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Pablo Sánchez (Ciudad Jara): "Siempre me ha dado miedo la fantasía de la idolatría"

2/03/2022 - 

VALÈNCIA. Pablo Sánchez tomo una decisión difícil: la de dejar La Raíz y empezar una nueva vida musical. De ahí surgió Ciudad Jara, un proyecto que ha estado tremendamente determinado por la pandemia, pero que ha logrado reivindicarse como algo realmente nuevo y valioso. Ahora, el grupo publica Cinema, algo así como la confirmación. Un proyecto que, sin embargo, no continua nada porque nada es igual, ni en el mundo ni el corazón y la cabeza de Sánchez. Más consciente que nunca de sus vulnerabilidades, también las que sufre en el propio ejercicio musical, el músico de Gandia atiende las preguntas de Culturplaza.

- En 2021, pudisteis placar las restricciones y hacer una gira importante con Dónde nace el infarto.
- Tal cual. En un momento súper difícil, un proyecto nuevo… Viene la pandemia y hay que hacer un proyecto nuevo dentro del mismo. Teníamos que centrarnos en redes sociales, teatros y cosas que nunca hubiéramos pensado. Sentarme en un teatro con la gente en una butaca y con mascarilla no era lo que tenía en mente a nivel creativo. Tenemos la suerte de tener un equipazo y Ciudad Jara se pudo adaptar.

- ¿Qué lección de esta experiencia ha cambiado el proyecto original y se ha quedado a pesar de poder plantear algo parecido a una situación normal?
- Nos ha marcado muchísimo. Emocionalmente, como a todos, también. Hemos transformado el grupo en algo para lo que no estaba pensado: algo muy acústico, casi mirando hacia el formato cantautor. Ahora tenemos que volver a construir el proyecto que dejamos hace tres años: el de un grupo que quiere actuar en un gran escenario, con un formato eléctrico. Es un continuo cambio que a mí personalmente me genera dudas y tensión.

- ¿Ha permeado musicalmente este vaivén?
- Totalmente. Tocar durante dos años de manera acústica y sin muchas relaciones sociales te hace pensar en tu grupo desde esa emoción. No sería realista estar sacando canciones rockeras y hits mientras estoy tocando los fines de semana en un teatro con mascarillas. Lo que te sale son cosas muy íntimas, con una dinámica muy baja, estribillos muy sutiles… Parece que el inconsciente te está ayudando a visualizar ese contacto estrecho íntimo que teníamos con el público, y eso se nota. Por eso este disco es un trabajo de un momento muy concreto: en un momento de pandemia; y cuando lo vas a sacar, parece que la gente quiere desfasar y se van a encontrar con canciones con una energía íntima. A lo mejor le transportan a la época de pandemia y a la gente no le gusta. [Risas] Pero bueno, yo por eso digo que es un disco para escuchar en solitario.

Foto: KIKE TABERNER

- Conceptualizar el disco… ¿es una opción estética para revestir las canciones de alguna manera o ha empapado el proceso creativo desde el principio?
- Más bien lo primero. También porque lo segundo sería muy complicado porque te determina muchísimo la propia composición y no sería ni agradable. 

- Sería una ópera, entonces.
- Exacto. Sin embargo, en Cinema las canciones están hechas primero y luego lo he revestido con ese concepto. En Foto con Melena, una canción que le dedico a mi madre, canto: “Llévame al cine que no se quemó”, que era su cine. Tenía un cine que se quemó y le digo que me lleve otra vez a ese lugar. Entonces se me ocurrió en el título del disco. Además de porque es una disciplina artística, y he hablado mucho de esta y otras muchas a lo largo de mi carrera (por ejemplo, en La canción del pensador). Es un recurso que utilizo mucho, el de hablar de la vida del artista, de sus contradicciones… Cinema quería ser, además de un homenaje a mi familia, una reflexión sobre el artista.

- Donde nace el infarto parte de un viaje artístico muy concreto tuyo. ¿Desde qué sentimientos nace Cinema?
- Desde muchas vulnerabilidades. La musa, en este caso, es imposible separarla de la época pandémica. He tenido una muy mala época, como creo que todos la hemos tenido. A lo mejor yo tengo la habilidad de plasmarlo en una canción y lo hago más evidente, pero al final, estoy hablando de cosas que siente mucha gente: soledad, inquietudes, la idea recurrente de volver a ser un niño, nostalgia por mi época juvenil cuando ya he cumplido los 40… Tengo ganas de expresar sin miedo mis miedos; y a nivel musical, quiero atreverme a hacer cosas que nunca he hecho.

No es cambiar el estilo y ponerme a hacer música Techno; sino que, dentro del estilo que siempre he utilizado. Atreverme —por ejemplo— a hacer tres canciones sin estribillo, cuando eran mi fuerte en La Raíz, sin tener que cambiar de género. Siento rechazo a la idea de repetir, quiero hacer cosas diferentes, y justo ahora he estado en un momento vital diferente.

Foto: KIKE TABERNER

- Te quería preguntar por una canción en concreto, Adiós. En este disco abstraes muchísimo más las letras a cuando estabas en La Raíz.
- Los artistas tenemos a veces esa angustia por sentirnos extra-idolatrados. No es que nos endiosemos, es que nos endiosan. La canción empieza hablando de yo como dios ante el fan, pero a la vez hago un paralelismo hablando como un dios, como un ente más grande, en el que la gente deposita su fe. Por eso digo canto: “Y si hay un dios/cantará en cuanto ponga sus pies en tu fiesta”. En el videoclip, huyo del escenario donde me idolatran, y me quedo en el rincón de la paz.

Es todo muy abstracto, pero me gusta explicarlo porque vengo de un pasado artístico donde era muy evidente todo lo que decía. 

- En tus canciones haces continuamente referencias sobre el trabajo artístico. Me pregunto si es porque no te sientes cómodo con cómo se te ve desde el exterior, con aquello que tu no puedes controlar de tu proceso artístico, que es cuando las canciones empiezan a ser de la gente.
- No, no me siento cómodo. Lo que dices es un análisis del momento anímico del proyecto. Y es así. Soy una persona muy insegura, con muchos miedos. Y siempre me ha dado miedo la fantasía de la idolatría, de sentirme en deuda con la gente. Me angustia porque te quita libertad para decidir que no quieres hacer más, o que quieres hacer algo diferente, o que un año no puedes girar. Todo eso no lo podemos hacer. Esa especie de atadura a algunas personas no les importa tanto y a mí mucho. Por eso te decía antes lo de hablar sin miedo de mis miedos. Y son totalmente sinceros. Y lo digo incluso en los directos: “yo estoy aquí porque tengo que estar”. No es una parte que logre disfrutar del todo. 

Hubo un momento en el que sí, cuando en La Raíz empezamos a ser conocidos y empezábamos a crecer y te iba conociendo más gente. En esos primeros años disfrutaba mucho del directo. Ahora tienes cuarenta tacos y es todo más exigente: no quieres fallar, no tienes tanta defensa, eres el centro… Es más difícil.

- Un disco que tiene tanto que ver con el momento en el que se ha creado, ¿cómo te lo imaginas perdurando en el tiempo?
- No me lo imagino nunca desde el punto de vista del oyente, pero para mí va a envejecer muy bien. Lo que hago con Ciudad Jara, como son tan sinceras las canciones. No solo en este disco, también en el anterior, he hecho canciones que sé que me van a seguir gustando cuando pasen los años. Y eso no me pasaba tanto con La Raíz. Con La Raíz sacaba una canción con 27 años y con 32 ya no nos gustaba. Y había que seguir cantándola. Y con 38 tenía que seguir cantándola. Ahora no me pasa eso. Dentro de cinco años, me voy a seguir emocionando con Cantantes, por ejemplo, porque habla de cuestiones que han estado presentes toda mi vida.

- Bueno, haciendo referencia a eso que decías de la idolatría, no es una mala opción.
- Es que el grupo está siendo un poco así. Gente muy consciente de la música que está escuchando y los sentimientos profundos que conlleva, y se genera algo muy especial y muy íntimo. Yo vengo de tocar con La Raíz, en la que la gente que iba no solo a pasar un buen rato de fiesta y baile, sino también a formar parte de una tribu y a desahogarse ideológicamente. Era muy importante, y me gustaba, pero tampoco lo echo de menos.

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