VALÈNCIA. Rezan las primeras palabras de la primera acepción de la palabra pólvora que es una “mezcla explosiva de distintas composiciones”. Bien, pues acaba de salir a la luz POLVORA (sin tilde y en mayúsculas), un nuevo proyecto colectivo, un grupo de amigos dicen ellos, que es en realidad una nueva editorial de libros de fotografía. Tras una década pensando la fotografía en común, se han decidido a dar el paso y fundar una plataforma que quiere ser también, un : “Estamos acostumbrados a ayudarnos, a compartir procesos, y surgió esta idea de montar una editorial humilde que pudiera dar cabida a proyectos que son inéditos, a veces por falta de dinero o visibilidad, no han tenido posibilidad de materializarse”.
La línea editorial va a ser, precisamente, intentar no tenerla: “queremos ser generosos y tener amplitud de miras”, es decir, no marcar estilísticamente nada, sino ser “diversos, transversales e intergeneracionales”. No renuncian, eso sí, a entender la imagen como herramienta política; sin embargo, entendiendo que “todo es política”: “lo emocional, el archivo, el estudio geográfico-territorial… Todo eso está en nuestra editorial”. En definitiva: “Hay una búsqueda porque la fotografía sea útil”.
El proyecto se dio a conocer hace pocos días y ya tienen en imprenta a punto para editar una decena de publicaciones diferentes que esperan presentar a finales de este mes. No serán actos al uso, sino una presentación, una experiencia, un contacto directo con el autor o autora. Más apuestas: tiradas cortas (de unos 100 o 150 ejemplares) y a precios asequibles, que aspiren a ser populares sin perder el cuidado de estar bien editados. ¿Eso significa estar justo entre lo popular de los fanzines y el cuidado de un libro de artista? Ay, las etiquetas: “Utilizamos la palabra publicación porque tanto fanzine como libro tienen un prejuicio detrás”.
València tiene una buena tradición de escuelas de fotografía, también nombres y apellidos que han demostrado talento de sobra. Pero a la hora de pensar en la exhibición, o en materializar ese talento, la ciudad falla a esos proyectos. ¿Es POLVORA una manera de poder darles salida? “Es una consecuencia directa, pero no lo hacemos por ser contestatarios con ninguna institución, sino porque estamos acostumbrados a hacer nuestro propio camino”. POLVORA será la casilla de salida de proyectos que se han quedado en el tintero, inéditos, del talento valenciano y castellonense que hay detrás de las cámaras. También será la plataforma en la que los propios miembros del colectivo den salida a su trabajo. “Queremos editar a personas cercanas, que no quiere decir amigos y amigas, sino geográficamente”, explican.
Más preguntas sobre el contexto. ¿En un mundo inundado de imágenes en todos los formatos y plataformas posibles, cuál es el papel del papel? Pues tres respuestas: “Ralentizar los tiempos, crear un espacio distinto y volver a la materialidad de las cosas”, “Es una cuestión del valor del propio artista. Que un proyecto pase de ser un archivo de InDesign a ser algo material, eso permite desprenderse, cerrar el proyecto”, “También se trata de un espacio de proceso, un ejercicio de dirección, de feedback recíproco entre los autores y nosotros”.
Huyendo de la dinámica de un nombre y un apellido, especialmente extendido (por una cuestión natural) en la fotografía, POLVORA quiere ser “una comunidad” que vaya creciendo, huyendo de individualismos y de egos: “La gente sabrá quién somos, porque somos un grupo de amigos, pero nuestro trabajo no es tan importante. Nosotros posibilitamos, pero los nombres importantes son las personas que publicaremos”.
Después de los 10 proyectos que lanzarán en unas semanas, hay otros cuarenta en cola y cientos en mente. POLVORA quiere ser mecha que prenda, principio de algo, levantar barreras que frenan los proyectos, dejar contar, quemarlo todo.