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Pau Roca retrata la cara silenciosa de las giras con La Habitación Roja

Hablamos con el músico valenciano con motivo de la publicación de su primer libro de fotografías, donde muestra medio centenar de instantáneas tomadas durante las giras de la banda en distintos puntos de la geografía española 

14/11/2019 - 

VALÈNCIA. El libro se titula porque es el revés de lo que conocemos como un “diario de gira”. No hay en él rastro alguno de escenarios, camerinos ni amplificadores. No hay autorretratos, ni compañeros de banda, ni fans. En su debut oficial como artista- fotógrafo, Pau Roca prescinde de toda figura humana, pero a cambio vuelca todo su interés en las vibraciones intangibles que ésta deja cuando abandona un lugar.

“Es interesante pensar en la cara B como en la realidad frente a una ficción, que es el espectáculo del concierto”, explica el autor en uno de los textos que acompaña a la cuidada edición que sacará a la venta en diciembre la joven editorial valenciana Handshake Fun. En esta selección de cincuenta instantáneas, tomadas durante las giras en las que se ha embarcado el guitarrista de La Habitación Roja durante los últimos dos años y medio, vemos carreteras, interiores, paisajes y habitaciones de hotel. Es decir, nos encontramos ante un libro conceptualmente muy distinto al de fotolibros como Keep your Eyes Open -en el que Glen E. Friedman documentaba la trayectoria de Fugazi entre 1986 y 2002- o Hasta la boya y volver, en el que el fotógrafo Albert Polo registraba la gira del tercer LP de Nueva Vulcano, Los peces de colores.

“Me interesaba reflexionar acerca de qué es lo que pasa cuando aparentemente no pasa nada -añade Roca-. Y pensar en el silencio. Creo que se pueden vincular ambas cosas. A veces tengo la sensación de que las fotos suenan a vacío, pero suenan. Tienen sonido”. “Nunca me planteé hacer un libro de gira. Ni siquiera lo pensé, pero una vez editado el trabajo puedo vincularlo con las tesis de Robert Frank y los momentos in between en oposición a la espectacularidad visual contemporánea, especialmente en las imágenes tomadas en conciertos. Me gusta la idea de pasar de ser observado a observador y que las luces que me hacen visible en un escenario se tamicen y se conviertan en algo que a veces es casi imperceptible en las fotografías. He pensado bastante en eso y en la particularidad de que cuando empecé a hacer fotos durante la gira de Memoria, trabajaba principalmente en exteriores y con velocidades de obturación rápidas, y cómo poco a poco y sin darme cuenta empecé a ralentizar la obturación y a trabajar con exposiciones más largas. Creo que cada vez necesito sentir más el tiempo”.

Una vieja afición retomada

Aunque esta es la primera vez que sus fotografías se plasman en un libro, la afición de Pau Roca viene de lejos. “Empecé a estudiar fotografía cuando acabé mis estudios de Imagen y Sonido, pero era por hacer algo mientras me dedicaba a sacar adelante La Habitación Roja, para que no me echaran de casa (cosa que pasó igualmente), más que por un interés desmedido por ella. No terminé el curso y la dejé un poco ahí, al menos como parte activa, porque siempre me ha gustado como lector o espectador. Volví a ella hace poco, puede ser por la facilidad que me daba hacer fotos con el teléfono, y me puse a estudiar en el EASD-València un grado en Fotografía y Creación Audiovisual y volví a ella de golpe”.

Antes de meterse de lleno en el mundo de la fotografía analógica e incorporar a su equipaje habitual la Hasselblad, la película de medio formato y el trípode, Pau Roca ya hacía muchas fotos con su móvil. Para sorpresa de muchos de sus seguidores y conocidos, su página de Instagram se convirtió en el escaparate de un artista visual en ciernes, dotado de una mirada especial y una elegancia natural a la hora de retratar a amigos o captar la magia de lugares aparentemente neutros a través de los juegos de texturas y luces. Algunas de esas fotografías formaron parte de la exposición colectiva Wasted Youth. Un autorretrato de la escena underground valenciana, que acogió Las Naves en 2015. Eso sí, en esa ocasión sólo se expusieron retratos. Un género que en este libro se ha visto completamente desplazado a favor de los ejercicios compositivos sobre espacios vacíos y no-lugares. “Tengo que ponerme al día con los retratos -reconoce Roca-. Tengo cientos por editar y subir a algún sitio. De hecho, tengo a media escena musical española retratada”. 

No sin mi Hasselblad

“Uno de los motivos por los que me pasé a un formato más grande fue mi participación en la exposición Wasted Youth. Tana Capó [profesora en EASD], ya me había dicho que hacía fotos muy chulas y que era una pena que las hiciera con el teléfono (en ese caso era un iPhone 5).  Me dijo que algún día me arrepentiría de no poder usarlas para algo más que no fuera internet, debido a las limitaciones de tamaño de la imagen. Al final me compré una Hasselblad analógica y le he pillado el punto. Me sirve para volverme a casa con las fotos necesarias y no 2.000 demasiado parecidas. Hay fines de semana que me llevo la cámara y vuelvo con dos fotos hechas; otros vuelvo con tres carretes, que no son más de 36 fotos. Si sale alguna buena, sirve para imprimirse a gran calidad”.

Hablemos de referentes. En el campo de la fotografía, Roca cita a Todd Hido y Alec Soth y, cómo no, a clásicos atemporales como Robert Frank. “El otro día vi en Bilbao la exposición de Tomas Struth, que ya me gustaba y me ha parecido increíble”, añade. “Aunque, hablando de referencias, me gusta relacionar, aunque sea mentalmente, la fotografía con otras disciplinas. Mi padre nos hizo ver mucho cine clásico cuando éramos pequeños y yo he seguido viendo mucho cine. Creo que me gusta que las fotos tengan esa cualidad "cinematográfica", como las pinturas de Hopper, la literatura de James Salter o demás escritores americanos”.

"Marc Greenwood es el que más sufre en las giras mi afición a la fotografía"

A veces la fotografía también puede ser un escudo antimisiles, una trinchera detrás de la que podemos desaparecer por unos minutos y disfrutar del placer de mirar sin que nos miren. Es fácil deducir que a Pau Roca le ha servido para aislarse de vez en cuando de todas esas cosas prosaicas y rutinarias que también conlleva la vida del músico que está constantemente saltando de ciudad en ciudad. “Me ha ayudado a tener algo con lo que "jugar" en ciertos momentos de gira que son repetitivos: carretera, hoteles, paradas en áreas de servicio etc. Una forma de hacer buenas fotos es tener la fotografía siempre presente. Llevar la cámara y el trípode en la maleta o furgoneta y pensar mucho en lo que te interesa retratar”, reconoce. “De todos los miembros de LHR; Marc Greenwood es el que más sufre mi afición, porque comparte habitación conmigo. Y las habitaciones y las cortinas son una de mis obsesiones, a juzgar por la cantidad de fotos que tienen esos motivos. Lo desconocía. Alguna vez me han tenido que esperar para que hiciera fotos o parar en algún sitio por ese motivo. ¡Por eso les dedico el libro!”.

B saldrá a la venta en diciembre en dos ediciones de 112 páginas: una especial -limitada a 60 ejemplares, numerados y firmados por el autor, con una copia de conservación de 20 x 24 cm de una de las imágenes del proyecto-, y la edición normal (36 euros), de la que se han impreso 500 unidades en formato 200 x 400, con encuadernación en tapa dura forrada en tela y con cubierta con golpe seco y stamping. El libro contiene además textos escritos por el ex subdirector del IVAM Álvaro de los Ángeles; Ricardo Lezón (McEnroe); Sebas Puente Letamendi (Tachenko) y Tana Capó. Los pedidos ya se pueden reservar a través de la página de la editorial Handshake.

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