Mónica Oltra dio la cara ante los medios antes de reunirse con la ejecutiva de Compromís y anunció su dimisión y abandono de la política como vicepresidenta de la Generalitat y diputada en Les Corts.
La dimisión de Mónica Oltra parecía cantada desde que la semana pasada se conoció la imputación (ahora denominada investigación) por parte del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana, pero tanto tras la rueda de prensa del Consell el viernes como en el peculiar acto de Compromís el sábado en el río Turia, la ex vicepresidenta no se pronunció en esa dirección ni mostró debilidad o humildad ante la avalancha de críticas y la presión política, social y mediática que se le venía encima. Finalmente, el martes 21 de junio, fecha en la que oficialmente comenzaba el verano 2022, Mónica Oltra se iba de vacaciones sine die, por utilizar este sarcástico eufemismo.
La figura política de la ex líder de Compromis da para un estudio sobre comunicación política, sobre el magistral uso del agit-prop y la capacidad de elaborar un discurso muy válido desde la oposición, pero menos útil y práctico desde el gobierno. Mucho antes de que llegara a nuestras vidas Pablo Iglesias, que ahora se dedica al mundo del podcasting en un diario digital, donde se le nota más cómodo y libre que cuando estaba en política, en Valencia tuvimos a la precursora de esa política mediática, dura, con ejemplos sencillos y lenguaje coloquial-popular en la tribuna de las Cortes para que cualquiera empatizara con ella. Lo que se suele denominar populismo, aunque he de reconocer que un buen político debe ser popular, conocido, cercano a la gente, aquí hay para otro debate.
Estos días hemos recordado y rememorado en imágenes, sonidos y vídeos algunas de las manifestaciones más famosas de Oltra contra el entonces presidente de la Generalitat, Francisco Camps, desde la icónica camiseta con la cara de Camps y el cartel de ‘Se busca’ cual forajido del lejano oeste a las afrentas en las que le pedía que dimitiera diciéndole:
"El día que me vea como usted, imputado, vilipendiado, pillado en todas las mentiras posibles, y más, siendo el hazmerreír de toda España, apareciendo más en las viñetas de los humoristas que en las noticias, ese día sí que me iría a mi casa"
Toda la dureza con la que se refirió a Camps no ha sido devuelta por éste ahora, en diferentes entrevistas el ex presidente de la Generalitat ha sido crítico, pero en un tono moderado y correcto, pese a haber sido el mayor perjudicado por el látigo verbal de Oltra. La ex vicepresidenta del Consell ha dado la cara, pero con una mezcla de tristeza, emotividad y también cabreo y algo de tono amenazante. En sus declaraciones a los medios se sintió víctima de un sistema neoliberal que dijo que seguirá combatiendo, sinceramente me sorprendió mucho que en junio de 2022 sigamos con ese discurso. Y siendo imputada por un asunto como encubrir la investigación referida a abusos a una menor tutelada por la Generalitat, repitió con solemnidad que: “estoy en política para defender a la gente más vulnerable”. Hay frases que serían perfectamente evitables.
El caso Oltra seguirá su cauce judicial, pero políticamente Mónica Oltra es pasado en la política valenciana, y todos los políticos deben reflexionar sobre ese modo de hacer política que ha dejado fuera de juego a varios políticos siendo muy jóvenes. Quizá la sociedad actual es demasiado dura con algunas profesiones porque se exige una velocidad y una rapidez que no es propia, y olvidamos un mundo más pausado y reflexivo. Oltra podía haberse ido con más tranquilidad y humildad, incluso buscando una especie de comprensión o perdón por parte de la ciudadanía, y en cambio lo hizo cabreada y algo vengativa.
La sociedad en la que vivimos es líquida, es voluble y es cambiante. ¿Quién habría dicho hace tres meses que Mónica Oltra dimitiría por una imputación judicial y que el PP en Andalucía obtendría una holgada mayoría absoluta? Pocos, seguro. Tiempos convulsos donde cada vez es más difícil predecir o planificar que puede ocurrir en el ámbito de la política y en muchos otros, desde la pandemia a la guerra, nos ha demostrado que no podemos dar nada por sentado. Ojalá vuelva una estabilidad y sobre todo una honradez en la vida pública que todos merecemos y deseamos.