VALÈNCIA. Qué mentiroso es el lenguaje a veces. Las palabras pueden ocultar verdades patentes según se utilicen, tergiversar la realidad hasta hacer parecer víctimas a los culpables. Cuando una parece que está curada de espanto con este Gobierno después de año y medio de mentiras, medias verdades y ocultamientos varios siempre te termina de sorprender. Cuando oigo al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pedir “magnanimidad” para los presos sediciosos y prevaricadores siempre pienso que he comprado el diccionario equivocado.
El bochorno se torna en irritación cuando el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, asegura que “los tiempos de la Justicia terminaron con la sentencia; ahora es tiempo de la política”. Es decir, la política por encima del imperio de la ley; el poder sobre el Estado de Derecho. La barbarie, en definitiva.
La política por principios. Pero, en este torbellino de retruécanos lingüísticos, hay dos maneras de ver esta afirmación: la que aplica el Gobierno y la que mantiene el Partido Popular. La cuadrilla de Sánchez y sus cómplices, como el presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, usan la política por principios en el término de que cambian tener unos preceptos morales, éticos y hasta legales por el uso del poder legislativo para mantenerse en la poltrona sin importar las consecuencias ni a qué o a quién se llevan por delante. De tal forma que, al final, no se distingue una de otra.
Enfrente está el Partido Popular, que usamos la política por los principios que tenemos: imperio de la ley; unidad de España e igualdad para todos. Y en el tema de los indultos no caben medias tintas. La Justicia de un Estado democrático ha sentenciado sin género de dudas que los condenados son culpables de delitos de sedición y prevaricación. Rompieron los reglamentos legales de la Cámara autonómica catalana para declarar Cataluña como estado independiente y romper España, tras años de derivar fondos públicos para este objetivo ilegal.
Ningún truco dialéctico podrá cambiar esta realidad. Otra cosa es que Sánchez, Puig y los socialistas quieran que cerremos los ojos, agachemos la cabeza y nos dejemos humillar.
Que la política no elimine nuestros principios. Tenemos sobradas razones para salir a las calles a exigir que el PSOE no destruya la democracia en España, la Constitución y la separación de poderes (casi nada en juego) por intereses espurios, solo por poder vivir a costa de un sueldo público en el Gobierno. Y seguiremos hasta detener esta aberración moral.
Aquí hay una raya. De un lado u otro, sin equilibrismos ni trampas. Política o principios. PSOE, Podemos y Compromís están en un lado; el resto, estamos en otro. Si los primeros ganan, todos perderemos antes o después. Me acuerdo cuando Zapatero decía cuando aprobó el nuevo Estatuto catalán, ilegal según el Constitucional, que “Cataluña estará más integrada dentro de diez años y España será más fuerte”. Diez años tardaron los nacionalistas en una declaración unilateral de independencia.
Quienes ahora aseguran que los indultos solucionarán el problema catalán, dentro de diez años aprobarán que Cataluña entre en la Unión Europea como estado independiente en aras a la hermandad compartida durante siglos.
Así son quienes pervierten todo porque sí, porque yo lo valgo, porque los demás no son nada sin mí. Son los mismos que ceden a los nacionalistas catalanes quienes no dan su brazo a torcer con los trabajadores de la sanidad de Torrevieja, que solo piden mantener su trabajo en las actuales condiciones. Con ellos no cabe la política, sino sus principios de destruir lo que funciona porque, entonces sí, esos son mis principios.
Más les valdría a este Gobierno ‘indultar’ a los hosteleros, a quienes no dejan abrir ni con niveles ínfimos de contagio y sin riesgo de colapso del sistema sanitario gracias a la vacunación; tampoco a quienes tenemos que poner lavadoras, planchar o cocinar cuando podemos porque tenemos que dormir por las noches para trabajar al día siguiente; ni a los agricultores de mi Vega Baja cuando luchan por su medio de vida ante el inminente cierre del trasvase Tajo-Segura.
No. Para nada. Para ellos, palo y tentetieso. Para todos estos colectivos, los principios por política; para los independentistas catalanes, la política por principios. Vergüenza.
PD: Me ha consternado sobremanera el caso de las niñas Olivia y Anna, asesinadas por su padre y arrojadas al mar para que su madre no las volviera a ver. Quienes no vean que tenemos un problema como sociedad es que no entiende nada. Mi pésame a la madre y sus familiares.