EL MURO / OPINIÓN

Ni piruletas de consolación

Quien no reclama, nada recibe. Así le va a la Generalitat Valenciana frente a Cataluña. Allí le van a llegar un buen puñado de millones con eso de la Capitalidad Cultural y Científica. Aquí ni se esperan. Son buenos chicos

16/02/2020 - 

Mi querido Javier Paniagua describía hace tiempo nuestro ADN sociológico. Como bien sabemos, somos meninfots. Somos raza, como las guirras o nuestra clase política. Dibujaba en un artículo ese espíritu nacional valencianista desde su personal prisma: “«Me la suda». Es decir, no quiero saber nada del asunto, ni meterme en temas que no me conciernen. No me interesa implicarme en cuestiones de las que no voy a sacar nada en limpio, al contrario, me va a perjudicar. ¿Qué hago introduciéndome en cosas de las que al final salgo peor que he entrado?”, resumía.

Pues bien. Eso del meninfotisme o más bien el servilismo político, que al parecer sería lo mismo, es una auténtica realidad. Palpable. Eso del poder valenciano que nos quieren colar y hasta algunos compran como realidad intangible por mucho ministro/recolocados/as del clan Ábalos y familia que nos quieran colar, todos ellos sujetos a su régimen de favores, forma parte de una charanga descomunal. Tendría más poder valenciano en Madrid el capità Moro de Xavi Castillo, el mismo que en el gag entra en el Palau de la Generalitat y la policía autonómica le retiene en la puerta porque no lleva acreditasió mientras el capitá pregunta: “aixo que val, pues póngame dos cajas. això ho pague jo”, que nuestro supuesto poder valenciano. 

Resulta que habrá que ser pesado, manipulador, reaccionario, virulento y agresivo de mollera política para acabar con el meninfotisme y sacar al Estado lo que toca, esto es, torrons, que diría algún amigo de Xixona. Otros lo llaman política o hasta diálogo. Pero es simplemente presencia y contundencia social. Como dice el proverbio español: “paga lo que debes”.

Fue Pedro Sánchez a Cataluña antes de unos ejercicios espirituales de coto o cata, comida y relax inservible -lo de nuestra Generalitat fue apenas un finde de camping y conclusiones de jefatura de servicio- y prometer que va a convertir o devolver a Cataluña la Capitalidad Cultural y Científica a base de millones. Sin problemas. Para allá irá un buen puñado de kilos con el fin de devolver o recapitalizar a Barcelona como capitalidad universal, lo que implicará unos 25 millones de euros adicionales al año para los equipamientos culturales con trascendencia nacional repartidos, según antiguos convenios, en espacios o proyectos como Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), el Liceu, la Fundación Dalí, el Museo Picasso o el Palau de la Música, entre otros. Es más, según cuentan las crónicas,  el Presidente apostó por “pasar de hablar de cocapitalidad a hablar de coliderazgo”, ya que “España necesita muchos más motores de crecimiento y desarrollo y más polos de atracción y progreso”. Sin entrar a valorar otras inversiones paralelas de igual o mayor rango. Y por aquí de finde en Xàbia con  el litoral machacado. Eso es el reflejo del poder valenciano. Ni uno. Ni lloro, ni tampoco obtengo resultados. Sólo declaraciones de buenas intenciones. Simplemente gestos. Algo a los que estamos acostumbrados pero carecen de utilidad política y realidad tangible.

Y es que, por aquí llevamos años y años reclamando inversiones públicas estatales como una mejor financiación, devolución del IVA, acuerdos  globales en torno a infraestructuras públicas, cooperación nacional en asuntos internos,  descomposición agrícola y de precios o abuso impositivo… y nos encontramos con un Gobierno local que si algo no hace es reivindicar. Luego, habrá que salir de barricadas, por lo visto, ya que estos gobernantes ni avanzan, ni reclaman, ni dejan actuar. Son bondadosos. Funcionan al dictado del cargo o al reparto de gestos o pluses, estilo kilometraje que nadie olvida ni perdona, como nuestras señorías de Les Corts tan progres como cuestionables. Y que nadie levante la voz, que se queda sin sobresueldo. Que yo recuerde llevamos reclamando, por ejemplo, una rehabilitación del Museo de Cerámica González Martí, que es de titularidad estatal y se cae, mejor financiación y soluciones para el San Pío V, que es de titularidad estatal también, y hasta que nuestro Gobierno central simplemente se siente en el Patronato del Palau de les Arts, donde aún tienen vacantes dos sillas, pero ni caso. Y así llevamos más de tres lustros, ojo. Es un  ejemplo cercano.

Esto de nuestro poder valenciano no deja de ser un chiste. Puig y su Gobierno deberían de pedir la Moncloa cualquiera de esos fines de semana que se queda desierta por viaje en Falcon para otra jornada de reflexión. Hasta deberían quedarse de okupas hasta arrancar un compromiso formal que nunca llega.

Por cierto, el Ministro de Ciencia, Pedro Duque, viajaba a Valencia este lunes para un homenaje a la fallecida investigadora Margarita Salas y no se escuchó reproche alguno de nuestro Consell Valencià de Cultura, al que el ministro visitó, un órgano que reparte dietas gozosas pero de poco sirve por lo visto. Ni para reivindicar. Sólo para regalar. Igual es que alguien espera brillo personal y sentimental.

Muy atemorizado con Madrid debe estar nuestro President para ser simple testigo mudo de todos estos hechos y agravios; y nuestro conseller Marzà, al que ya ni se le escucha decir nada. Se le ha oscurecido la imaginación política. Igual está en otros asuntos cercanos o distantes.

Mal pintan las cosas. Este Botànic está perdiendo fuelle o quizás es que ni se le valora políticamente por mucho poder valenciano con el que nos quieran convencer. O sea, nada.