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el cudolet / OPINIÓN

Paco el Foguerero, a los 88 años dándole a la azada

5/03/2022 - 

Francisco Castellar Siruana no es un superhéroe, podría serlo, pero es de carne y hueso.  Mortal. El Foguerero, así le apodan los compañeros es un superviviente del campo. Nacido en Castellar-Oliveral, hijo de Jesús  y nieto de Ramón, este peculiar hombre menudo, sabio de hortaliza y hecho a sí mismo, mantiene viva con reservas, la esperanza en el sector agrario. Aún así no recomienda a ningún joven que se dedique a ello. Puede ser muy dura la respuesta, pero vela por el futuro de la juventud, perderán tiempo y dinero.  El mote le viene de lejos. De su abuelo.

A las ochenta y ocho primaveras se mantiene como un pincel, cuerpo, cabeza y extremidades. La claves, buena alimentación, ejercicio físico y pasar una vida junto a los vegetales en pleno Parque Natural de L’ Albufera. El Foguerero está poco contaminado. Saca pecho del primer apellido, el de su pueblo. Y músculo del segundo, Castellar ha rotulado una placa con el nombre de su tío por ser un magnífico escultor. El viernes pasado no pudo acompañar al resto de jornaleros que se manifestaron en València por la supervivencia del campo valenciano. Paco empezó a labrar la arena de El Recatí muy joven. A los dieciséis años de edad. En plena posguerra. Él y su padre venían al Tancat a sembrar y cultivar pimientos, carlotas, tomates, y bledas entre otros. Después de la cosecha iban al Mercado de Abastos a venderlas. A los años pasaron de ser arrendatarios a propietarios. Pagaron por cada fanecada un millón de las antiguas pesetas. Ahora valen mucho menos. Lo afirma con dolor y tristeza.

Había quedado con Paco para hablar de la situación que está atravesando la agricultura local. Poco hay que decir. Mucho que contar. El campo está arruinado. Sentado en una silla con una corbella en la mano, y un poco de esparto está ultimando unas carlotas para llevar a casa. Todos los días comienza a trabajar a las nueve de la mañana y termina sobre las seis, sin antes, ayudar a su esposa en las tareas del hogar. Tiene un escudero Pepe Lorente, viejo amigo. Recuerda con cariño poder salir a bailar sorteando a su padre , con la excusa de ir a cuidar los melones por las noches.

En los ochenta adquirió un puesto en el Mercado de Jesús que hoy gestionan su hija y yerno. La vida está muy cara, Pedro, el año pasado un saco de abono costaba seis mil pesetas, hoy casi tres mil. Se despide de mí con resignación, cargando la furgoneta de cajas de verduras y  hortalizas sin antes cerrar los candados que blindan sus campos. Paco mañana volverá a darle a la azada a las puertas de los 89 años que cumplirá el próximo mes de junio.

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