Un dicho malicioso del periodismo dicta que ‘no dejes que la verdad te estropee un buen titular’, lo que en estos momentos tan tristes que vivimos y llevándolo a la política vamos a decir que ‘no dejes que una pandemia te estropee tu construcción nacional’. Todos nosotros estamos centrados en reclamar, exigir, rogar y machacar con que se den las máximas protecciones a los enfermos para que no se les vuelen los hospitales; a los profesionales para que se vacunen a todos los sanitarios de la pública y la privada; y a los empresarios para que tengan las ayudas que necesitan para no tener que cerrar. ¿Todos?
No. Como la aldea de Ásterix, un pequeño grupo de políticos rodeados por la peor crisis económica y social desde la Guerra Civil resiste, hoy y siempre, a la situación. Es el valiente Vicent Marzà, conseller de Educación, que con la que está cayendo no afloja y continúa su sectaria política para imponer el valenciano en la Vega Baja. Ens la estàn ficant per darrere, para que me entienda.
Mientras los profesores están más preocupados en no contagiarse ellos ni sus alumnos, la Conselleria de Educación les reclama los planes de plurilingüismo para marzo, todo para empezar a dar un 25% de las clases en valenciano para el próximo curso. La misma imposición que movió miles de personas en Orihuela y que se aprovecha ahora para seguir adelante por el obligado silencio de las calles.
No respetan ni a muertos ni a vivos. Ni a los padres ni a los profesores, los mismos con los que se les llena la boca de defender.
La verdad es que saturan a los maestros y profesores con burocracia, los vuelven locos con resoluciones, instrucciones y protocolos y los convierten en enfermeros poniéndolos a tomar temperaturas y a gestionar aulas covid. Nunca han estado más expuesto que con el gobierno del señor Marzá.
Más aún, los claustros ni siquiera se pueden reunir físicamente, lo hacen de manera telemática para evitar peligro. Pero a esto le da igual al bravo guerrero nacionalista, que solo teme que el cielo caiga sobre su cabeza.
Y aún así, porque durante una de la mayores borrascas que ha afectado nuestra Comunitat, obligaron a profesores y estudiantes a regresar a las aulas los días 7 y 8 de enero poniendo en riesgo su salud con temperatura bajísimas y ventanas abiertas. Desoyeron las voces de los sindicatos, incluidos el del propio conseller, e hicieron de la vuelta a los centros educativos una parodia de normalidad que si hubieran visitado un solo centro escolar y hablado con maestros y niños se hubieran dado cuenta de lo surrealista de la situación. Estarán orgullosos de ver a los estudiantes valencianos con mantas y guantes dando clase sin poder salir al patio ni en los recreos con la que caía.
La covid-19 no va con él.Y no es que esté aburrido porque no tiene nada hacer, como su compañera Rosa Pérez Garijo, que nada tiene que decir sobre el caso del hermano del presidente Ximo Puig pero sí sobre el nombre de las tormentas. Marzà podría explicar en Les Corts qué piensa hacer para poner depuradores de aire en todas las aulas; explicar qué medidas va a tomar para detener la expansión del virus dentro de la aulas, donde uno de cada diez contagios entre los menores ya se producen dentro; y qué va a pasar con Educación Infantil y Especial, donde los menores no van con mascarillas.
Detalles menores frente a lo que de verdad le importa a este conseller. Mientras arde la Comunitat, canta con su lira trovas en valenciano y espera que tras el desastre pueda erigir su Casa d’Or en el País Valencià.
Afortunadamente, la resolución del coronavirus no depende del Nerón valenciano. Pero de ello dependemos todos, y en esta lucha deberíamos estar.
Un refrán de mi tierra explica claramente que cuando un loco sigue una vereda, se acaba la vereda y sigue el loco. Cuando pueda Marzà, que baje a la Vega Baja y se lo explicamos.
Cuídense mucho.