Todas las sociedades tienen su antídoto contra el adoctrinamiento de sus políticos. A lo largo de la historia, la misma medicina que se ha utilizado contra los demás, vía adoctrinamiento, tiene su contraparte para desmontar los chiringuitos ideológicos. Cuesta pensar por qué determinados políticos se empeñan en decirnos cómo hemos de vivir, cómo hemos de hablar, cómo hemos de pensar. Todo el esfuerzo que algunos cargos públicos realizan para dibujar una sociedad unilateral, deberían emplearlo en solucionar los verdaderos problemas de los ciudadanos.
A veces cuesta ver cómo, sibilinamente, se preparan leyes, decretos y normativas para condicionar el pensamiento de nuestros hijos. A este Gobierno del Botànic se le ve en demasiadas ocasiones la patita. La que meten estrepitosamente cuando del sistema educativo se trata. Ya son demasiados los revolcones jurídicos al que, con sonrojo, se han visto abocados estos doctrinarios baratos. Ellos creyeron que gobernar significaba imponer. Por eso, todas las normativas educativas y culturales que han ido mostrando llevaban el peso inequívoco de una parte del pensamiento societario. Como si se pudiese legislar para "los míos" y los demás estuvieran obligados a caminar por el único sendero que ellos trazan.
Primero se fundieron las becas a los alumnos universitarios que no estuvieran matriculados en centros de titularidad pública. Como si la beca no le perteneciese al alumno, independientemente del centro al que va. Esa discriminación se puso de manifiesto, también, cuando los alumnos de centros de titularidad privada eran despojados de la posibilidad de hacer prácticas en hospitales públicos. El Tribunal Constitucional ha tumbado esa normativa. Y la ex ministra Montón ya purgará esa pena. Su sectarismo acampó sin repulsa. Hasta que llegó la ley, y la puso en su lugar.
Con la lengua están llegando al paroxismo. Vuelven a desenterrar disputas que nunca debieron salir de la propia academia. La mera imposición del requisito lingüístico en detrimento de la meritocracia expulsará del sistema a grandes maestros y a grandes médicos. Todo ese sectarismo dogmático solo se entiende con la idea de la construcción de una sociedad de pensamiento único. Tienen un concepto de libertad restringido. Solo es libertad aquello que sirve para consolidar su proyecto político, independientemente de cuánta gente se queda en el camino, o si la ley les impide hacerlo.
La respuesta a la pregunta ¿por qué algunos partidos adoctrinan? es sencilla: es parte de su estrategia política para criar adeptos a la causa. Y en esa, Europa siempre pierde. Porque es precisamente el concepto europeo lo que nos hace más libres. Menos doctrinarios y menos sectarios. La estructura piramidal de los que quieren adoctrinar es siempre desde abajo hacia arriba. Es el sistema educativo lo que ellos quieren controlar. Es ahí donde se encuentran cómodos con la irradiación de unos mandamientos a seguir a pie juntillas. Nunca son capaces de pensar en la libertad de los padres para elegir colegio, lengua vehicular y modelo de escuela. Solo necesitan que todo el mundo pase por el aro de recibir la misma cantinela doctrinaria porque de esa manera el voto estará más asegurado.
No están en el adoctrinamiento porque piensen en el bien de los ciudadanos. Están en la imposición porque saben que es así como se crían afines a su proyecto. Una sociedad educada con la máxima de no dejar resquicio para la duda, o la disensión, es una sociedad domesticada en una sola dirección vital.
Cuesta mucho entender por qué no respetan a los que no piensan como ellos. Por qué se ha de ceder ante temas que las propias leyes les prohíben. Tanta sed de imponer están ofreciendo, que la ciudadanía está cansándose de sus leyes anticonstitucionales. Que tengamos que defendernos, de derechos fundamentales, en los juzgados de guardia no dice mucho bien de estos gobernantes valencianos. Precisamente cuando todavía no han pagado a los 270 interinos de Educación. Cuando ahogan a los institutos no enviándoles el dinero que les corresponde. Cuando tienen a los responsables de los menores tutelados sin cobrar. Menos sectarismo y dogmatismo, y más realismo. El día que estos políticos entiendan qué es una sociedad democrática y cuáles son los principios, los ciudadanos los habrán dejado de lado. Y próximamente, en mayo, votaremos si queremos doctrinarios o libertad.
Emilio Argüeso es secretario de Organización de Ciudadanos y secretario primero de la Mesa de Les Corts