La exalcaldesa asegura que las cuatro personas que se negaron a pagar dependían de Alfonso Grau, cuando una de ellas era asesora directa suya y otra dependía jerárquicamente de su persona
VALENCIA. La exalcaldesa de Valencia y actual senadora popular, Rita Barberá, ha decidido presentar un escrito al magistrado instructor de caso de presunto blanqueo destapado en la Operación Taula en lugar de acudir a declarar. En dicho escrito hay varias inexactitudes como, por ejemplo, exponer que las cuatro personas, asesores, que se negaron a pagar los 1.000 euros que presuntamente después les fueron devueltos en dos billetes de 500 euros eran asesores del vicealcalde Alfonso Grau.
Este hecho no se ajusta a la realidad. De los cuatro asesores, dos sí que lo eran directos de Grau: Jesús Gordillo y Arantxa Martín. Otra, Patricia Iserte, jerárquicamente y según lo aprobado por el pleno del Ayuntamiento de Valencia, dependía de Alcaldía, es decir, de Barberá. En el día a día despachaba con Grau, pues Relaciones Internacionales tenía la firma partida, aunque las visitas siempre las atendía Barberá.
Pero la cuarta en discordia, Nuria Diego, sí que era asesora de Alcaldía y trabajaba directamente para la exalcaldesa y no para su número dos. De hecho, Diego jamás trabajó ni despachó con Grau en los años que estuvo en el consistorio, excepto cuando Grau sustituía a Barberá en las ruedas de prensa de los viernes de la Junta de Gobierno.
Así pues, en su escrito presentado este viernes ante el Juzgado de Instrucción número 18 la senadora, por boca de su letrada, su sobrina Rita Corbín, no sólo entregó un texto plagado de faltas de ortografía sino que presentó un alegato con errores de base que ella debía conocer. En el punto quinto de su escrito, la senadora asegura que “todos ellos se encuadran en el equipo de vicealcaldía”, un hecho totalmente falso.
Este periódico habló, tras conocerse el escrito, con varias personas a las que se señala con nombre y apellido. Valencia Plaza ha comprobado con el sumario que las declaraciones entrecomilladas que se aportan en el escrito no cuadran con las que se pueden leer en el citado sumario.
Por ejemplo, Barberá dice que no se le dijo a Grau por parte de sus asesores el tema referido al pitufeo. Sin embargo, en el sumario uno de los asesores declaró tanto ante la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil (UCO), como ante el magistrado que “sí que había avisado a Alfonso Grau de que les habían pedido los 1.000 euros”. Pero además, Grau ya no estaba en el consistorio cuando se produjo la petición de los 1.000 euros por parte de la cajera del PP, Mari Carmen García-Fuster.
Este hecho se contradice con dos de las afirmaciones, la primera es la anteriormente mencionada más si se tiene en cuenta que la propia Barberá afirma que Grau se marchó el día 16 de marzo y, por tanto, sus asesores jamás podrían haberle llamado en calidad de vicealcalde puesto que había dimitido días antes. Barberá basa una parte importante de su texto en explicar que no puede haber amenazas porque no iban a continuar, y que no pusieron el dinero porque sabía que al no estar su “protector”, ellos no iban a continuar en sus puestos.
Lo que la exalcaldesa no tiene en cuenta en ningún momento es que a Nuria Diego el hecho de que Grau se marchara le era indiferente, por tanto, carece de sentido las afirmaciones realizadas de forma genérica sobre los asesores. Pero además, otra de las asesoras declaró ante el magistrado que ella había solicitado la baja porque no deseaba proseguir con ese empleo.
Otra de las falsedades que se puede leer en el texto es que se han esperado ocho meses, como se ha explicado anteriormente, una de las asesoras implicadas sí que llamó a Grau para pedir explicaciones. Pero además, todos ellos aseguraron en sus declaraciones que no denunciaron porque pensaron que hacían falta más pruebas, algo que ellos no tenían más allá de sus experiencias personales.
En su descargo la senadora popular también dice que su único trabajo era “recaudar votos” y que, ella, no estaba en el comité de campaña y no sabía nada de lo que allí se ‘cocía’. Llama mucho la atención la falta de memoria al afirmar que no sabe qué pasó con su talón. Ni quién lo cobró, ni a quién se lo dio.