Dos son los motivos por los que esta semana he de barrer un poco para casa. Lo hice mucho en la infancia, digo lo de barrer, la pinocha, mi principal enemigo sobre las aceras de la casa de verano de La Cañada. El primero, por el fantástico arranque liguero de la escuadra más laureada de la ciudad de València. Seamos prudentes. Todo apunta al buen camino. Eso no quiere decir que ahora escuchemos en las gradas de Mestalla el clásico grito de guerra ¡Peter quédate! !Peter quédate!
El segundo y principal, es el de aportar un granito más de la fina arena de El Recatí, a la magna y brillante historia deportiva y social del Club. También por los mestallistas y por supuesto por mi viejo. Además de coincidir con las bodas de oro del campeonato de liga del 1971. En aquella temporada mi viejo entró a formar parte de la dirección deportiva del Valencia CF. Fue coach del Mestalla juvenil. Yo no había nacido. El resto de mis hermanos sí. Mi hermana Dolo estrenaba biberones. Muy llorona salivaba Carmela Rodrigo, mi vieja, cuando le daba a las filloas flameadas con un poquito de azúcar. Mi viejo estaba muy orgulloso de ello. Igual de orgulloso guardó hasta su muerte la ficha de Guillot en la temporada que ambos coincidieron en el equipo de Los Leones. Ahora la custodio yo. Buena herencia.
Tras pasar los años, en la reserva, conocí a Merchina Peris, en la semana cultural que organizó la comisión fallera Exposición- Micer Mascó. He forjado una gran amistad con ella. Es mi gran confidente deportivo. Siempre recurro a ella. Es una enciclopedia. Debería participar más en la estructura social del Club, es decir otorgarle un puesto en el organigrama. En una de las múltiples conversaciones que he mantenido a lo largo del tiempo con Merchina, le comentaba que nuestros padres se debieron conocer. Ella, asentía con la cabeza, y contestaba, seguro. Pero no había prueba alguna que lo certificara. Ellos ya no están entre nosotros. El padre de Merchina, Vicente Peris, forma parte del escudo de Mestalla. Con eso nos quedamos.
Tras fallecer Carmela tuvimos que repartirnos, entre todos mis hermanos, los enseres más personales y preciados de nuestros progenitores. Ley natural. En mi caso me quedé con muchos documentos. Me interesa la historia de la familia. Durante el encierro, mi madre murió un mes antes del severo confinamiento, me dediqué a leer correspondencia familiar. Y una tarde cotejando papeles me encontré el motivo de escribir esta columna. Una carta con el matasellos del Valencia CF, con razón social en la Avenida José Antonio nº 19, y fechada un diecinueve de junio de 1971.
En el interior del sobre viajaba la tarjeta de entrenador de mi viejo y una carta que rezaba así: este consejo ha tomado el acuerdo de organizar las direcciones de los equipos...finalizando el 30 de junio el compromiso que le une a nosotros, no le será renovado...Agradecerle los servicios prestados... En castellano puro, mi viejo cesaba de entrenador porque Alfredo Di Stéfano pasaba a tomar el control de la cantera. La misiva, más extensa en el contenido la firmaba Vicente Peris. Al momento de leerla llamé por el celular a Merchina. Con esta evidencia quería rendir homenaje a mis viejos, por ser hoy, el día que contrajeron matrimonio allá por el año 1963. Y porque hoy, mi hermano Santiago y mi cuñada Amparo Oliver celebran las bodas de plata. Al final de la corrida todos formamos parte de alguna historia. Mi viejo de la liga de 1971'. Tenía que escribirlo. Hoy era el día.