VALÈNCIA. Después de las criptomonedas, el segundo tema que más veces sale en las conversaciones con clientes es la posibilidad de irse de España. Es una cuestión de grado: empieza con quien busca diversificar depositarios para sus inversiones, por lo que pueda pasar, y acaba con quien se plantea un cambio de residencia personal.
Habrá quien piense que nos lo preguntan por motivos fiscales, y a veces es así. Si alguien tiene dudas acerca de la temperatura fiscal en España le recomendamos el informe de Tax Foundation, que pueden consultar en su web: https://taxfoundation.org/country/spain/
El informe es exhaustivo y analiza más de cuarenta variables para asignar a una puntuación a cada país de la OCDE. Destacaría dos datos: el primero, nuestro puesto 27 de 36 países. El segundo, la presión que ejerce la Seguridad Social sobre el total de recaudación:
No se trata del color político, sino de la realidad: España no es competitiva fiscalmente, se mire por donde se mire. Pero la realidad es que los impuestos son sólo uno de los factores, y no el primero, que hace plantearse a mucha gente dejar este país.
La calidad de vida no es un nivel estático ni depende únicamente de las horas de sol. La creencia de que España sigue siendo un destino de primer orden para vivir está ya obsoleta: el último ranking de desarrollo humano (ONU) nos sitúa en el puesto 25, por detrás de países como Israel o Eslovenia.
Otros índices, como el índice de calidad de vida o el Global Liveability Index de The Economist (que estudia capitales), abordan el problema con otros indicadores. Se trata de decidir sobre el país en conjunto, como haríamos nosotros al pensar donde educaríamos a nuestros hijos o estableceríamos nuestro negocio. Y en esto España está cambiando a peor.
La pandemia ha jugado un papel en esto. Ha sido un acelerador de muchas tendencias preexistentes positivas (como la digitalización), también de algunas negativas, como la fragilidad del empleo, y sobre todo del juvenil. Así ha evolucionado la tasa de desempleo juvenil (<25 años, Eurostat):
Incluso en un buen momento económico (marcador verde), no hemos bajado del 20% de paro juvenil. Y el pico reciente (marcador rojo) no se alcanzó hasta 5 años después de la crisis financiera, pasando la barrera del 50% de jóvenes sin trabajo. Por si se lo están preguntando, la tasa dobla la de la zona euro.
Ese decalaje de paro tras la crisis esconde dos cosas: las personas que pasan el umbral de los 25 años y salen de la estadística, y el tiempo que tarda la economía en absorber a los jóvenes desempleados. Tras la pandemia, hemos generado un 10% más de jóvenes en paro. ¿Habremos visto ya el pico?
A la hora de dejar España, hay un tercer factor que influye a los más preparados: el dinamismo (o no) de la economía. Ayer supimos (EPA) que el SEPE colocó al 2% de sus solicitantes en 2020. Dinamismo significa oportunidades abundantes, y más oportunidad significa también más seguridad para encontrar un trabajo o crear una empresa.
Es lo que hace que las crisis se soporten mejor, en lugar de tener la mayor caída del PIB de la OCDE. Y un factor clave es el índice de facilidad para hacer negocios (Banco Mundial):
Esta es la gota que colma el vaso. Si habláramos de una economía sistémica, poco endeudada, quizá sobrecargada por responsabilidades con sus vecinos, se podría entender una mayor carga administrativa (aunque no sería lo óptimo). Pero España debe recuperarse, y sin embargo está por debajo de países como Grecia, Portugal o Italia, todos llamados 'periféricos'.
Por eso, tanto si somos jóvenes y buscamos oportunidad como si estamos establecidos y buscamos seguridad, salir de España está en el día a día de las conversaciones. La clase política está haciendo lo que la caracteriza: luchar por su sillón. Y los salarios públicos son ya de 140.000 millones anuales, tanto como los fondos de ayuda prometidos por la UE.
A nivel vital, nada genera tanto bienestar como la confianza de los ciudadanos en poder tomar sus propias decisiones con cierto equilibrio entre libertad y protección. Progresar, y mirar con un cierto optimismo el futuro. Y educar a nuestros hijos con esos valores y oportunidades. ¿Es esto posible? Por el ejemplo de muchos países sabemos que sí. ¿Se tomarán las decisiones adecuadas?
Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office
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