EL MURO / OPINIÓN

"Poder valenciano"

No hay que creer mucho en el denominado poder valenciano porque nunca ha existido. Se trata de ocupar cargos, no de mirar la cuna. Tenemos un nuevo ministro de Cultura valenciano. ¿Y? Nos espera más de lo mismo: discurso filosofal

26/01/2020 - 

Fui testigo silencioso. En aquella ocasión, un alto cargo preguntó a mi acompañante si sería capaz o estaría dispuesto a ocupar un espacio de gestión y responsabilidad en una administración pública. Lógicamente, en aquel momento no respondió. No por nada especial, sino por racionalidad y prudencia, o por no sentirse realmente capacitado para afrontar aquello que no sabía más allá de su solidez profesional e intelectual. Le llamó atrevido. Le respondió que para ocupar un alto cargo no hacía falta nada más que aceptar. Lo demás era consustancial: “Cualquiera puede ser director general, conseller y hasta ministro. Sólo es necesaria la confianza política, o el respaldo del poder orgánico. Lo demás sobra”, añadió. 

Con pegar un vistazo a la lista de nuestros actuales gobernantes e incluso de aquellos que han ocupado cargos tan dispares o antagónicos a sus conocimientos profesionales desde hace lustros, o la forma en que gestionan y las chorradas que nos disparan cada día, está todo dicho. Hasta se puede ser meramente “cargo” por ser pareja de hecho o derecho. Está a la orden del día. Y no pasa nada. Luego, no es cuestión de méritos, sino de ocurrencias o poder. De hecho, nuestros medianos y pequeños gobiernos están repletos de personas cuyo primer trabajo ha sido e incluso es ser cargo público. Y hasta figura en sus tarjetas de presentación y en sus redes sociales como gran logro y mérito. O sea, pagan una cuota y a cobrar y decidir sin virtud ni criterio. Así nos va.  

Tenemos Gobierno central y ahí también hay de todo: desde la ocurrencia hasta el oportunismo; desde la inexperiencia, al movimiento de ajedrez. 

He visto estos días al sector cultural un poco tibio con el nombramiento de Rodríguez Uribes como nuevo ministro de Cultura. No se quejan mucho en voz alta, pero sí en privado. Será que esperan una subvención. Aunque esa declaración primeriza de que la música es una forma de hacer España recuerde al concepto centralista, plano y obsoleto de Marca España.  

Aún así, felicidades ministro, aunque, no por ser valenciano sin  más. Espero ingenuamente mucho más de usted con su autonomía más allá de lo que le digan. Pero, si alguien cree que los lazos sanguíneos o cuneros van a cambiar la realidad están muy equivocados. Planas, por ejemplo, no ha logrado nada para el sector citrícola que se nos hunde cada año aún más. Él continúa.

El parentesco social o patriótico no quiere decir nada para una próxima gestión. He leído que Uribes pertenece a la cuota Ábalos y que hasta la mujer de éste figuraba como asesora personal. No dudo de su honestidad, capacidad de gestión y sobre todo brillantez intelectual. Para algo es un especialista en Filosofía del Derecho, pero permítanme que les diga que a mí también me ha sorprendido su nombramiento y que le deseo toda la suerte del mundo. Pero hace tiempo que dejé de creer en los Reyes Magos y más aún en las bondades del Estado cuando se trata de reparto afín. 

Eso de la valencianía hace tiempo que dejó de interesarme. Sólo creo en los hechos. Por algo soy pragmático. Apenas conozco gobierno que por tener ministros de una autonomía hayan cambiado su realidad por mucho músculo que otros quieran sacar al respecto o que el hecho de acceder a un cargo los convierta en superhéroes de Marvel. Primero han de saber de qué van y cómo se la jugará su entorno. Así que habrá que esperar hasta que sepa lo que le ha tocado en el reparto llevar entre manos, que no es poco. 

Esto de los cambios de carteras lo que sí tienen es una absoluta intencionalidad. Porque, por ejemplo, el anterior ministro de Cultura, el señor Guirao un buen animador de espacios culturales ha sido muy receptivo con Valencia a la hora de pasearse por la autonomía y la ciudad para repartir frases e intenciones, todas ellas, por supuesto, muertas en la actualidad. Como han venido haciendo todos sus antecesores/as que, promesa tras promesa, han sido incumplidas por su sucesor sin muchas esperanzas.

Si no recuerdo mal, ninguno de los últimos treinta años ha mantenido prioridad alguna con esta autonomía o ha cumplido una intención manifiesta. Han sido siempre simples promesas: si pondré más aquí, si haré allí, si miraremos de solucionarlo….En fin, lo de siempre.

Así que tampoco espero demasiado del nuevo hasta que lo demuestre. Para qué negarlo. Iniciamos nueva etapa. Y por supuesto habrá que ponerse al día, cambiar lo que se había cambiado y comenzar a estudiar. Hasta el siguiente. O sea, vamos para largo.

En resumen, el problema no sólo está en el papel de un ministro sino en la fuerza de una autonomía y su capacidad de seducción y empuje ante un Gobierno que nos grava, pero desatiende. Y eso es problema de nuestros gobernantes más próximos, débiles y para nada reivindicativos. Tan endebles que sólo saben del servilismo.

Por cierto, a ver cuánto tarda nuestro nuevo ministro en dejarse caer para loar el valencianismo cultural y de paso ocupar un palco en Les Arts, por ejemplo. Del resto... Puig oculto, de promoción o nombrando asesores. A Marzá ni se le espera. Aunque ellos sean los responsables de poner tildes y puntos. Es su obligación. Si se la creen.