el callejero

Paco Plaza, el padre del tardeo en València

7/05/2023 - 

Este reportaje es como un trabalenguas: Paco Plaza habla del Biplaza para Valencia Plaza. El Biplaza es un bar de copas chiquitito que hay en la esquina de la calle Cuba con Puerto Rico. Cuba es la última calle que conserva algo de autenticidad en Ruzafa, un barrio que se ha vendido a la restauración y al ocio en detrimento de la cultura, que suele ser más genuina pero menos rentable. Y allí, en ese chaflán que hay frente a una palmera, nació el tardeo en València. Esta afirmación, reconocida por muchos, encontrará también sus detractores, claro. No hay una fecha de fundación del tardeo. Esto es un fenómeno social que fue transmitiéndose por contagio de norte a sur. De Albacete a Murcia, de ahí a Alicante, de Alicante a Valencia y así, poco a poco, fue expandiéndose por toda España. En Xàtiva, de hecho, presumen de que ellos ya se emborrachaban por la tarde, en el carrer Botigues, al lado de la Plaça del Mercat, antes que en València.

Los dueños del garito son Paco Plaza y Juancho Plaza. Dos Plaza, de ahí el nombre de Biplaza. Los Plaza, y seguimos con el trabalenguas, son dos veteranos de la jarana en la ciudad. El menor, Juancho, que tiene 54 años, tiró por la música con un grupo con mucho cartel que se llamaba Las Máquinas y, más tarde, se puso a trabajar en la Sgae. Y Paco, el mayor, que ahora tiene 64 y no piensa en jubilarse, se dedicó más a pinchar en clubs. Aún lo hace y muchas noches, cuando baja la persiana pintarrajeada del Biplaza, donde aún resisten dos banderitas con los colores de la 'senyera', restos de alguna fiesta pasada, se marcha a trabajar a Play.

En medio, entre su primer trabajo como camarero y pinchadiscos en un local llamado Tango, que estaba en la calle Pelayo en tiempos del Naranjito (1982), y sus años de DJ en antros de corte underground como Picadilly, Club 47, o Látex, hubo un paréntesis de veinte años en los que se empleó como representante de joyería. Igual que su padre, que no tardó en sacarlo del Tango para que se pusiera a bailar en negocios más lucrativos. Aquel padre consiguió convertir a Paco en hombre 'de provecho'. Aunque sólo a medias. Porque sí, el joven se ganó bien la vida vendiendo joyas por toda España, pero luego regresaba a València el viernes y se ponía morado por las noches. Le venía de familia. Sus primos Josevi y Porfirio -Plaza, claro, para terminar de redondear el trabalenguas- habían montado, a finales de los 70, La Marxa, un mítico discobar del Carmen que estaba en un palacete de la calle de les Cuines, una perpendicular poco transitada de la calle Caballeros que años después desembocaría en La Flaca, un tugurio rockero, oscuro y de suelo pegajoso que se dividía en dos plantas y que también, cuando llegó la decadencia del barrio, acabó cerrando.

'Carmenícola'

Paco siempre se movía por el Carmen. "Mis padres vivían en pleno centro. Mis abuelos tenían una tienda de cerámica en la Plaza Redonda y mi otra abuela, una carnicería en la plaza de Santa Catalina. Ahí se conocieron mis padres y se casaron. Yo era de la falla Lope de Vega, aunque luego me hice antifallero. Mi hermano trabajó en La Marxa y después, en los 90, formó un grupo de música que se llamaba Las Máquinas, que estuvo muy bien. Yo estudié en Escolapios, en la calle Carniceros y me quedé a las puertas de la universidad porque en ese momento no quería ir. Luego me arrepentí, pero en ese momento no lo vi claro".

Los jóvenes como Paco, vecinos del Carmen de pura cepa, se reunían en la plaza de la Virgen, donde echaban un montón de horas. Sus colegas venían de los círculos musicales de la ciudad. "Como David Duplexx y Bartual, que eran de La Morgue. O Luis Badenes, amigo íntimo, que estaba en Glamour. Nos encontrábamos en la plaza y luego nos movíamos por el barrio. Yo siempre he sido 'carmenícola'. Al principio, a finales de los 70, iba a la Casa Vella, el Turat, el Forn, Stones, que estaba lleno de yonquis, Capsa, aque era de jipis... ¡Madre mía! Y tenía una novia que trabajaba en Barraca, así que también iba allí todos los fines de semana. Luego ya abrió Metrópolis e iba mucho por ahí". 

Durante un par de décadas la joyería fue viento en popa. "Hasta que llegó la crisis. Entonces las joyerías pasaron de vender oro a comprarlo. Porque la gente lo vendió todo. Yo estuve hasta 2003 o 2004. Por esa época me acababa de separar y con otras personas montamos Ligre. Ahí había gente que venía de grupos de música o un ganador del Goya como Pablo Llorens, el que hizo la campaña del euro. Un colectivo de DJ muy salvajes y muy frikis. En una sesión metíamos a Las Grecas, Leticia Sabater y cosas muy divertidas que a la gente le encantaba. Se fijaron en nosotros y empezó a salirnos trabajo por todos lados. Hicimos una fiesta en El Loco que ganaron tanta pasta con nosotros que nos propusieron hacer una todos los meses". Antes de esta segunda juventud, Paco Plaza sólo pinchaba para los amigos en las fiestas privadas que montaba en su chalet de La Cañada, donde tenía una mesa de mezclas con dos platos y vinilos.

Hace diez años, en 2013, Paco cogió a su hermano Juancho y le propuso montar un pub. "Con toda la gente que conocíamos estaba claro que nos tenía que ir bien. Elegimos Ruzafa, que ya estaba de moda, y teníamos claro que queríamos que tuviera terraza, aunque tardaron dos años en concedérnosla, y que fuera también algo cultural, que no fuera solo un sitio de copas. Al principio hacíamos actuaciones, aunque eran ilegales. Tardaron dos años en darnos la terraza. Resistimos como pudimos".

La idea del tardeo

La idea del tardeo llegó en 2015. Los Plaza eran amigos de unas chicas que son DJ y que se hacen llamar  'Guateques que yo te pinché' porque se desmarcan del resto poniendo música de los años 50 y 60. "Hicimos una prueba un día que tenían un cumpleaños para veinte personas. Hablamos de hacer una paella y luego una sesión. Ese día vino toda València y a partir de entonces ya fue así casi todos los sábados. El tardeo no existía en València pero nosotros lo forzamos. Cuajó y al final todo el mundo comenzó a hacerlo".

A la gente le gustó el sitio, con reminiscencias a los años 50, una época que le fascinaba estéticamente a los hermanos Plaza. Todo sigue más o menos igual en esa planta baja del edificio de cuatro alturas en el que se ha hecho fuerte el Biplaza. A los vecinos no les entusiasmó ese 'invento' del tardeo, pero los propietarios del pub lo insonorizaron y no tardaron en entender que era imprescindible un portero que pusiera orden para que aquello no se desmadrara. Porque se desmadraba. Paco y Juancho fueron haciendo pruebas y muchas veces acertaban. Como aquellas Navidades que decidieron celebrar la 'Tardevieja' -hacer una fiesta la tarde del 31 de diciembre, un momento perfecto para juerguistas y padres que dejaban a los niños por la tarde y los recogían para cenar y tomarse las uvas en casa-. "Fue un éxito rotundo, un escándalo. Las cuatro aceras de la plaza estaban llenas de gente porque todo lo demás estaba cerrado. Pedían aquí y se salían a la calle porque no cabían".

Su hermano, que tiene una hija de doce años, decidió que no podía seguir el ritmo y dio un paso atrás. "Le venía muy mal trabajar aquí y se buscó algo por las mañanas. Aunque seguimos siendo socios y a final de año repartimos pérdidas...", bromea Paco. Aunque aún perdura el recuerdo de su hermano en un retrato partido hecho con media cara de cada hermano. Al lado justo, en la cristalera que hay detrás de la barra, llama la atención un dibujo 'retrofuturista' con un biplaza, en realidad un BMW 600, un coche con forma de huevo de finales de los años 50 que se abría por el morro.

Paco habla de lo que antes era la noche y ahora es la tarde. De su generación, la de su hermano y la de los jóvenes fieles del Biplaza, que beben menos que los veteranos en sus años de juventud. Paco tiene dos hijos de estas edades: Carla, que tiene 34 años y da clases de alemán en el Caxton College, y Paco, que está estudiando en Barreira y que durante un tiempo pinchaba a dúo con su padre. "Yo soy de la generación que vivió la muerte de Franco. Éramos como una botella de gaseosa que se iba agitando y que, cuando se abrió, se desparramó. No había información sobre las drogas y mucha gente se enganchó a la heroína. Conozco a tíos de familia de pasta que se murieron. Luego vino el sida y murieron muchos también, como David Duplexx, de La Morgue. Perdí a muchos amigos. Yo he hecho de todo y he comido de todo, pero siempre he sido muy precavido. Un amigo me decía el otro día que yo era el más formal de la pandilla. Pero yo tenía una novia en Barraca, así que imagínate en la época de la mescalina... ¿Qué te voy a contar?".

El final de Rita Barberá

El Biplaza se hizo un nombre y comenzó a recibir a clientes de toda calaña. Uno de ellos es Giuseppe Grezzi, el político y ecologista que cogió y le llamó la noche que supo que Rita Barberá había caído derrotada en las elecciones por primera vez en 25 años. "Paco, coge el equipo de música y ven corriendo que tengo un tractor esperando en la plaza del Pilar y nos vamos a la plaza de toros a poner música. Aparecimos a la una de la mañana con un tractor y yo estuve poniendo música hasta las tres y media. La gente tomó la plaza esa noche". Paco habla de la plaza de toros, pero es muy probable que se refiera a la plaza del Ayuntamiento, donde sí está documentado que hubo una celebración de la izquierda.

Placo Plaza asegura que sus garitos de cabecera fueron La Marxa, Continental y, más tarde, Le Club y Látex. Y así, pasando de pub en pub, de década a década, ha ido conociendo la evolución del ocio en la ciudad. "La gente no se creía lo del tardeo porque en València era costumbre salir tarde, incluso cenar en casa, quedar a las doce de la noche y acabar de after. Me decían que eso era imposible que cambiara, pero no ha sido así. A la gente le viene muy bien comer por ahí, salir por la tarde y a la una irte a dormir. Al día siguiente te levantas descansado y mucho mejor. Los jóvenes beben menos que los de las generaciones mayores y pienso que, como está pasando con el tabaco, que cada vez fuma menos gente, las drogas también irán a menos con el paso del tiempo".

El trabalenguas termina. Paco no se ha enredado y con una memoria bastante lúcida ha hecho un somero recorrido por la València más canalla. Este veterano sostiene ahora un puntal del copeo en Ruzafa, un local no muy espacioso, sin grandes alardes, que cuida mucho la música y que puede presumir de ser la zona cero del tardeo.

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