VALÈNCIA. En la sociedad actual, nos preocupa sentir dolor, sufrir, experimentar ansiedad, depresión y cuando aparecen no sabemos como manejarlo y queremos que desaparezcan rápidamente. Y la manera más rápida es buscar soluciones en medicamentos como los opiáceos o las benzodiacepinas. Si a ello le añadimos la falta de recursos del sistema sanitario español, donde los médicos de atención primaria tienen poco tiempo para cada paciente, existen pocos psiquiatras y psicólogos… es fácil de entender porqué ha aumentado la prescripción de este tipo de fármacos en España. En solo una década se ha incrementado en un 84%, según un informe de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios. Y aunque su consumo no llega a los niveles de Estados Unidos, donde se considera que existe una epidemia de salud pública, por las muertes que está provocando el abuso de su consumo porque no tiene los sistemas de control que existen en nuestro país, entre un 3-4% de la población española consume benzodiacepinas (psicofármacos) de manera habitual.
Y esas cifras han hecho saltar las alarmas por los riesgos que tienen tanto opiáceos, sedantes o benzodiacepinas si no se administran correctamente. “No hay que demonizar estos medicamentos, porque sus beneficios son muchos, pero siempre que se utilicen de la manera correcta, es decir, la mínima dosis que sea efectiva y el mínimo tiempo posible, tras valorar el riesgo de adicción al paciente y realizando un seguimiento estricto”, afirma el doctor Miguel Harto, médico psiquiatra de la Unidad de Salud Mental del Hospital Nisa Valencia al Mar- Ivane Salud.
Los opiáceos alivian rápidamente muchos tipos de dolor agudo. Son fármacos que actúan bloqueando la percepción del dolor y estimulando sensaciones de bienestar y placer, y son muy beneficiosos para, por ejemplo, paliar el dolor en el cáncer, el dolor postquirúrgico o para cuidados paliativos, “el problema aparece cuando se recetan para patologías que son de carácter crónico o de una intensidad moderada, ahí conllevan un alto riesgo de dependencia o abuso, pudiendo desembocar en un trastorno adictivo”.
Por su parte las benzodiacepinas tienen muy buenos resultados en cuadros de ansiedad, insomnio o depresión puntuales. Disminuye el nivel de activación del organismo, produciendo un alivio de la sintomatología ansiosa junto con otros efectos como la relajación muscular y la sedación. Pero, tal y como señala el doctor Harto, esos trastornos pueden alargarse en el tiempo y si no se acompaña la medicación de un tratamiento psicológico o psiquiátrico “se puede llegar a abusar de ella y llegar a generar una adicción”.
Ambos son fármacos con un potencial adictivo muy elevado, de ahí la importancia de prescribirlos adecuadamente. Si eso no ocurre, bien por la duración del tratamiento o bien por las dosis elevadas, pueden ocurrir efectos indeseados. Por un lado la dependencia, el paciente se acostumbra a tomar el fármaco y no puede dejarlo porque en el momento que lo hagas aparecen los síntomas de abstinencia. Otro efecto es la tolerancia, con el paso del tiempo el fármaco deja de hacer efecto (el cuerpo se acostumbra a él) y el paciente necesita dosis mayor para que le produzca ese efecto. “Y si la persona es más vulnerable o hay un cuadro de ansiedad o depresión detrás hay que tener cuidado porque se puede generar una dependencia o adicción”. Y por último puede producirse un fenómeno que se observa cada vez con mayor frecuencia que es la coprescripción. “Muchos pacientes que tienen un problema de dolor, suelen asociar también problemas de ansiedad o de insomnio. Se prescribe un opiáceo y a la vez una benzodiacepina, un hipnótico o un antidepresivo… todo eso es un auténtico cocktail para poder manejar todo lo que le pasa. Cuando se le intenta retirar la medicación, el paciente no quiere porque se encuentra estable y se siente bien y ahí puede aparece el trastorno adictivo”, explica el doctor Harto.
Y no solo hay que tener cuidado por su potencial adictivo, también por sus efectos a nivel cognitivo (pérdida de concentración, problemas de memoria, descenso del rendimiento…), a nivel psicomotor (falta de reflejos o de habilidad motora) u otros problemas como mareos y vértigos, alucinaciones... “Además hay que conocer bien a quién se recetan, porque son fármacos peligrosos para los ancianos por el riesgo de caídas o para personas que consuman alcohol, porque los efectos de las sustancias se multiplican y son más perjudiciales”.
¿Cómo se sale de esa situación? El doctor Harto apunta que la única solución es que el paciente quiera curarse, “si no pone de su parte es imposible curarse. Tiene que ser consciente de la situación, saber que el consumo de estos fármacos escapa a su control y reconocer que necesita ayuda”. Ayuda como la que ofrece el programa de desintoxicación de Ivane Salud. Este programa está diseñado para realizar un abordaje terapéutico integral, personalizado, donde se trata la adicción y a la vez el trastorno mental o emocional que suele ir asociado a ella. Pero para ello necesitan el compromiso y la motivación suficiente porque es un proceso largo y no se puede bajar la guardia.
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