VALÈNCIA. Es tiempo de decidir, así que vamos a tratar de ayudarles compartiendo los aspectos que vemos claros desde nuestro lado (todos ellos económicos, ninguno ideológico). La idea general es sencilla: un político gobierna la economía casi tanto como un niño gobierna un elefante. En otras palabras, puede tirarle un poco de las orejas aquí y allí, y en general llevarle de paseo con los turistas (nosotros), pero si el elefante decide ir en una dirección, irá. El resto es demagogia para conectar con el máximo de gente posible y conseguir el poder, que suele alternar entre derechas e izquierdas.
Dicho esto, veamos qué ha pasado con ese baile de ideologías en lo económico. En primer lugar, veamos la evolución del paro juvenil a lo largo del tiempo (variable fundamental):
El paro general se ha utilizado mucho en campaña, pero creemos que el juvenil es mucho más importante. Si pensamos que llegó al 56% que ven en 2013 (cifras oficiales del INE, como todas las que citaremos) nos haremos a la idea de su impacto en el paro general y en la economía.
Para los que han buscado un patrón que confirme sus preferencias: las cosas no son tan sencillas. Veamos la evolución del trabajo a tiempo parcial en el mismo periodo (cinco presidentes, desde el año 86 hasta hoy):
¿Dónde está el patrón? No lo hay. En otras palabras: cada vez que se acusan de fomentar la precariedad laboral, ambos tienen razón (y ambos mienten). El mercado es cada vez más flexible y, si queremos, más precario. Pero eso no va con los colores.
Vamos ahora a por el PIB:
Quizá les sorprenda, pero el PIB agrega tantas magnitudes diferentes que acaba indicando poco. La verdadera clave la encontramos en un capítulo concreto: la construcción, que tiene el mayor impacto sobre el PIB al alza y a la baja. Veamos este efecto multiplicador desde el 96, una montaña rusa mucho más rápida:
¿De verdad es esto una cuestión de colores? Todos sabemos que la variable clave que influye sobre este sector son los tipos de interés, controlados desde el BCE, y que el endeudamiento excesivo por ambos lados (compradores y vendedores) provocó una burbuja letal. El resultado es un lento y rencoroso desapalancamiento del sector privado, que aún dura:
El gráfico anterior es el gráfico de cómo casi todas las economías desarrolladas han ido reduciendo su endeudamiento privado, porque casi todas nos pasamos de frenada con la deuda y hemos aprendido la lección.
Al mismo tiempo, todas las economías (sin excepción) tenemos más deuda pública ahora, diez años después de la crisis provocada por un endeudamiento excesivo. Observen, por ejemplo, el balance del BCE, y cómo su deuda se cuadruplica:
Llegados a este punto, ¿seguimos pensando que son los políticos nacionales los que gobiernan el elefante? ¿no es más bien al revés, teniendo en cuenta que el brazo de la política monetaria lo tienen atado a la espalda (BCE)?Dicho así, cualquiera diría que los políticos se limitan a mentirnos en campaña con promesas de poca utilidad (quién iba a pensar eso). En realidad, sí tienen capacidad de acción en aspectos fundamentales para la economía y para el bienestar social, que por cierto van de la mano, pero han de respetar el principio fundamental de correspondencia.
Veamos tres palancas que podrían utilizar si quisieran.
1. Sin azúcar
Cuando veo 'sin azúcar' automáticamente leo la etiqueta para averiguar 'con qué' se compensa. En economía pasa lo mismo: si gasto mucho, hay que averiguar con qué dinero lo pago. Y si prometo bajar impuestos, he de justificar cómo compenso los ingresos que pierdo. Eso suelen prometer izquierda y derecha, por cierto. A día de hoy, en un fin de ciclo, conviene reducir el gasto y bajar impuestos simultáneamente. En otras palabras, ser prudente gastando y al mismo tiempo favorecer la actividad económica para así amortiguar los daños. Si estuviéramos en un ciclo alcista sería justo al revés, la propia economía generaría lo suficiente para poder incrementar el gasto y subir impuestos, evitando un recalentamiento. Gasto e impuestos han de ir de la mano. Pues bien, dudo que nadie nunca prometa en campaña (si quiere ser elegido) algo tan lógico como la correspondencia sencilla entre ingresos y gastos, que todos aplicaríamos en nuestra economía doméstica, y que está 100% bajo el control de nuestros ministros.
2. Una Administración de nuestra talla
Dicen en inglés que 'overhead walks on two legs' o 'el gasto fijo camina con dos piernas'. Para las cuentas públicas, los gastos fijos son los empleados públicos. Otra de las cosas que está en manos de los candidatos es el peso de la Administración. Explicado a un niño (como prefiero) sería algo así: la sociedad tiene una parte que produce ingresos y otra que no lo hace. A través de los impuestos, la parte que produce mantiene a la otra parte. La Administración se encarga de hacer que esa redistribución fluya, entre otras funciones burocráticas. Por otro lado, cuando la economía crece la Administración ha de crecer con ella. Sin embargo, cuando la economía mengua, la Administración… sigue creciendo. ¿Alguien, en algún momento, y con posibilidades reales de gobernar, ha prometido racionalizar esto? Nunca, porque nadie se quiere suicidar políticamente.
3. Sembrar prosperidad
Educar bien, sin ideología, sin querer fabricar futuros votantes, sería fantástico pero no va a ocurrir. Algo un poco más realista sería educar en economía básica, fundamental para salir al mundo y muy fácil de enseñar desde primaria. Una vez en secundaria, estimular la cultura del emprendimiento, canalizando la que probablemente sea la etapa más determinante en la formación de nuestra personalidad. Sé que muchos dirán que es prematuro, y que no están preparados. ¿Cuál es la alternativa? Creo que seguir produciendo adolescentes de 25 años, no. La universidad no es necesariamente la opción más deseable, no garantiza un empleo y no gestiona su oferta de plazas de acuerdo a las necesidades del mercado. ¿El resultado? La frustración de los que no encuentran trabajo 'de lo suyo', como si el mundo les debiera un salario y muchas vacaciones. Algo que a pocos autónomos y emprendedores, futuros empleadores, se les pasa por la cabeza. Una sociedad próspera empieza cuidando de sus emprendedores, porque de ellos depende el futuro de todos los demás. ¿De quién si no?
Alejandro Martínez es socio director de inversiones y cofundador de EFE & ENE Multifamily Office
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