Pasó el 9 d’ Octubre, la fiesta de todos los valencianos, alicantinos y castellonenses, y tras él, la celebración de la Hispanidad, la Fiesta Nacional de todos los españoles.
No podemos olvidar que históricamente conmemoramos la entrada de Jaume I en la ciudad de Valencia el año 1238 para liberarla del dominio musulmán. Por su parte, el día 12 de octubre de 1492 fue el descubrimiento de América por parte de España, y así lo conmemoramos.
Han pasado ya 5 días del nuevo “renacer” de nuestra Comunitat Valenciana y la necesidad de “nueva transición territorial” en busca de una España Federal, en palabras del president Puig. Y la casa sin barrer.
Parece como si se quisiesen borrar estos seis años de Gobierno botánico de un portazo. Y así evitar o tapar los males de una gestión que no ha resuelto las principales necesidades de todos los valencianos, como se nos prometió, sin distinción o discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento u otra condición (como así reza el principio uno de la declaración de los derechos de los niños).
Hay muchos factores externos que pueden haber influido de una forma más directa en esa gestión, pero las promesas incumplidas tarde o temprano pasan factura. Y más cuando se utilizan argumentos perversos o injustos como única herramienta para tratar de desviar nuestra atención de la realidad actual.
Es verdad que Madrid actúa como eje centralizador de la España autonómica, nadie lo pone en duda. Como así lo hace Valencia con Alicante o Castellón. Pero ¿es responsable Madrid y todos sus habitantes del mal modelo de financiación autonómico que afecta directamente a la Comunitat Valenciana? ¿Son responsables los madrileños de que la inversión que llega a nuestro territorio sea inferior a su peso poblacional como pide nuestro Estatut? ¿Es responsable un madrileño de Getafe de que nuestra deuda suba cada año a razón de 2.000 millones de euros? ¿Es responsable una empresa madrileña que los sueldos que se pagan de media en nuestra Comunitat sean 5.000 euros más bajos que los suyos o que el salario medio del joven valenciano sea de 860 euros, incluso inferior al SMI? ¿Es responsable la señora Ayuso de la alta temporalidad en los contratos de nuestros jóvenes o su alta tasa de desempleo?
Y así podríamos seguir con el recurrente dumping fiscal denunciado, pero que no es más que una herramienta fiscal aplicada con éxito por algunas autonomías que se traduce en bajar impuestos y eliminar aquellos que son más injustos, como el de patrimonio o el de los muertos – el de sucesiones y donaciones- buscando una reactivación de la economía, como ha aplicado Andalucía. Aquí, por su parte el Botànic opta por subirlos y no eliminarlos haciendo una Comunitat menos atractiva a la captación de nueva inversión que cree riqueza para todos.
Pues bien, esa perversidad o injusticia ejercida por Madrid que nos quiere hacer creer como relato histórico el Gobierno del Botànic -y secundado ahora por el propio presidente Sánchez- sí que es real con las provincias de Alicante y Castellón. Pero no solamente ejercida por el Gobierno de España, que no los madrileños, sino por el propio Consell del Botànic con el reparto de los recursos en los distintos presupuestos valencianos.
Es perverso tildar de todos tus males a otros y enfrentar a territorios hermanos enmascarando así la inoperancia de un cambio de modelo de financiación, que sustenta unas cuentas valencianas que ahondan en desigualdades dentro del propio territorio valenciano. Es injusto reclamar un nuevo modelo territorial que se cargue las autonomías cuando está en las manos de los dos grandes partidos solucionar la mayoría de los problemas sin resolver.
¿Se imaginan a Alicante o Castellón reclamando la deuda histórica de estas dos provincias a Valencia, por la falta de inversiones justas a lo largo de estos últimos 40 años de Estatut? ¿El modelo federal que propone el president Puig acabaría con la centralización que ejerce la capital valenciana frente a Alicante y Castellón? Simplemente tenemos que fijarnos en los fallidos intentos de la Agencia Valenciana de Innovación (AVI) o de la Consellería de Innovación, por poner un ejemplo, y las duplicidades y costos que están generando por tratarse de descentralizaciones a medias y descafeinadas que solo camuflan una realidad. Y qué me dicen de Castellón…
¿Se imaginan a Alicante o Castellón en esa “nueva transición territorial” reclamando su independencia de la Comunitat Valenciana para tener su propio espacio equilibrado dentro de España, como única fórmula de respeto y reconocimiento?
Los nuevos Presupuestos para 2022, tanto nacionales como valencianos, se están cocinando en esto momentos en una olla a la que han sido llamados a sumarse únicamente aquellos que quieren sacar tajada de España para llenarla de ingredientes. Pero tristemente la olla valenciana sí que tiene representantes de las 3 provincias en su elaboración, aunque únicamente con un único colorante pese a los 5 colores de nuestra real señera.