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el dramaturgo habla de sí mismo en su última obra

Paco Zarzoso, desde la encrucijada

29/04/2019 - 

VALÈNCIA. Tras años de una prolífica y brillante carrera, Paco Zarzoso se mira a sí mismo. Lo hace en Piedra y encrucijada, su nuevo espectáculo teatral, que se ha estrenado este pasado fin de semana en Espacio Inestable. Zarzoso toma el atrevimiento de escribirse e interpretarse, mientras delega la dirección en su hijo Marcos Sprosto. El mismo dramaturgo responde a las preguntas de Culturplaza.

- Toma el reto de interpretarse a sí mismo, ¿qué supone a nivel actoral y creativo?
- Es complejo. A priori podría parecer que interpretarse a uno mismo es más fácil porque llegas al primer día de ensayos teniendo ya el físico, la memoria emocional, los estigmas, el vestuario, la voz del personaje.... Pero luego, para que tu trabajo sea eficaz teatralmente te planteas: Bien, ya tengo ganado todo eso, pero: ¿Cuáles de todas mis máscaras conocidas y desconocidas voy a utilizar? ¿Qué heridas o cicatrices debo, puedo y me atrevo a mostrar? ¿De todas mis voces cuáles de ellas deberían resonar? Conclusión: Quizá sea más fácil interpretar las máscaras de otro personaje que no sea tú mismo...

- ¿Surge este proyecto, entonces, del interés por echar la vista atrás?
- En esta Piedra y encrucijada hay momentos que se echa la vista atrás y el personaje se encuentra con fantasmas del pasado, como también el personaje vislumbra los anhelos y peligros del futuro, pero como en cualquier encrucijada el punto caliente está en el presente. ¿Qué decido en este momento con mi vida? ¿Qué decisión tomo? ¿Si? ¿No? ¿Más adelante? ¿En realidad la vida no es una sucesión de pequeñas y grandes encrucijadas?

- Una encrucijada es encontrarse en un camino ya recorrido pero del que queda por recorrer, ¿se siente así? ¿En qué ámbito siente su encrucijada?
- Lo importante no es mi encrucijada, ni mi vida, que posiblemente es bastante vulgar y anodina, lo importante es de qué manera mi encrucijada conecta con las encrucijadas de los asistentes.

- Se trata de una obra que utiliza el formato de autoficción, que por otra parte está muy de moda en muchas disciplinas artísticas, ¿qué aporta de nuevo? ¿Cuál es su límite?
- Decía Chejov algo así como: "No hay formas nuevas ni viejas, sino las que surgen del alma". Imagino que con la autoficción estás obligado a acercar la mano al fuego a lo esencial, a comprometerse con lo importante, a lo que surge de esa misteriosa alma. Y eso en muchos casos aporta a la escena intensidad, tensión dramática, misterio, verdad... Pero el gran reto de este formato, insisto, es que aquello que muestres interese, conmueva y divierta a los otros.

- Le dirige su hijo y se interpreta a sí mismo, ¿le han dado vértigo estas apuestas?
- Sí claro. Los autores cuando creamos una obra en muchas ocasiones la imaginamos... Si además el autor, como en mi caso es también director y actor es muy difícil ponerse en manos de otra personas. Pero era imprescindible que alguien estuviera fuera. Y me pareció que Marcos era ideal porque por un lado tiene una gran sensibilidad para lo escénico y por otro lado que, aunque parezca paradógico, no me iba a dejar pasar ni una.

- ¿Una obra de teatro sobre sí mismo es, intrínsecamente, una obra íntima?
- No tiene por qué. En mi caso aparecen rasgos de la intimidad pero también aparecen otras que comparto con mis hermanos humanos... Mis preocupaciones sociales, políticas, metafísicas.

- También a nivel formal, la obra rompe con la cuarta pared, según destaca en el dossier de prensa, ¿con qué sentido lo hace en esta ocasión? ¿Siente que el teatro, de manera habitual, tiene una relación menos cercana con el espectador del que debería?
- Mi preocupación no es tener una mayor cercanía o lejanía con el espectador sino la calidad de ese encuentro. En esta obra la cuarta pared, como si se tratara de un telón sube y baja continuamente... A veces es telón de acero, en otras una gasa a punto de inflamarse, otras veces es una tela de arpillera que deja pasar las sombras chinescas de ese vecino contemporáneo...

- La Companyia Hongaresa es un buen ejemplo de iniciativa cultural que, al estar establecida en Puerto de Sagunto, puede hablar de la descentralización de la cultura, de la que siempre se habla pero poco se conoce, ¿en qué punto cree que está y hasta dónde debería llegar?
- El disfrute de la cultura, como la sanidad, la educación, o tener cubiertas las necesidad básicas y de confort, debería ser un derecho universal que llegara a todas las personas, tanto en grandes urbes como en pequeñas poblaciones... Es muy triste pensar que hasta hace poco, en los epicentros de las grandes ciudades se concentraban los teatros, los cines, los museos, los bares con alma... Verdaderas ciudadelas para resucitar después del desgaste cotidiano... Ahora los nuevos epicentros son los centros comerciales...Ya vivas en una ciudad o en un pueblo, no es lo mismo encontrarte con tus convecinos en un teatro o en un cine que en la cola del cajero de un KFC.

- No puedo dejar de preguntarle por La Nau de Sagunt, un espacio ya comprado por la Generalitat pero que aún no tiene proyecto alguno. Desde su papel de actor cultural, ¿cuál es su opinión? ¿Qué proyecto cree que se podría desarrollar allí?
- Menuda encrucijada: Me surgen varias dudas desde mi desconocimiento. Para que ese espacio maravilloso, desde el punto de vista escénico sea eficaz, parece inevitable que hay que intervenir el interior construyendo varios espacios, varias salas de representación. De manera que por cuestiones visuales y auditivas se pueda disfrutar de una representación teatral.... Pero con esa intervención se corre el riesgo de cargarse uno de los grandes tesoros de esa nave, que es su deslumbrante vacío... Por ello creo que lo suyo sería organizar varios encuentros con diferentes especialistas en la materia antes de tomar cualquier decisión. Mientras tanto, la nave, muy pronto debería poder abrirse a la ciudadanía con propuestas nacidas de proyectos meditados tanto desde la Generalitat y el Ajuntament de Sagunt así como desde propuestas de colectivos artísticos y culturales.

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