VALÈNCIA. Fil d’Arena cumple 10 años con un nuevo espectáculo, Nimbes, que pone sobre el escenario la historia de 10 mujeres, un retrato que busca ir a la contra de los discursos más asumidos del “empoderamiento” femenino. “Ni heroínas ni santas”, dicen desde la compañía, “sino de mujeres que tratan de empoderarse de manera transversal y comunal, huyendo de ensalzamientos gloriosos y sobrehumanos que comban sus espaldas con más cargas y metas asfixiantes”. “Rehusamos a sacralizar a la mujer, a deshumanizarla, a erigirla semidiosa, a decirle que puede con todo, a someterla a unos superpoderes inventados por un capitalismo complaciente que la quiere aún más subyugada y ocupada. Nimbes habla de mujeres fuertes que no tienen otro remedio que serlo; de hermanas, compañeras, amigas, madres, maestras e hijas que tejen redes resistentes para sostenerse unas a otras, sin dejar de lado la diversidad que atraviesa las jábegas de la sororidad”, añaden desde la compañía.
Toda esta reflexión se materializará en un pieza que combinará teatro, danza y performance en el Espacio Inestable este fin de semana, y del 5 al 7 de noviembre en La Rambleta, gracias al programa Graners de Creació. La pieza, según esxplica a este diario Isabel Abril, ha ido tranformándose desde su concepción: “Todo empezó antes de la pandemia, cuando pensamos en un espectáculo que tenía otro título y que itineraba por las calles de València, haciendo en realidad micropiezas site specific en el que se incluyera mucho al público. De repente nos encontramos en el contexto de la covid y se hace imposible por el aforo y la proximiaidad con el público; y además, Graners de Creació decide apoyarnos, pero el programa se limita a piezas en estos dos espacios, y transformamos todo en una pieza de teatro”.
Nimbes ha ido evolucionando de una manera natural, y lo que se verá en escena este fin de semana trata de un trabajo escénico pero también de complicidad. La de las 10 mujeres de 4 a 70 años que Fil d’Arena pone en escena. “Para nosotras era muy importante hablar de las refes afectivas y el legado, establecer vínculos, así que las 10 personas que participamos lo teníamos previamente”, explica. Cuatro de ellas (entra las que están la propia Isabel Abril, Clara Crespo y Roseta Plasencia) son las cuatro fundadoras de la compañía, que llevan más de una década “siendo prácticamente hermanas”. “Nos conocimos en el conservatorio, y ahí estaba Cristina Andreu, que fue profesora nuestra y nos inpiró mucho. Ella llevaba mucho tiempo sin bailar en una obra y la quisimos invitar”, completa Abril. También está la hija de Clara Crespo, casi sobrina del resto, la madre de Abril, que desde que les cosía la ropa de las piezas hace una década ha estado vinculada a la compañía; y la hija de la misma Cristina Andreu, que ha empezado a coger el testigo de su madre siendo también alumna de algunas de las fundadoras de la compañía.
Alumnas, profesoras, madre, hijas, amigas, hermanas… Vínculos más fuertes que el teatro y un abanico de edades y de cuerpos para no dejarse nada por contar. El proyecto nace de las experiencias y necesidades de las propias intérpretes y creadoras: “De la necesidad de estar juntas, dándonos apoyo. De la idea de tribu femenina para afrontar tanto las cotidianidades, como las problemáticas que nos surgen como colectivo”.
Sobre el escenario, como es habitual en la compañía, no se verá una pieza con una estructura narrativa, sino varias propuestas que el público irá tejiendo para cuestionar el legado y la herencia, poniendo en valor especialmente esta última. “Nimbes trata de la herencia, del legado invisible que nos transmitimos de unas a otras. De abrazar, transformar y deformar la tradición que habita en nuestros cuerpos. Es un periplo a través de nosotras, en presente, y de lo que nos deja la historia. Un lugar donde compartir entre mujeres, donde ser lo que queramos, donde jugar y bailar juntas al son de nuestros ritmos. Una respiración conjunta que nos impulsa y que nos hace más poderosas”, explica la compañía.
Nimbes, que es en realidad la aureola que le colocan a los personajes sagrados en la iconografía religiosa, rechaza de pleno hablar de santas, sino que trata de buscarle sentido a un feminismo activo y vibrante, a través de esta decena de cuerpos imperfectos y diversos. Una red de imperfecciones que se hacen fuertes conforme ponen sus vidas en común. El mejor ejemplo, la propia obra, donde “ir trabajando con las intérpretes también ha transformado la obra”, dice Abril.