VALÈNCIA. Mes y medio después de la Dana, los estragos de la catástrofe siguen muy vivos en gran parte de la provincia de Valencia. La imagen del sur de la provincia permanece manchada de barro y lodo y los trabajos de limpieza y desescombro no cesan. Todavía, una buena parte de la industria afectada por el temporal lucha por reponerse y seguir adelante. Los destrozos en muchos casos fueron muy graves con fábricas o pequeños negocios a pie de calle arrasados por las inundaciones del pasado 29 de octubre. Aunque algunas zonas poco a poco recuperan cierta rutina, la normalidad se atisba todavía lejana para muchos.
De hecho, así lo refleja un informe elaborado por la Generalitat Valenciana, dentro del marco de colaboración de la Conselleria de Hacienda y Economía con la Universitat de València para el desarrollo de previsiones macroeconómicas y con el que se pretende cuantifica el impacto para la economía valenciana. Así, estima que la Dana tendrá un impacto de dos décimas sobre el crecimiento previsto para la Comunitat Valenciana este año y también durante 2025, aunque a partir de 2026 se produciría un "efecto rebote", que dispararía el crecimiento por encima del esperado. Una conclusión a la que llegan considerando tanto los efectos inmediatos en sectores clave como el turismo, la agricultura y la industria, como las consecuencias a medio plazo en términos de inversión en reconstrucción y adaptación de infraestructuras.
En concreto, el documento refleja que el impacto sobre el crecimiento económico valenciano será "significativo, pero contenido y limitado en el tiempo". Así, apunta que en 2024, el crecimiento interanual se reducirá apenas dos décimas respecto al inicialmente estimado previamente a la Dana, de manera que pasará del 2,7% al 2,53% en el escenario esperado. Y ello como consecuencia de "la concentración sectorial, ya que los municipios afectados incluyen áreas con alta concentración industrial", así como por los daños que causará esta catástrofe "en las cadenas de suministro, la inversión empresarial y confianza de los consumidores".
Pero, además, hay que tener en cuenta que en muchas economías, el último trimestre tiene un peso significativo debido a la estacionalidad del consumo y la actividad económica. Por tanto, dado que este último trimestre se va a ver gravemente afectado, el impacto sobre el crecimiento anual es "considerable".
Unos efectos que van a perdurar en 2025, cuando la economía de la Comunitat Valenciana, según el informe, volverá a perder dos décimas de crecimiento respecto a las previsiones previas a la riada. Eso sí, se prevé un "efecto rebote" en 2026, con un crecimiento cercano al 2,2%, frente al 1,9% previsto. Este repunte se explicaría por el hecho de que el capital físico preexistente sería sustituido, durante la reconstrucción, por capital físico más productivo. Por tanto, de acuerdo con las estimaciones, el escenario esperado es que la Dana "detraiga de los crecimientos esperados durante 2024 y 2025 en torno a dos décimas, propiciando un efecto rebote durante 2026, que podría añadir hasta 3 décimas de crecimiento en ese año, respecto al inicialmente previsto".
No obstante, el informe pone sobre la mesa diversos escenarios, donde las diferencias oscilan en todos los casos entre los mencionados dos puntos, y cuyo rebote en 2026 crece cuanto más lenta es la recuperación en 2025.
Mientras, el impacto, en pérdidas esperadas en Valor Añadido Bruto (VAB) en el escenario de recuperación esperada, alcanzaría la cuantía de 949.238,4 miles de euros corrientes en 2024, 2.063.727 miles de euros en 2025, y 461.562,7 miles de euros en 2026, siendo la agricultura y, especialmente, la industria, los sectores que registrarían mayores pérdidas.
Lo cierto es que la riada asoló gran parte de la provincia de Valencia, lo que ha frenado la actividad en buena parte de la región. Así, de los 266 municipios de la provincia, 86 municipios fueron afectados en distinto grado, lo que representaría más de un 25% del total provincial. Se trata, por tanto, de un número muy elevado de localidades damnificadas que, a su vez, concentran una parte importante de la población y actividad económica de la provincia. Por ello, sus efectos no se circunscriben únicamente al área de Valencia, sino también de la Comunitat Valenciana y de la economía española.
Los principales impactos económicos, actuales y esperados, de las inundaciones son múltiples y de gran variabilidad, tanto desde un punto de vista territorial como espacial en materia como infraestructuras y activos, en la actividad económica, el mercado laboral, materia fiscal y financiero, con efectos socioeconómicos de largo plazo. De hecho, sus consecuencias ya son visibles: parálisis de la actividad económica con interrupción de operaciones comerciales e industriales durante, reducción en la producción agrícola, que podría extenderse por varios ciclos productivos, así como impacto en el turismo y servicios relacionados, y disminución del consumo local, por pérdida de ingresos de los afectados.
Asimismo, existen efectos en cadenas de suministro, que pueden afectar regiones no inundadas. El mercado laboral se ve también afectado a raíz de este impacto sobre la actividad económica, afectación que se traduce en pérdida temporal, a través de ERTE, o con ERE de extinción, reducción de ingresos para trabajadores por cuenta ajena y autónomos, y una posible migración laboral forzada, que puede afectar la disponibilidad de mano de obra.
Como efectos indirectos relevantes, los impactos fiscal y financiero está siendo y será de gran calado, debido al incremento del gasto público, a nivel regional y nacional, para dar respuesta a la emergencia y ayudar a la reconstrucción. También, por la reducción de ingresos fiscales derivada de la caída de la actividad económica inmediatamente posterior a la inundación, lo que su vez generará una presión sobre presupuestos locales y regionales, y por el incremento de las primas de seguros y otros gastos relacionados, así como de la financiación.
Por sectores, el informe señala una recuperación dispar. El que saldrá mejor parado será la construcción, que retomará antes la actividad, debido a la demanda inmediata de reconstrucción, ya que, tras la Dana, la reparación de infraestructuras públicas y privadas, empresas, comercios y locales suele ser prioritaria, lo que impulsa de manera significativa la actividad en este sector.
Además, el carácter local de este sector, que depende menos de las cadenas de suministro internacionales y que tiene acceso a materias primas locales, facilita la reanudación de su actividad. Por último, también influye el apoyo gubernamental, ya que las políticas públicas destinadas a la reconstrucción suelen centrarse rápidamente en obras de infraestructura, promoviendo una recuperación más temprana en este ámbito, a lo que se une la voluntad y consenso por contar con empresas locales de esta actividad en la reconstrucción.
En cuanto al sector servicios, la recuperación puede ser más moderada, dependiendo del subsector y del restablecimiento de los flujos de personas y de la mejora del entorno económico general. Así, las actividades basadas en tecnología pueden reiniciarse más rápidamente si la conectividad eléctrica y digital se restaura pronto, mientras que otros servicios esenciales, como educación y salud, suelen priorizarse y también se recuperan rápidamente. El comercio minorista podría recuperarse relativamente rápido si las infraestructuras estuvieran intactas y si la demanda internase reactiva.
En cambio, el turismo podría tardar más, al depender de la percepción de seguridad, reputación del destino y restauración de instalaciones clave. Sin olvidarla importancia que en la imagen de un destino turístico desempeña la adecuada promoción y la transmisión de un a concepción de destino seguro y estable, por lo que la política pública de comunicación turística será muy relevante en la recuperación de esta actividad.
Los más perjudicados serán la agricultura e industria, con una reactivación más lenta, de acuerdo con el documento. En el caso de la agricultura, la destrucción de los campos de cultivo, especialmente vulnerables a fenómenos climáticos extremos, además de los daños en infraestructuras de riegos, almacenes y maquinaría, pueden ralentizar la recuperación. Los cultivos afectados pueden necesitar meses o incluso ciclos completos para restablecerse. Por su parte, respecto a la industria, las zonas afectadas representan una parte importante del tejido industrial de la Comunitat, y los daños a las instalaciones, equipos, redes de transporte esenciales, así como la interrupción de las cadenas de suministro, motivarían una recuperación más lenta.