VALENCIA (EP). Cuando se inyecta veneno de animales como arañas, serpientes o caracoles cono a través de una mordedura o un aguijón, el cóctel de toxinas suministrado a su víctima tiende a causar reacciones graves que, si no se tratan, pueden ser letales. Pero el veneno tiene también un aspecto terapéutico: se están aprovechando toxinas peptídicas individuales para apuntar a receptores en el cerebro con la finalidad de servir como analgésicos.
Millones de personas viven con dolor crónico y neuropático, en gran parte debido a que los tratamientos actuales suelen proporcionar un alivio del dolor limitado, tienen un perfil de efectos secundarios soporíferos y pueden ser extremadamente adictivos.
Así, los investigadores de todo el mundo están persiguiendo potenciales nuevos agentes terapéuticos y de trabajo para entender mejor cómo funcionan las moléculas con función de analgésico, lo que dará lugar a analgésicos alternativos y, posiblemente, mejorar la calidad de vida de las personas que sufren dolor crónico.
En la 60 Reunión Anual de la Sociedad Americana de Biofísica, que se celebra en Los Ángeles, California, Estados Unidos, del 27 de febrero al 2 de marzo, un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland en Brisbane, Australia, describirá sus esfuerzos con Protx-II, una toxina peptídica encontrada en el veneno de la tarántula de terciopelo verde peruana 'Thrixopelma pruriens.'
Su elevada potencia y selectividad para inhibir el receptor de la sensación de dolor lo convierten en un candidato ideal como futuro analgésico. "Nuestro grupo está interesado específicamente en entender el mecanismo de acción de esta toxina para obtener información que nos pueda guiar en el diseño y la optimización de nuevas terapias para el dolor", apunta Sonia Troeira Henriques, investigadora en el instituto de Biociencia Molecular de la Universidad de Queensland.
"Se une al receptor de dolor situado dentro de la membrana de las células neuronales, pero se desconocen el sitio preciso de unión péptido-receptor y la importancia de la membrana celular en la actividad inhibidora de Protx-II", explica Henriques. Así que el equipo se concentró en la relación estructura-actividad "explorando la estructura, las propiedades de unión a la membrana, y la actividad inhibidora de Protx-II y una serie de análogos", añade.
"Nuestros resultados muestran que la membrana celular desempeña un papel importante en la capacidad de Protx-II para inhibir el receptor de dolor. En particular, las membranas de células neuronales atraen el péptido a las neuronas, aumentan su concentración cerca de los receptores del dolor y encierran el péptido en la orientación correcta para maximizar su interacción con el objetivo", detalla Henriques.
El trabajo de estos expertos describe la importancia de las propiedades de unión a la membrana de Protx-II por su potencia como inhibidor de Nav 1.7, un importante receptor de dolor. "Hasta ahora, los estudios que caracterizan la actividad inhibidora de las toxinas del veneno han ignorado el potencial papel de la membrana celular en su energía y actividad", señala.
Más allá de Nav 1.7, "otros canales iónicos dependientes de la energía se encuentran en la membrana celular y participan en una variedad de procesos fisiológicos, como la relajación del músculo y el nervio, la regulación de la presión arterial y la transducción sensorial", subraya Henriques.
"Sin embargo, su actividad 'defectuosa' está asociada con varios trastornos, por lo se están identificando otros canales iónicos como dianas de fármacos para el tratamiento de la enfermedad neuromuscular, trastornos neurológicos y el dolor inflamatorio y neuropático", agrega.
Sobre la base de los resultados, el equipo está ahora diseñando nuevas toxinas con mayor afinidad para la membrana celular y menos efectos secundarios. "Nuestro trabajo crea una oportunidad para explorar la importancia de la membrana celular en la actividad de las toxinas peptídicas que se dirigen a otros canales iónicos implicados en trastornos importantes", concluye Henriques.