VALÈNCIA. Mavi Mestre y Vicent Martínez volvieron a verse las caras en un debate este jueves. Los dos candidatos a rector de la Universitat de València se encontraron en la Facultad de Filología para departir sobre la crisis de los profesores asociados, una huelga que afecta desde hace un mes a cerca de 15.000 estudiantes. La cita en la práctica sirvió para poner de manifiesto las enormes diferencias que separan a los candidatos, y que van más allá de lo meramente nominal. Ambos mostraron puntos de vista completamente dispares tanto a la hora de afrontar el conflicto (Martínez autocrítico, Mestre autoindulgente) como en las soluciones que propusieron. Así, mientras Mestre aludió en diversas ocasiones a condicionantes externos, Martínez reclamó soluciones más imaginativas y “nuevas ideas”.
Con un discurso pragmático y repleto de datos, Mestre aseguró durante su intervención que la génesis del problema se halla fuera de la institución. “Esta situación es el resultado de restricciones normativas impuestas desde el Gobierno [de Mariano Rajoy], como la tasa de reposición y la prohibición de aumentar la plantilla”, dijo. Algo a lo que, según ella, había que sumar “la inexistencia de un marco normativo propio” en la Comunitat, en referencia a que el convenio colectivo sigue sin firmar por parte de la Conselleria.
Mientras, Martínez criticó la postura de echarle la responsabilidad a los demás, llegó a calificar la política de personal de la Universitat de “neoliberal radical”, e hizo hincapié en el hecho de que la situación de la Universitat es excepcional en el conjunto del país. Y que si bien todas las universidades públicas habían tenido problemas parecidos, en el caso de la Universitat “la responsabilidad del equipo que se marcha es total”. “La política de precarización llevada a cabo ha afectado al colectivo de PDI [profesorado docente e investigador] en su conjunto, y especialmente al profesorado asociado. No se pueden eximir de estas responsabilidades y pretender gobernar ahora”, dijo.
Pura praxis, Mestre enumeró sus seis medidas para encontrar una solución, que pasan por equiparar los honorarios de los asociados de la UV con los de la Universidad de Alicante (algo que tendrá un coste de más de 3 millones de euros, dijo), fijar en el convenio colectivo una retribución creciente hasta llegar al nivel del profesor titular de escuela universitaria no doctor, crear la figura del profesorado sustituto a través del convenio colectivo para no tener que acudir a asociados, flexibilizar el programa de estabilización para el profesorado asociado previa negociación sindical, intentar que legalmente se puedan tener contratos de más de un año para favorecer su participación en proyectos de investigación y convocar plazas de ayudante doctor.
La equiparación salarial con la Universidad de Alicante fue la única coincidencia entre ambos candidatos. La medida, propuesta por Martínez incluso con anterioridad (“fuimos los primeros en hablar de la equiparación salarial”, recordó), fue elevada por el catedrático de Astronomía al rango de “compromiso firme” y anunció que sería algo en lo que él y su equipo se pondrían a trabajar en “el mismo momento” en el que accedieran al rectorado. “Si ganamos, nuestra primera decisión para el profesorado asociado será sentarnos y conseguir la firma de un acuerdo que permita romper la huelga. Si ganamos, el día 7 nos reuniremos con el comité [de huelga] en esta misma Facultad y sabemos que el acuerdo será posible”, dijo.
Mestre abundó en varias ocasiones en que sus soluciones eran “viables, realistas” y en las que se podía confiar, al tiempo que negó que no se hubiera hecho nada por los asociados e insistió en lo inexorable de la coyuntura. Por su parte Martínez atacó al continuismo que simboliza para él Mestre y sentenció que “las ideas viejas han caducado”. “Son las mismas personas que nos han llevado a esta huelga. No deberían haberse presentado y hacerlo es una irresponsabilidad por su parte. El profesorado asociado tiene derecho a salir de la huelga con la dignidad que merecen. No se puede dar una docencia estructural con una figura, la de los asociados, no pensada para tal. El profesorado asociado nos aporta enormemente por su experiencia profesional fuera de la Universitat, por su vertiente práctica, y hay que cuidarlo”.
El cara a cara, que estuvo moderado por la periodista y profesora asociada Lola Bañón, incluyó pocos momentos de coincidencia, espejismos, como cuando durante el turno de preguntas del público ambos admitieron que habría que compensar a los estudiantes por las tasas pagadas y el derecho no recibido; “no es justo para ellos” dijo Martínez. También durante el turno las preguntas, un profesor les planteó a ambos candidatos si firmarían un contrato de asociado. Mientras Martínez puso matizaciones antes de apuntar que aceptaría el contrato, sí, “pero con un salario justo”, Mestre provocó rumores al plantear que si alguien lo firmaba era porque había querido esa plaza. Asimismo, Mestre vivió un momento de tensión con la diputada de Podemos Fabiola Meco a cuenta de que no se le hubiera concedido la compatibilidad a ésta.
Cosmovisiones irreconciliables, las posturas enfrentadas por este tema de los dos candidatos corroboran hasta qué punto lo que se decidirá el próximo 6 de marzo, en la segunda vuelta a las elecciones a rector, será mucho más que un programa concreto, casi una filosofía de vida. Así, en su frase final, Mestre aludió a los datos y la realidad e insistió en que ofertaban soluciones reales, mientras que Martínez invocó a la renovación como paso previo a encontrar soluciones alternativas. “Este problema lo ha de resolver otro equipo que tenga más imaginación”, sentenció. Cambiar o no cambiar; he aquí el dilema.