EL MURO  / OPINIÓN

Pierdan el miedo

Tenemos Festival de Jazz del Palau de la Música a la vista con más conciertos, amplia duración y una programación muy digna. Están avisados

27/05/2018 - 

VALÈNCIA. Siempre se ha considerado al jazz como una música minoritaria, de culto, que necesita de una gran preparación para poder acceder a ella. No es del todo cierto. Lo que sí es real es que al jazz se llega y una vez descubierto atrapa y ya no puedes salir de él. Hasta por el género se abandonan otras músicas o se convierten en menos necesarias. En el jazz todo está siempre por descubrir o reinventar. Nunca una actuación será igual a la anterior ni a la siguiente. La escucha de un disco sonará de forma muy distinta en una segunda lectura. Es una música repleta de matices.

Valencia ha sido y es ciudad del jazz. Siempre ha tenido sus pequeños reductos. En nuestra época: Barro, Tres Tristes Tigres, Perdido, Jimmy Glass, Café Mercedes, Black Note…o festivales como el Panorama de Torrent que impulsó Pep Ruvira. También ha tenido grandes aforos, aunque resulte sorprendente. El teatro Principal de Valencia, por ejemplo, llenaba su sala en los ochenta y primeros noventa cuando por aquí desfilaban a la carrera las grandes figuras: de Oscar Peterson a Sonny Rollins; de Art Blakey y los Jazz Messengers a Chet Baker; de Chick Corea a Carmen McRae, Dizzie Gillespie o Sun Ra, entre otros muchas más leyendas ya desparecidas y que llegaban de la mano de uno de los grandes promotores españoles, el valenciano Julio Martí quien se inició en el negocio con Bill Evans. Antonio Vergara hizo heroísmo con sus ciclos en el antiguo Centro Cultural Bancaja.

 

Y ha llenado o casi otros grandes recintos. Miles Davis lo hizo en la plaza de toros como George Benson; Metheny en Viveros y Wayne Shorter junto a Santana en el campo de Mestalla. Tony Bennett, Herbie Hancock, Charlie Haden, Cassandra Wilson o Diana Krall hicieron lo propio en el Palau de la Música con su aureola de grandes estrellas.

Valencia es ciudad de jazz, digan lo que digan, y sin duda ha aportado al circuito nacional algunos de sus grandes nombres actuales, aunque muchos tuvieran que emigrar a otras ciudades ante la imposibilidad de poder convertir su pasión en un trabajo rentable y de continuidad, como sí sucede en otros países. El jazz ya no tiene fronteras. No hace falta ser americano ni negro para ser respetado, decía Tete Montoliu, uno de los pioneros en España.

Esta semana se presentaba el Festival de Jazz del Palau de la Música y lo bien cierto es que tiene muy buena pinta. Han hecho un buen trabajo en el auditorio y destinado un presupuesto digno, 150.000 euros que, por otra parte, están bien aprovechados. Su oferta tiene coherencia. Es diverso y racional. Ofrece un amplio abanico de ventanas y sensibilidades bajo la batuta de su nuevo coordinador Enrique Monfort.

Trae, además, muchas novedades. Cambian los horarios que pasan a las ocho de la tarde, el festival se amplía a los meses de junio y julio, salta a los barrios, cuenta con una notable presencia de músicos valencianos, paridad y nivel internacional. Tiene hasta guiños para un público más joven y a priori dubitativo, como será la presencia de Salvador Sobral, ganador de la penúltima edición de Eurovisión pero músico de jazz ante todo. Qué más se puede pedir.

 

Estoy convencido de que esta edición va a ganar mucho público y permitirá a nuevos aficionados perder definitivamente ese miedo interno que les impedía hasta ahora sentirse atrapados.

Hay otro detalle como es la participación de la Orquesta de Valencia -ya lo hizo las dos pasadas ediciones, la última con Paquito d’Rivera-, pero la gran novedad llega con la Banda Municipal. Sera su debut en el género. Estoy convencido de que no será su última actuación. La Banda permitiría tener una nueva Big Band de altura, junto a la Sedajazz o la que suele dirigir Ramón Cardo.

Este año se ha celebrado también en el Palau de la Música el ciclo Jazz a poqueta nit que ha sido un buen escaparate para los músicos locales. Por fin el jazz ha tenido una presencia regular en el auditorio y no sólo durante los meses de julio. Ha contado con una notable presencia de espectadores.

El festival de este año ofrecerá 25 conciertos, dos de ellos gratuitos en el Jardín del Turia, y se celebrará del 2 de junio  al 17 de julio. Las jam session salen del auditorio para repartirse por las salas de la ciudad. Habrá jazz por los barrios y los músicos de la Berklee ofrecerán un concierto -por fin amplían a más su presencia en otros espacios institucionales- cuya recaudación irá destinada a becar a un joven músico valenciano.

 

En el plano internacional, además de Kenny Garrett, Lambchop, o Buika, uno se queda con el legendario saxofonista  Benny Golson y los regresos de los guitarristas Pat Metheny, Al di Meola o del pianista Brad Melhdau -también estará en el interesante y variado festival del ADDA-, pero sobre todo con la presencia de un histórico como Ron Carter en un trío de lujo que completa el pianista nicaragüense Donald Vega y uno de los grandes guitarrista del momento, Rusell Malone.

Pierdan el miedo. No digan luego que no estaban avisados.