VALÈNCIA. Inversión y riesgo siempre van asociados. Ahora bien, si además hablamos de invertir en algo que estadísticamente tiene más posibilidades de fracaso que de progresar, como es el caso de las startups, el riesgo se acrecienta de forma notable. Lo que suele mandar el sentido común es limitar la inversión al dinero que puedas perder y diversificarla. “La gran diferencia entre el capital de un inversor y un emprendedor es que el primero está diversificado mientras que el segundo tiene todos los huevos en la misma cesta”, observa Ramón Blanco, CEO de Bwater Funds y cofundador de Indexa Capital.
Al margen de las contingencias señaladas, existen más razones para que los inversores en España lamenten el elevado coste de apostar por el mercado de las startups. Por ejemplo, una queja habitual es la de la iliquidez y las dificultades que encuentran cuando quieren recuperar el dinero de la inversión, no porque teman la caída del proyecto sino por quedarse atrapados. Los exits en nuestro país, cuando se producen, llegan con media de diez años. En el supuesto de que un inversor quiera rescatar su dinero antes de que eso se produzca, se ven sometidos a un montón de obstáculos, como las cláusulas del derecho de adquisición preferente de los otros socios de la compañía y una serie de trámites y autorizaciones que al final les impide cobrar el precio real de las participaciones.
Para evitar situaciones como la descrita, surge la solución de Bwater Funds donde articulan una herramienta equivalente a un fondo en el mercado secundario que compra, en una inversión más conservadora, las participaciones del socio que desea marcharse. “Con este vehículo lo que conservan los inversores son los derechos económicos de las participaciones en las empresas”, explica Ramón Blanco. “En España no es una bicoca ser inversor en compañías privadas. Es muy difícil recuperar el dinero incluso yendo la empresa bien”. Después de cerca de 4 años de evaluación, han conseguido que el fondo esté regulado por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). En este caso exigen que los inversores sean acreditados y que entiendan el riesgo que asumen.
Pero también en el supuesto de que esa startup protagonice un exit y recibas la parte equivalente a tus participaciones, deberás declarar a Hacienda y abonar el 21% del total de esas ganancias. Miguel Arias ilustraba así la situación: “Aquí, cuando te sale mal te dicen, se siente, mala suerte, patrimonio personal. Sin embargo, cuando la cosa sale bien les tienes que dar el 21%. Ser un business angels en España es un hobby muy, pero que muy caro”.
Y si este es el escenario que afrontan los inversores nacionales, el empeño de la Administración con los procedentes de fuera parece el de disuadirlos. Son tantos los trámites burocráticos que tienen que sortear para traer su dinero al ecosistema español que terminan por desincentivarlos. Una circunstancia que, por poner un ejemplo, no entienden los inversores estadounidenses.
Por una parte, se les exige obtener el Número de Identidad de Extranjero (NIE), un trámite que no es ni sencillo ni rápido, peor aún para los ciudadanos no comunitarios. Por otro lado, chocan con la coyuntura de la diversidad legislativa de un territorio tan pequeño como España .
“Es ridículo el punto al que llega la burocracia española en este sentido. Nos tenemos que dar cuenta de que, igual que las startups compiten por ganar clientes globales, también los países compiten por captar talento y generar empresas. No puede ser que llegue alguien que quiere invertir en una empresa española y la Administración le diga que se tiene que coger un vuelo, ir a una comisaría de Vallecas o de donde sea y hacer una declaración formal de que quiere meter sus millones aquí. Así se pierden un montón de oportunidades”, declaraba Carlos Mateo, presidente de la Asociación Española de Startups.
Normal así que, algunas startups candidatas a recibir financiación de inversores estadounidenses opten por lo que algunos denominan el ‘círculo de Delaware’, con una legislación más que flexible para la creación de empresas e importantes ventajas tributarias.
Por último, Mark Kavelaars, fundador del fondo, Swanlaab Venture Factory, se lamentaba de la mala prensa que conservan los inversores en nuestro país. “En España todavía hay prejuicios de juzgar a la persona que tiene dinero de una forma que no siempre es positiva, da igual que seas el dueño de la empresa o el inversor. Hay que crear nuevos referentes, para que la gente se fije en ellos y vencer prejuicios. Yo hablo con muchos inversores y a la mayoría les veo con vocación de ayudar y fabricar empresas, como yo, aunque la forma elegida haya sido la inversión y el acompañamiento. Aquí las figuras referentes siguen siendo los deportistas, los tertulianos, los políticos…Sin embargo, te vas a EE.UU y te sacan una plétora de fundadores de startups e inversores que son ejemplos a seguir”.