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València a tota virolla

No me enseñes más museos, pero… ¿hace falta uno de arquitectura?

Más allá de la tentación de hacer un museo ante cualquier necesidad divulgativa, la tangente de qué hacer más allá del continente arquitectónico

15/06/2019 - 

VALÈNCIA. En pleno resacón de acciones como el festival Open House, en pleno contexto donde la comunidad del diseño (albricias) ha demostrado una unidad sin demasiados precedentes, las piezas del rumor arquitectónico, su tectónica, se mueve ante una primera crisis identitaria: ¿hay de verdad visos de proyectar conjuntamente la València de las arquitecturas? 

Como una trampa, como un pequeño juego, otra cuestión de fondo: ¿necesita València un museo de la arquitectura? Ante la duda, ponga un museo. O más bien, ¿necesita València un museo de la arquitectura cuyo contenido comience justamente de puertas para afuera? 

La didáctica arquitectónica de la ciutat, en discusión con un diagnóstico previo: quizá el mejor museo comienza con pedagogía y ley. 

El museo es la ley (Ramón Esteve)

“Para que una ciudad sea una referencia en arquitectura no basta con construir unos cuantos edificios espectaculares, sino que es necesario generar un tejido potente de arquitectura anónima de calidad. Tanto la iniciativa privada como la pública deben poner en valor la calidad arquitectónica; la privada, por su lado, apostando por buenos arquitectos, mientras que la parte pública puede contribuir mediante la convocatoria de concursos en los que la calidad de la arquitectura juegue un papel decisivo. València tiene arquitectos muy buenos, probablemente mejores que en ningún otro momento de la historia, y paradójicamente las dos grandes iniciativas de la ciudad apenas cuentan con ellos. Creo que se debería aprovechar este momento y dar oportunidades”. Foto: KIKE TABERNER.

“Nuestros vecinos catalanes, sin ir más lejos, acaban de poner en marcha una ley que claramente fomenta la buena arquitectura (...) Es necesario cambiar el criterio de valoración en los concursos, ya que últimamente se está viendo que la calidad arquitectónica tiene un porcentaje muy pequeño respecto a otros aspectos del proyecto; normalmente no supone más del quince o veinte por cien en la resolución”.

El museo inexistente es lo que ya existe (Ana Beltrán y Eva Sanjuán, Estudio Correoviejo)

“La importancia de los edificios muchas veces no son los edificios en sí, sino el significado, la historia que tienen tras él. El reto de explicar València no tiene que ver únicamente con el continente, sino más bien salir a la calle, entrando a los edificios, disfrutándolos… para llegar a entenderlos. El museo inexistente debe pasar por entrar en los edificios que ya existen, de una manera más libre, no solamente guiada. El visitante debe disfrutar del edficio, de aquellos más cotidianos, más escondidos, no únicamente de los mediáticos, porque esos otros son los más representativos de la ciudad. Entre los edificios mediáticos están los intermedios que son los que crean la ciudad. Y que no sean solo una vez al año. El edificio es mucho más que la foto”. 

Foto: KIKE TABERNER.

Más casa que museo (Pablo Camarasa) 

“Me imagino un modelo más próximo a la Casa de la Arquitectura que no a un museo, donde a su vez también se puedan organizar exposiciones, exista una biblioteca especializada, se vayan almacenando maquetas de determinados proyectos, ciclos de conferencias... y desde donde se pueda gestionar la visita o apertura de distintos edificios de interés y se puedan reservar rutas o recorridos por la ciudad. Me atrae mucho el modelo de la Casa da Arquitetura de Oporto, la cual tiene una fuerte presencia en la ciudad, anunciada por todas partes y fuertemente vinculada a la universidad. Quizá todo esto podría encontrarse con el propio Colegio de Arquitectos, con lo que habría que buscar una fórmula para que fuese complementario al mismo. 

Todo lo que hay antes de un museo… (Sonia Rayos) 

“Como arquitecta me encantaría que mi ciudad tuviera un museo de arquitectura; considero que la arquitectura es una muy buena herramienta de aprendizaje no solo con fines informativos de comprensión de la historia de nuestra ciudad, sino también como vehículo formativo. Pero creo que se debería comenzar por hacer pedagogía para generar un verdadero interés. Paul Goldberger, crítico y educador estadounidense, afirmaba en su maravilloso tratado Por qué importa la arquitectura que esta “empieza a importar cuando hace algo más que protegernos de los elementos, cuando empieza a decir algo sobre el mundo: esto es, cuando empieza a adquirir las cualidades del arte”. La propia ciudad es un museo vivo de arquitectura: la configuración de las tramas o la tipología de los edificios da las claves del crecimiento de la ciudad. Se puede leer un plano de València y obtener información como cuando lees un libro de historia. Y aun estando tan presente, la arquitectura despierta poco interés. Incuso diría que los edificios que más interesan a los que hemos estudiado arquitectura, suelen ser los que menos interés despiertan, y viceversa”. “La trascendencia de la huella arquitectónica como hecho social y cultural de interés público tiene que ver con entrenar la mirada hacia lo que nos rodea. Antes de construir un museo de la arquitectura hay que educar esa mirada hacia el entorno construido”.

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