos mercados", explica José.
El responsable de la firma ubicada en el Alto Palancia asevera que "el objetivo es seguir creciendo poco a poco y no se descarta la necesidad de tener que contratar a personas, los cuales serían de la comarca, obviamente, ya que nuestra filosofía es favorecer a los comercios y negocios de proximidad". Así, "lo bueno de emprender esta iniciativa también es darle actividad a la comarca y ver que un negocio abierto en una zona rural lleva su producto a todo el mundo", concluye.