No debemos hipotecar el desarrollo de la Marina con inversiones descontextualizadas sino aprovechar las fortalezas endógenas iniciando un proceso de apropiación ciudadana y transformación productiva
VALENCIA. La Marina de Valencia es probablemente el espacio con más posibilidades de la ciudad. Obstinada durante tiempo con los grandes eventos no ha protagonizado aún un proceso de transformación completo. Afortunadamente.
Los frentes marítimos de alrededor del mundo han sufrido un proceso deurbanalización, como define el geógrafo Francesc Muñoz. El paisaje que observamos muestra el resultado de una urbanización banal, puesto que se puede repetir y replicar con absoluta ubicuidad y con independencia del lugar. Los modelos se han copiado sin contextualizar, respondiendo a los procesos de desindustralización marítima con recetas con los mismos ingredientes en distintas propuestas: el acuario más grande de la región, un centro comercial o un casino.
No obstante hay afortunadas excepciones como el NDSM Wharf de Amsterdam, recuperado con usos transitorios culturales que se han ido consolidando a través de procesos de experimentación.
En el caso de València esto no ha pasado. Con la Formula 1 y la Copa América esfumadas, la Marina y el Puerto se encuentran en una situación ideal para abrirse a la apropiación ciudadana y a una transformación productiva.
La tendencia es altamente esperanzadora: el Veles e Vents será a partir de junio un espacio cultural; EDEM y Lanzadera atraen diariamente al frente marítimo a estudiantes cualificados y emprendedores, y numerosos agentes se interesan por trasladarse allí. Al mismo tiempo aún son numerosos los espacios disponibles para ser activados: los Tinglados, las bases de la Copa América, la Estación Marítima o el espacio público. La introducción de nuevas actividades debe responder a un planteamiento estratégico. Vicent Llorens, el nuevo director del Consorcio 2007, plantea cuatro ejes de una lógica innegable: potenciar el sector náutico (no es baladí recordar que al fin y al cabo es una marina y la náutica es un sector con un alto valor añadido); reconciliarse con la ciudad y especialmente con Poblats Marítims; la apuesta por el ocio, la restauración y el entretenimiento y la Marina como una incubadora para el emprendimiento y las industrias culturales y creativas.
Al mismo tiempo que se asientan las bases de un planteamiento estratégico aparece, de nuevo en la agenda, un proyecto de inversión de dudosa procedencia que nos recuerda inevitablemente a una serie de pufos pasados. La empresa ARC Resorts, que ya quedó descalificada de la adjudicación del Veles e Vents por presentar la documentación fuera de plazo, propone la inversión de millones de euros, la creación de miles puestos de trabajo (hoy dicen 20.000 pero hace un año eran solo 8.000), con un modelo de desarrollo absolutamente descontextualizado que en esencia daría exactamente igual que se ubicase en Macao o Valencia. La propuesta de hotel de lujo, casino y museo de esculturas de cristal debería hacernos reaccionar con escepticismo. Más aún si la empresa promotora sólo cuenta con proyectos no ejecutados en su página web, y trabaja en paraísos fiscales.
Sin embargo, los peros hacia el proyecto van más allá del escepticismo hacia la fiabilidad de la empresa promotora. Aunque ésta fuera de verdad capaz de movilizar la inversión que anunciaba no se eliminarían los inconvenientes del proyecto. El caso Eurovegas nos mantuvo en el mapa de los ridículos negociadores cuando dos administraciones públicas se pelaron por atraer una macroinversión a través de genuflexiones regulatorias (José Fernández Albertos explicaba aquí los peligros de hacer política industrial apostando por casinos).
En mi opinión, y cómo dije para el caso de Eurovegas, es muy peligroso fiar las palancas de desarrollo a una apuesta gestada en espacios opacos y que supone una especialización productiva con muchas externalidades negativas. Una apuesta supuestamente legitimada con la excusa del empleo sin entrar a valorar la calidad del mismo.
Las (grandes) inversiones (extranjeras) son bienvenidas a nuestra ciudad, pero deben responder a la estrategia que nosotros delimitemos. Deben estar basadas en nuestras fortalezas y fomentar la fidelidad entre la actividad económica y el territorio. La Marina tiene capacidad de sobra para ser palanca de todo ello como espacio productivo, creativo y ciudadano.