Me veo en la sana obligación de hacer un alto en el camino, mejor en el paellero, abordando con un poco de humor y crítica la campaña publicitaria que ha realizado un estudio de diseño (encargo de un laboratorio farmacéutico radicado en Barcelona) asociando la paella valenciana a la indigestión. Tampoco se ha librado de tal órdago el pueblo asturiano y su plato típico, la Fabada.
En València conviven históricamente ciertos símbolos, la Geperudeta, Las Fallas o la Paella. Tocarlos es vender el "almax" al diablo. Cruzar la línea roja es jugártela, y con razón. Inmolarte. Recibirás rápidamente un pinchazo del Centenar de la Ploma, guardianes de las tradiciones y costumbres valencianas.
Yo no sé si dicho estudio buscaba con este anuncio tan rancio el éxito, con un impacto visual mayor del que ha obtenido, creo por ser verano. Y en verano nadie lee, apenas se informa y el público se desenchufa. La gente come paellas. Consume helados. Rompe hamacas. Se moja los pies. Viaja. Pedalea.
Este modus operandi de anuncio provocador cargado de polémica ya lo diseñaba hace décadas una marca de ropa italiana con un resultado muy efectivo. La verdad es que, testeando a colegas. casi nadie era conocedor de tal publicidad. Yo lo desconocía hasta que leí en la prensa la pertinente denuncia del colectivo hostelero local. Entendible por las fechas que disfrutamos.
Como nadie nace enseñado y últimamente he aprendido a escuchar, quedé con un amigo, P, de P, el hombre quiere vivir en el anonimato. Este sabio de hortaleza de la cuina mediterránea porta más de cuarenta años al mando de los fogones en un restaurante de la alta alcurnia. Mi colega con un currículum de sombrero, brillando en la excelencia, ha cocinado para muchos y otros tantos deportistas de alto nivel. Creo sabe algo de nutrición y gastronomía. Más que yo seguro. Tampoco hace falta mucho.
En el encuentro le pregunté si la paella era indigesta, respondiéndome: "Para nada, hombre, si se consume por la noche, podría, pero es bastante raro". Le expliqué el motivo de la pregunta, contestándome que existía en la gran enciclopedia de la gastronomía española platos mucho más indigestos que la Paella. Por ejemplo, todas las recetas que sus ingredientes sumaran una gran cucharada de grasa.
Me quedé más tranquilo con la respuesta y empecé a elucubrar que, quizás, los héroes o villanos del proyecto visitaron València una de esas noches de parranda en El Palmar, apretándose un arroz de pollo y conejo en una paella. Tras el arroz, vendrían posteriormente las cazallas. Y tras las cazallas, el alioli. Y, tras el alioli, las pastillas para frenar la indigestión.