VALÈNCIA. Pont Flotant llevaba unos años girando, mayoritariamente, con obras cuyo proceso implicaba un elenco no profesional que se sumaba al montaje a partir de talleres. “Era precisamente por eso que necesitábamos parar, descansar. Cerrar las puertas para volver a nuestra esencia para gastar el tiempo más en la creatividad que en la logística”, explica Jesús Muñoz, miembro de la compañía. En ese pensar de puertas para dentro se toparon con un tema universal, un tema total, que arrasa y remite a todo el público posible: la muerte.
Àlex Cantó y Muñoz se ponen sobre el escenario con una creación que han alzado junto a Joan Collado y Pau Pons. “Si bien en otros montajes habíamos tratado el paso del tiempo. A priori, es un tema complicado, lleno de tabús, misterioso. Por eso necesitábamos abordarlo desde dentro, poniendo como base nuestra propia autobiografía”, comenta Muñoz. Eclipsi Total, el último montaje de Pont Flotant, llega este fin de semana al Teatre El Musical para lanzar una pregunta sin respuesta, que alimenta miedos, fantasmas y fobias. Lo hacen tras haber aprobado con nota la prueba con el público en Rambleta y también en Teatro de la Abadía, en Madrid. La semana pasada, además, fue una de las producciones más nominadas a los Premis de les Arts Escèniques de este año.
“He estado a punto de no venir a la obra por el tema que trata, menos mal que al final la haya visto”, decía una espectadora al salir de ver Eclipsi Total. La búsqueda del tono para la muerte es arduo complicado: por una parte, puede despertar las heridas por cerrar de las pérdidas cercanas; o tal vez inundar la mente con un torrente existencialista; o caer en las superficialidades del coaching y los mantras vacíos del desarrollo personal que atacan a quiénes viven experiencias más complejas que los lemas que caben en un tuit.
“Partimos de nuestras familias, de las personas que nos han precedido y las personas que quedarán cuando ya no estemos. Desde ahí, podemos hablar de temas dolorosos y complejos, celebrando la vida. Relativizarlo desde nuestra propia vida fue la clave para encontrar el tono”. Y añade: “Celebrar la vida significa hacerlo en su amplitud. La vida no es únicamente los momentos en los que, precisamente, estamos vivos, sino que otros momentos también cuentan”.
Eclipsi Total “da ese espacio al espectador para que piense en su propia relación con la muerte”. Lo hace a través de una mesa, de una fiesta. Y en el horizonte, un eclipse total que tapa el sol pero le permite hacer, en su contorno, algo de luz. La metáfora, la sensación de la inmensidad del universo, es el punto de partida, el hilo que une lo micro de sus biografías a lo macro de la apabullante sensación de que el tiempo nunca frenará. Ni siquiera el apagón final agotará la luz.
¿Y el público? “La gente se emociona, la gente ríe… Hay quien ríe y llora a la vez”, explica Muñoz. Esa parece ser la clave —por otra parte, una clave que comparte con otras obras de Pont Flotant— de Eclipsi Total: “Una cosa maravillosa de la obra es que, cuando acaba, la gente no habla de lo que ocurre en sí, sino que sale hablando de la muerte a través de sus propias experiencias. Cuando no hablas de la obra después de la función significa que les ha atravesado personalmente, y pone en primer plano esa relación que es tan importante para nosotros del espectador con la pieza”.
Y, claro, desplegando sus propias biografías, tampoco pasa de puntillas por ellos: “¡claro que hay un cambio en el proceso creativo! A entender la muerte, a poder opinar, a reflexionar sobre ella, a sentirla a nuestro alrededor, a asumir que nuestros padres ya no estarán y que será doloroso… En el proceso hemos asumido que la vida es gente de paso”.