VALÈNCIA. Hace un año de la declaración del estado de alarma. Un marzo de 2020 que supuso un cambio de época pero también la cancelación apresurada de la fiesta valenciana más reconocida: las Fallas. Una situación que se ha ido alargando a base de altibajos hasta llegar a marzo de 2021, con unas perspectivas que no son mucho mejores ni para los falleros ni para los negocios que se dedican a proveerlos. Las fiestas han vuelto a ser borradas del calendario por culpa de la covid-19, y ya van dos años sin que los monumentos, la pólvora o la música puedan salir a la calle para dar ese balón de oxígeno que el sector tan desesperadamente necesita.
Recientemente, la Generalitat Valenciana ha puesto en marcha una línea específica de ayudas para el sector fallero. Esto es, artistas, pirotécnicos, indumentaristas, orfebres y otros muchos profesionales que basan el grueso de su negocio en la fiesta valenciana. Dichas subvenciones se enmarcan dentro del Plan Resistir, y cuentan con un presupuesto global de 7 millones de euros. Por su parte, cada beneficiario puede optar a un máximo de 7.000 euros.
Ahora bien, ¿llegan estas ayudas a tiempo? ¿Son suficientes para paliar la difícil situación que atraviesan los negocios arraigados a las Fallas? ¿Cómo están afrontando el duro embiste de la crisis del coronavirus? ¿Pueden ver la luz al final del túnel? Recorremos tres ciudades con una fuerte tradición fallera para saber la opinión de sus profesionales.
En el caso de Torrent, la situación no ha sido fácil. Con un total de 29 comisiones, la capital de L'Horta Sud es una de las ciudades más falleras del área metropolitana de València. Así, no es de extrañar que estuviera nutrida por un buen número de negocios dedicados a la fiesta. O, al menos, lo estaba hasta que estalló la crisis del coronavirus: ha pasado de haber 9 tiendas de indumentaria a tan solo 4. Una cifra que ya deja entrever lo complicado que ha sido este año de inactividad para quienes se dedican a vestir a los falleros y falleras.
Sergio Esteve, dueño de una de las tiendas que todavía resisten, es tajante: "Mi facturación ahora mismo es del 2%", reconoce sin complejos. "Lo que gano no me da para pagar ni la luz ni el alquiler". Así, explica que los sectores falleros han podido de beneficiarse de algunas ayudas genéricas destinadas al pequeño comercio: 1.500 euros de la Generalitat para pagar los gastos corrientes y el alquiler, y otros 500 del ayuntamiento por el mismo concepto. Sin embargo, considera que las subvenciones específicas para el sector tendrían que haber llegado mucho antes.
"Nos reunimos con el ayuntamiento, pero no hubo suerte", ha recalcado. En este sentido, cabe recordar que el consistorio de Torrent puso en marcha una línea de de ayudas de 60.000 euros para que fueran las comisiones falleras quienes las gestionaran. Es decir, era un dinero que se ingresaba a las comisiones para que pagasen gastos como el casal pero también otros como el monumento o la pirotecnia. "El problema es que mis servicios no los contrata la comisión, el traje se lo compran los falleros individualmente. Así que a los indumentaristas no nos ha tocado ni un euro de esa subvención", ha lamentado Esteve.
En cuanto a las ayudas de la Generalitat Valenciana, que se podían pedir hasta el día 15 de marzo, también ha señalado una serie de dificultades: "Es muy difícil demostrar que tú eres un sector tradicional porque esa categoría profesional no existe como tal. Yo por ejemplo me dedico al textil a ojos de la administración, como si cosiera pantalones vaqueros. Luego, otros compañeros son zapateros o se dedican a la bisutería, cuando en realidad hacen alpargatas u orfebrería. No existe una categoría que englobe al sector de las Fallas y eso nos causa muchos problemas, porque yo tengo más en común con ellos que con una tienda de ropa".
Y continúa: "Que no exista esa categoría ha dado también muchos problemas a la hora de pedir las ayudas. Yo al ser considerado como una tienda de ropa me decían que no había estado tan afectado por la pandemia, porque teóricamente sí que puedo abrir y vender todo lo que quiera dentro de los horarios establecidos para el comercio. El problema está en que yo puedo abrir, pero si no hay Fallas no vendo nada, porque mi material está estrechamente ligado a esa fiesta", concluye al respecto.
Finalmente, el problema se resolvió ofreciendo la subvención de la Generalitat Valenciana a todos aquellos negocios que estuvieran dentro de los sectores oficialmente reconocidos como artesanos: desde alpargateros hasta camiseros, pasando por pirotécnicos y buñoleros, entre otros muchos.
"El otro día estaba hablando con un compañero que cosía en su casa, y ha tenido que volver a su oficio de cocinero porque ya no podía seguir afrontando gastos como el de autónomo solo con los trajes de fallera", relata Esteve. "Luego, aquí en Torrent también teníamos tres artistas falleros. Sé que algunos de ellos se han puesto a pintar casas para poder seguir adelante". "En teoría ningún negocio ha cerrado para siempre, pero tampoco saben cuándo volverán, o si podrán hacerlo. A lo mejor en 2022 tenemos Fallas, pero es muy posible que no sean como las conocemos hasta ahora. La incertidumbre es muy grande", apuntilla.
La maquinaria de la fábrica de Bernat Chordà, Artesania Maria Teresa Albuixech, hace casi un año que echó el freno. Este negocio, que lleva cuatro décadas abierto en Alzira, se dedica a la confección de manteletas de fallera. Sin embargo, la llegada de la pandemia y la anulación de las Fallas ha llevado a cero su producción. Y una situación muy similar viven el resto de fabricantes y tiendas de indumentaria valenciana ubicadas en la capital de la Ribera Alta.
Ocho establecimientos, entre fabricantes y vendedores, conformaban este entramado indumentario en las calles de Alzira, donde las tradicionales fiestas valencianas tienen un arraigo muy destacado. Pero, con la llegada del coronavirus, dos de ellas han tenido que echar el cierre de manera definitiva, y otras dos de manera temporal. "En todo el año no hemos fabricado nada. Nuestros clientes son las tiendas de indumentaria de València, Alicante, Castellón e incluso Zaragoza. Y, desde que anularon las Fallas el año pasado, he visto como muchos han tenido que cerrar", confiesa Bernat. Su negocio sí que continúa activo, pero tiene a todas sus trabajadoras en ERTE. Ahora intenta reinventarse, aunque de manera insuficiente, confeccionando mascarillas con motivos falleros.
Entre las complicaciones a las que tiene que hacer frente el sector, Bernat destaca las particularidades de su actividad: "El problema es que no nos dedicamos a hacer prendas de ropa, sino una indumentaria directamente ligada con la celebración de unas fiestas que han sido anuladas". En este sentido, reivindica que pese a que oficialmente no tienen restricciones sanitarias para ejercer su trabajo, como les podría ocurrir a otros sectores como la hostelería o el ocio nocturno, el contexto les impide llevarlo a cabo.
"No tenemos impedimentos para trabajar porque no han limitado nuestra actividad, pero mi empresa, mi maquinaria y mi personal está enfocado a un trabajo muy concreto: hacer indumentaria valenciana. Y si las fiestas en las cuales se utilizan están anuladas, la gente no consume esos artículos", analiza el responsable de Artesania María Teresa Albuixech.
"Nuestro volumen de ingresos y trabajo en el último año ha caído un 95%. Es decir, prácticamente todo", lamenta Bernat. "¿Quién va a comprar un traje de fallera si no hay fallas?", se pregunta. A la ausencia de trabajo, se suma la escasez de ayudas. "Los distintos negocios del sector en Alzira decidimos unirnos y presionar entre todos, porque en todo el año el ayuntamiento no se había preocupado por nosotros", critica el fabricante.
Ante este escenario, a finales de febrero, los dueños de los distintos establecimientos se reunieron con los regidores de Fiestas y de Hacienda para trasladarles sus necesidades. "Nos dijeron que nos entendían, pero que... si sobraba dinero del plan Resistir, ya nos ayudarían", explica disgustado Bernat.
Pocos días después, en el pleno municipal, Ciudadanos presentó una moción para que se concedieran ayudas económicas "urgentes" para el sector comercial relacionado con Fallas y Semana Santa. Pese a los votos a favor de los tres partidos de la oposición -Partido Popular, Ciudadanos y Vox-, la iniciativa no salió adelante. Por su parte, desde el equipo de gobierno inciden en la necesidad de esperar a que se resuelvan las ayudas Paréntesis para comprobar cuánto dinero ha sobrado y concretar los negocios a los que se destinará ese importe. Eso sí, según han confirmado desde la administración local, el remanente que sobre se destinará al sector de la fiesta. Entre ellos se encuentra el de los artistas falleros, que ya han recibido 10.890 euros a través de la campaña municipal "Per amor a l'art".
Con 17 comisiones, Paterna también es una ciudad con una extensa tradición fallera. Sin embargo, es posiblemente su cercanía con la capital lo que ha impedido que haya un alto número de negocios dedicados a este sector. Aun así, uno de los más reconocidos dentro y fuera de las fronteras del municipio es Realce, dedicado a la posticería y a la confección de moños de fallera. Por sus puertas han pasado clientas de la localidad pero también incluso algunas falleras mayores de València, como muestra del buen nombre que se ha labrado la tienda a lo largo de los años.
"Para que la gente pueda hacerse una idea de todo lo que hemos perdido: en un año normal, yo recibía 25.000 encargos antes de Fallas. Este año he recibido 23. Solo 23, sin el mil", explica Juan Antonio Remedios, propietario del negocio. "Me he podido salvar porque también hago pelucas y otros trabajos que no tienen que ver con las Fallas, pero mi facturación ha caído un 86% con respecto a otros años porque ese era mi mercado principal".
Pero su problema va mucho más allá, porque no puede optar a las ayudas de la Generalitat Valenciana para los sectores tradicionales. Y es que, el hecho de que vayan directamente ligadas al certificado de artesanía ha dejado fuera a algunos sectores igual de falleros que la indumentaria o la pirotecnia: "Yo llevo siete años pidiendo al Colegio de Artesanía que mi negocio se reconozca como artesano, pero como somos muy pocos no me lo quieren dar", lamenta Juan Antonio Remedios. "Y realmente no entiendo por qué, porque hoy en día ninguna fallera se viste sin sus mallas para los moños".
Así, un negocio tan íntimamente ligado a las Fallas se quedará fuera de la convocatoria a las subvenciones específicas para el sector. Aun así, y a pesar de todo, Realce sí que ha podido acogerse finalmente a las Ayudas Paréntesis, una de las líneas más ambiciosas dentro del Plan Resistir. Estas están orientadas a los sectores duramente castigados por la pandemia, como la hostelería, el comercio local o el deporte. Y, dentro de este apartado, también se contemplan las expresiones artísticas.
De este modo, y gracias al asesoramiento del ayuntamiento de Paterna, el negocio de Juan Antonio ha podido identificarse como tal y optar a un mínimo de 2.000 euros de subvención, a los que luego se pueden añadir otros 200 euros por cada trabajador hasta los 10: "Éramos 9 empleados y ahora 7 están en ERTE. 4 totalmente paralizados y otros 3 al 50%", lamenta. Aun así, y a pesar del duro golpe que la covid-19 ha supuesto para su negocio, prefiere mantenerse positivo: "Lo estamos pasando mal, pero no podemos quedarnos en los lloros. Tenemos que demostrar todo nuestro valor para que los clientes quieran volver una vez haya pasado todo".