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de la obsesión por el dinero a la falta de formación

¿Podría nacer hoy Glovo?: Lo que antes valía y ya no funciona en el entorno emprendedor

23/10/2023 - 

VALÈNCIA. En apenas dos décadas, España ha conseguido crear un ecosistema emprendedor al que algunos, como Jesús Monleón, cofundador de SeedRocket, se refieren ya como una industria y un sector estratégico. No ha sido fácil, han tenido que evangelizar mucho y demostrar que, aunque solo 1 de cada 10 proyectos que se lanzan resultan exitosos, merece la pena. 

Hasta llegar al grado de relativa madurez en el que nos encontramos, ha sido inevitable la comisión de algunos errores. Cosas que antes parecían estupendas, las consideramos ahora absurdas. Por ejemplo, un Glovo, según Monleón, no habría podido crearse en los tiempos actuales con una cantidad brutal de dinero invertido pese a un ebitda en constante negativo. 


“Hubo un tiempo en el que los inversores parecieron volverse locos. Era todo tan revolucionario que resultaba normal que una empresa gastase mucho más de lo que ingresaba. Entonces todo valía”, continúa el fundador de emargister. 

Ahora, para conseguir capital semilla, “además de masa crítica, el brillo en los ojos, un power point y un pitch impresionante, se pide un producto mínimo viable y, a ser posible, métricas que demuestren la tracción del proyecto”, dice Jordi Ber, cofundador de habitissimo y Scoolinary.

La obsesión por el dinero

Otra de las ideas erróneas que llegaron a alimentarse es que, sin dinero, no hay emprendimiento que valga. Cierto que, en determinado tipo de proyectos o fases de una startup,  puede ser necesario recibir dinero extra, aún a precio de perder parte del control de la compañía, pero acudir al capital riesgo así porque sí y jactarse de ser un emprendedor rondero, tampoco funciona ya. 

Cuando empezó a forjarse el ecosistema, era habitual ver cómo los equipos de sartups nuevas saltaban de incubadora en incubadora en busca de alguna ayuda económica y un espacio en el que alojarse temporalmente de forma gratuita o a bajo coste. La primera aceleradora creada en España fue SeedRocket, nacida en 2008 e inspirada en el modelo de Y Combinator.  Desde ese momento hasta 2020, España superó la cifra de 200 aceleradoras e incubadoras. Con el paso del tiempo, los emprendedores se han vuelto más selectivos decantándose más por aquellas aceleradoras especializadas en su sector de actividad. 

Asimismo, han ido creciendo las aceleradoras corporativas en las cuales los emprendedores ya no miran tanto el dinero inmediato como la posibilidad de negocio a futuro y un entorno adecuado en el que testar su producto. Otro punto novedoso que ponía en relieve el último Mapa del Emprendimiento elaborado por la organización de South Summit, corresponde al aumento de los fondos públicos en su apoyo al ecosistema, cuya participación ha crecido 2 puntos porcentuales respecto a 2020, representando el 7% de la financiación de las empresas, superando al crowfunding y al crédito bancario.

En lo que respecta a los inversores, otro aspecto que valoran cada vez más es el hecho de que el emprendedor, antes de salir a la calle en busca de capital, empiece por arriesgar su propio patrimonio como señal de compromiso y fe en el proyecto. “Hay que ver cuántas startups están dispuestas a avalar personalmente con su patrimonio. Eso da garantía de que ellos se creen el negocio y tienen perspectiva de crecimiento”, dice Ángel Hernández, director de Inversiones en Alter Capital.

En cuanto a los emprendedores, parecen haber frenado la velocidad a la hora de buscar equity. “En nuestro caso hemos ido, como yo siempre digo, a pulmón. Eramos pequeños ahorradores que invertimos el dinero conseguido, básicamente, de trabajar. Entiendo que es una opinión personal porque me parece mucho más cómodo no avalar en primera persona y que avale el proyecto”, dice Alejandro Murillo, CEO de Imotion Analytics.

Mayor formación 

Aunque siempre han existido los emprendedores con un alto nivel de formación y especialización, el hecho de que muchos lanzasen proyectos a edades muy tempranas les animaba a abandonar los estudios universitarios a la vez que ignoraban los conocimientos financieros. También esto cambia.

El Mapa del Emprendimiento 2023 revela que el 79% de los fundadores de startups cuentan con algún máster y/o doctorado, “una cifra que supera en gran medida a la de sus homólogos en Europa (76%) y Norteamérica (62%)”. Asimismo, aumentan los emprendedores con experiencia profesional previa adquirida en las corporaciones.

También el informe GEM España 2022-2023 recoge que “cada año que pasa, aumenta el nivel de conocimiento financiero de los emprendedores. A mayor nivel educativo, los emprendedores manifiestan mayor conocimiento de las fuentes de financiación más apropiadas para sus iniciativas emprendedoras, tanto entre los emprendedores recientes como entre los que están a cargo de empresas consolidadas”.  

Se aprecia, además, un nivel tecnológico mayor en todas las iniciativas actuales. 

La banalización del emprendimiento

Al margen de lo dicho, si algún error grave se ha cometido en todo el proceso de creación de ecosistema es, a juicio de Jesús Monleón, “la banalización del emprendimiento. Nos hemos empeñado en contar lo guay que es esto de montar una startup, en mostrar casos de éxito, en hablar de rondas de inversión gigantescas, y nos hemos olvidado de explicar que emprender es duro, que es un juego de alto riesgo porque la posibilidad de fracasar es mucho mayor que la de acertar; que se puede crear un negocio fabuloso aunque no sea atractivo para el capital riesgo y de prepararnos para un sinfín de altibajos emocionales. No se trata de desmotivar a nadie, basta con advertir que Google’s o Facebook’s no hay más que uno”.

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