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el tintero / OPINIÓN

Primarias y primarios

La dictadura del PC, es decir, de lo políticamente correcto, obliga, coarta e impone que todos asumamos que las primarias son la panacea para la organización interna de los partidos. ¿Y si no es así?

31/05/2017 - 

El Partido Socialista Obrero Español ya tiene nueviejo secretario general, el renacido Pedro Sánchez, el candidato de las bases (lo básico) y al que no apoyaban los barones, es decir, los que presiden Comunidades Autónomas (una cosa menor, gobernar ya saben). ¿Qué sabrán ex presidentes de gobierno de España, ex ministros y presidentes autonómicos de quien debe liderar su propio partido? Los militantes son quienes deben elegir.

Estamos ante un debate que en los ámbitos politológicos suele darse con detalle y pasión. Análisis sobre los tipos de partido, la estructura de los mismos, los sistemas electorales que también influyen en la forma de organizarse de los partidos políticos y por encima de todo el mantra de la democracia interna que se traduce en: votar, todo, todo el tiempo. Una fórmula que no siempre garantiza acierto ni eficacia. Y así nos va.

Los nuevos partidos, desde la casi extinta UPYD a Podemos y Ciudadanos, siempre se caracterizan por hablar y loar su democracia interna y transparencia –vaya, dos términos que van de la mano y que están en el top of mind de los políticos del cambio–, son los adalides de las votaciones entre sus conmilitones y de exigir paredes de cristal a la administración. Curiosamente sus líderes son los mismos que fundaron y crearon esos partidos, que siguen siendo más personalistas que los tradicionales y cuando se les exige la rendición de cuentas o accountability miran al tendido y cambian el gesto, y así lo constatan algunas comisiones de investigación.

No creo que sea de valientes, pero quizá sí de atrevidos poner en duda la utilidad de las elecciones primarias especialmente por dos motivos que me parecen fundamentales: nuestra cultura política y social y nuestro sistema parlamentario y no presidencial. Está muy bien aquello de copiar las cosas buenas de otros países y sistemas políticos, pero ‘en trellat’. No debemos pretender asumir los usos y costumbres de culturas políticas y sociales distintas y distantes. En nuestra sociedad la familia, los amigos, los entornos profesionales tienen un componente humano de cercanía y afectos más potente que en el mundo anglosajón, por ello los partidos políticos profesionalizan la actividad pública y evitan el exceso de personalismos.

En nuestro sistema político, la democracia parlamentaria, el partido político es el actor fundamental y con errores y matices, sirve (o servía) de freno a los populismos que siempre llegan con un discurso emotivo y efectista por parte de un líder carismático, cuando no mesiánico, que encandila a las masas. Por ello los partidos canalizan la participación política de la sociedad en una democracia representativa como la española.

Reflexiones similares a éstas leía hace unos días a un ex diputado y ex secretario de Estado del PSOE, sí el partido que lidera Pedro Sánchez. Valga este detalle para poner sobre la mesa una realidad que hoy en día está sepultada por las redes sociales y el marketing político: la necesidad del debate sosegado y auténtico. Desde los programas que más éxito tienen en televisión a las propuestas políticas, el factor esencial es la emotividad. Todo busca emocionarnos y conectar con nuestro yo más irracional y menos reflexivo, más primario.

Las decisiones importantes, como sucede en cualquier familia, deberían tomarse con una mezcla de seriedad, bondad y profesionalidad. Y especialmente en política, actividad que debería basarse en  disciplina, esfuerzo y lectura. En estos días que se celebra la Feria del Libro y como acertadamente reivindicaba un famoso escritor, el mejor contacto con los libros es leerlos. Y si los líderes de los partidos leyeran mucho, hablaran menos y debatieran con argumentos y con criterio, no buscarían el agrado fácil de sus simpatizantes o votantes ni el estímulo fácil, sino que buscarían la excelencia y el bien para sus compatriotas. He dicho.

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