VALÈNCIA (EP). El gerente de la sociedad pública Plan Cabanyal -integrada a partes iguales por Ayuntamiento y Generalitat-, Vicent Gallart, aboga por sacar a subasta las más de 150 viviendas públicas que existen en el barrio como herramienta para combatir la degradación urbanística y el encarecimiento de los alquileres.
En una entrevista con la Agencia EFE, Gallart admite que ahora, y a diferencia de hace cuatro años, "la propiedad pública es responsable de la imagen de degradación del barrio", puesto que cerca de 130 viviendas, 172 solares y 79 edificios completos siguen en manos de la Administración y solo 20 han sido enajenados en la última legislatura.
Tras cuatro años en el cargo, el ex activista vecinal y gerente de esta sociedad pública considera que la evolución del barrio es positiva "con respecto a otros procesos de regeneración urbana tanto de España como del extranjero", aunque admite que "quizá el vecino no tiene esa perspectiva".
"Quien genera imagen degradada es la propiedad pública, cuya acción es lentísima, porque la iniciativa privada funciona como un tiro, hasta el punto de empezar a generar alarma con la posible gentrificación", apunta.
Actualmente están en manos de la Administración (municipal o autonómica) 79 edificios completos (40 con proyecto asignado), 172 solares (35 con proyecto, que representan 4.600 metros cuadrados de los cerca de 50.000 totales) y cerca de 230 viviendas dispersas, 77 de ellas en los bloques portuarios.
Del total de esas viviendas, más de medio centenar se encuentran ocupadas, 15 están asignadas a diversas concejalías para promover la inserción social y una decena se encuentran alquiladas, con datos del pasado 24 de julio.
El cambio de Gobierno municipal en 2015 trajo también un cambio de política en el barrio; la compra y posterior derribo de propiedades fue sustituido por una intención de regeneración que llevó a la sociedad Plan Cabanyal a establecer un plan de subasta de propiedades.
Este mecanismo permitió la enajenación de 20 propiedades en dos procesos de subastas que suscitaron un interés creciente pero que, en su tercer movimiento, fue paralizado "porque hubo un cambio de criterio; se quería disponer de un parque público de vivienda para combatir la subida de los alquileres", admite Gallart.
"Creo que la mejor estrategia es sacar a subasta al menos todas las viviendas dispersas, porque la iniciativa privada es una herramienta clave en la regeneración del barrio", insiste el responsable de Plan Cabanyal.
Pide que se sigan aplicando las exigencias de que las viviendas sean para uso propio o alquiler de larga duración y se prime a personas que vivan ya en el barrio, que tengan propiedades colindantes o con familiares cerca.
"Esa es la tesis en la que insistiré al nuevo consejo de administración. Tenemos una lista de espera de más de 500 personas interesadas. Además de rehabilitar edificios y el espacio público, hace falta que mejore la economía del barrio, que haya comercio, actividad, y resolver el conflicto social que generan las actividades ilegales y la 'okupación'", añade Gallart.
A su juicio, "está bien que haya viviendas caras y baratas, el barrio ha de ser inclusivo tanto por abajo como por arriba. El Cabanyal no tiene que ser un barrio solo de gente humilde; ha de haber de todo, como en todos los barrios".
Asimismo, advierte sobre el hecho de que "algunas zonas del barrio se han convertido en guetos, y la concentración de vivienda pública que está ocupada por familias marginales no ayuda a deshacerlos. Eso no se puede asumir, porque genera muchos conflictos".
"El incivismo es el peor problema del barrio, y la venta de droga tiene mucho que ver, porque está prácticamente igual que hace años. Quizá hablas con un policía y te diga que no, pero la percepción vecinal es la misma. Basta caminar por la travesía de Pescadores para comprobarlo", declara.
Según Gallart, "la venta se hace con total impunidad, hay clanes muy organizados. Probablemente quien la ofrece no lleva nada encima, pero tienen sus sistemas de avisos, sus viajes en patinete o bicicleta".
Toda esta actividad de narcotráfico "deriva en intimidación y amenazas" porque "para mantener ese sistema hace falta un escaparate de degradación".
"Si bien en la conocida como 'zona cero' la actividad delictiva se está viendo acorralada por las intervenciones privadas y públicas, en este momento se concentra en el eje de la travesía Pescadores que va desde San Pedro al Bloque de Portuarios", reconoce.
En cambio, en la plaza del Rosario "existe un 'empoderamiento' mal entendido por parte de ciertas personas, cuyos comportamientos quedan impunes, y que la han convertido en un espacio hostil para algunos vecinos".