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tribuna libre / OPINIÓN

Por un turismo bronco y copero

25/05/2018 - 

Hemos convertido la vella y nova citutat de València en una especie de roulotte ambulante de dos ruedas. Cierto es, que la industria del turismo dinamiza la economía local. También la erosiona. Que no nos vendan la moto, que lo que importa es sólo el beneficio. Ante el inminente divorcio entre moradores y desplazados al cap i casal, la ciudad necesita velozmente un convenio regulador. Un cojín berlinés a modo de frenazo. No es prohibir por prohibir, pero vecinos y turistas forman un matrimonio roto por la codicia. Viven en un conflicto permanente. Pero debemos oxidarnos juntos. 

Los más desfavorecidos, un segmento cada vez más grande de la población, están sufriendo en sus carnes el euribor turístico. El rechazo bancario o el alza del precio de la vivienda -no del petróleo- en régimen de alquiler los está desahuciando. En breve volverá al éxodo rural. Tiempo al tiempo. No sólo Puigdemont rompe la convivencia nacional. La vivienda está al borde de la quiebra del modelo constitucional del 78. Un serio problema para las generaciones venideras. 

Desde hace mucho tiempo, nuestro turismo, el ferial, está herido de bala. Los anteriores gestores autonómicos y municipales, activaron una industria, la turística, con un fin, abrir 'nuestras murallas' a los nuevos ricos. Bautizaron a València como la California europea. Grotesco. El moderno proyecto turístico repercutió en dotar al cap i casal de una imagen global a la Calatrava. La ciudad a modo de anuncio, muy caro por cierto para los contribuyentes, acogió eventos sin apenas tradición en nuestra ciudad, como la Vela, la Fórmula uno, la Hípica, la Ópera, el Tenis... Modas absurdas, negocios ruinosos, que no han tenido continuidad, dejando un reguero de facturas sin pagar. Un alto coste para conseguir la instantánea de turno, subidos en un bólido recorriendo el circuito al grito, "Welcome to Valencia". 

València debe elegir su propio destino. Imprimir su carácter. No ser una fotocopiadora a color de otras capitales europeas. València, como Génova, debe verse desde el mar. De abajo a arriba. Debe recuperar el trellat, y a la vez, el viejo estilo del bronco y copero. No de copas y broncas. Para ello, existen demasiadas zonas turísticas en la costa mediterránea, que cobijan al turismo de borrachera. Absurdo y obsceno. La ciudad de València está herida de muerte de lunes a jueves. Los becados por Erasmus, son la excepción nocturna del jolgorio low cost. Y no, por culpa de la prohibición del estacionamiento en el carril bus. Pura palabrería. Por muchos más motivos. Cualquier profesional del sector del taxi te hace una funesta radiografía de la ciudad en una sola carrera, lamentándose por la falta de actividad nocturna. Existe ocupación, cuando empieza el largo fin de semana, puentes, fiestas, época estival, y aterriza en Manises, el turismo de borregada -no el universitario- ocupa pisos, apartamentos, hostels, hoteles, campings... No estoy en contra, pero a veces, "valencianeando" me siento como un cristiano en la antigua Roma.

Las tres perlas de Ademuz, no son La Lonja, los Santos Juanes y la Plaza del Mercado, como narraba metafóricamente Vicente Blasco Ibáñez en su novela, Arroz y Tartana. Son contemporáneas, y lo forman el recinto Ferial, el Palacio de Congresos y el Nou Mestalla. Cada uno de estos edificios cojea de una pierna. La feria ha perdido fuelle, el Palacio de Congresos está desangelado y al Nou Mestalla le falta césped. 

Recuperar el viejo estilo del bronco y copero, es un término futbolístico. Nada tiene que ver con el turismo y menos con las finanzas, pero sí, con la idiosincrasia de una ciudad, la de València. La sociedad del seny, en misión diplomática, a cargo del mejor embajador posible, Julio de Miguel Martinez de Bujanda, logró introducirnos en la Copa de Ferias. El que fuera el máximo dirigente del Valencia CF en los años sesenta supo, con esfuerzo y tesón, ganarse un respeto a nivel internacional e introducir nuestra agricultura y fútbol en Bruselas.  El Valencia ha vuelto a Europa por la puerta grande en la temporada de su centenario. Las tres "M", Marcelino, Mateu y Murthy, junto a una magna plantilla de cedidos y gente de la casa, han recuperado el honor del club. El turismo deportivo recalará en nuestra ciudad el próximo mes de septiembre y, dicho ello, sirva para devolver el prestigio a las tres perlas de Ademuz convirtiendo a València en una Ciudad de ferias.

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