VALÈNCIA. Érase una vez una bola de pelo, que rodó, rodó y creció a lo largo de varios años. Una bola que daba muchas vueltas, que quería ser vista, que no sabía dónde estaba o quién era -y menos quién quería ser- que buscaba saberlo todo y a la vez desentenderse de la vida. Esta bola, tan curiosa, grande y real, es la obra de la artista Sara Reyes y el fotógrafo Guillermo Beses, quienes han agrandado una bola de pelo desde 2024 para pasearla por Benidorm y València con el objetivo de observar cómo los viandantes se enfrentan a esta.

Fruto de esta performance nace Es lo que es (una bola de pelo en este caso) una pieza audiovisual en la que recogen las reacciones a su creación de pelo humano. El video muestra cómo “persiguiendo a esta bola juegan, provocan, viajan y distorsionan la realidad que encuentran a su paso. La suya propia y la de quienes se atreven a mirar. Sara mueve a la bola, la bola mueve a Sara, Guille documenta todo con su cámara”, apuntan ambos creadores. El vídeo surge también como necesidad de ambos para documentar las reacciones que provoca su experimento peludo, partiendo desde personas que juegan con ella hasta otras que la ignoran completamente.

“La bola es ignorada, hay quienes juegan con ella, cuando está en la playa parece casi una persona, pero es eso, una bola de pelo y ya está. Cuando la posas en una tumbona parece alguien descansando y cuando la pones en una peluquería parece que está viva porque quiere cortarse el pelo, es en estos espacios donde cobra otro significado y donde está la gracia”, destaca Reyes.

Al documentar junto a Beses el viaje de la bola durante varios meses consigue recopilar horas y horas de la grabación, con este viaje performativo Reyes pensó que sería interesante hacer un vídeo que lo explicara con más cuerpo, algo que ha surgido un año después del origen del proyecto, en el que destaca que “han ido surgiendo las cosas siempre sin forzarlas”.

Entre marañas y reflexiones, Reyes encuentra una forma de darle vida a la bola dotándola de nuevos significados. Al repasar el metraje de su performance le salta a la vista una reflexión más persona y filosófica sobre una objeto que es simplemente eso, un objeto -aunque de lo más peculiar- y que puede vivir su propia vida.

Un debate que va muy de la mano con la cuestión de ser o no ser de Platón y que surge a través del movimiento: “Movemos la bola, hablamos de ella en primera persona y en el vídeo no se sabe si hablamos de nosotros, de ella o de quienes la rodean. Los protagonistas se desdibujan hasta tal punto que el espectador se puede identificar con ella”.

Un año después de crear este enorme objeto, Reyes desvela que “tras crearla, pasearla y darle forma” se queda con el recuerdo de darle vueltas por Benidorm y obtener todo tipo de sensaciones en muy poco tiempo, al cruzarse con “gente muy diferente, con energías muy locas”. Algo que también le pasa en el rastro, donde llega a cruzarse con algunos vendedores que se cortan el pelo frente a la cámara para formar parte de este enorme y curioso experimento, algo que hace reflexionar a Reyes sobre la importancia de formar parte de algo.

“Es una enorme bola de pelo, tan grande como absurda. Pensamos en que igual nadie ha hecho otra como la nuestra, y en lo curioso que se puede sentir acercarse a ella. Hay personas que la miran perpleja y otras a las que le da igual”, y todas las reacciones tienen cabida en Es lo que es (una bola de pelo en este caso).

Para reflejar este punto de curiosidad y reflexión, Reyes confecciona un texto en el que se habla de una bola que puede “hacer reír, hacer llorar”, que puede “ser ignorada o recordada” y en según que casos también es “amada, odiada, a veces imitada, juzgada y hasta rechazada”. En cualquier caso, y tras muchas y muchas vueltas, la respuesta final es que es lo que es, una bola de pelo en este caso.

“Ha sido muy interesante dar cierre a este proyecto filmando y editando un vídeo porque ayuda a entender la parte más personal de lo que estábamos viviendo con la bola. Es un experimento muy concreto en el que hablamos de las sensaciones, de las reacciones y de la parte más emocional que va con la performance”. Un enorme experimento que tanto Beses como Reyes hacen rodar y rodar hasta llegar a un puerto en el que se plantean muchas más preguntas que respuestas. Un reto en el que ser una cosa, en sí misma, es suficiente motivo para convertirse en admirable, en una obra de arte, en un ente que provoca curiosidad, amor y puede que hasta miedo y que no se corta nunca ni un pelo.