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Primavera valiente

15/02/2019 - 

Esta semana se cumplen siete años de unas protestas que se realizaron en Valencia pero que tuvieron eco en todo el mundo. Las protagonizaron estudiantes del instituto público Lluís Vives que, hartos de su precaria situación en clase sin luz ni calefacción, hartos de los impagos y de los recortes en educación del Partido Popular, decidieron salir a la calle a mostrar su rechazo a dirigentes más que irresponsables. Jóvenes, menores de edad, que no imaginaron nunca que su basta ya tendría una contundente represión policial como respuesta. Las imágenes y los videos de las cargas aún nos duelen siete años después.

Viví en primera persona las horas desesperadas de esos estudiantes, de sus progenitores y del profesorado. Tuve la oportunidad y la responsabilidad de ponerme al servicio de una causa más que justa aportando conocimiento y voluntad. Estuve en aquellas dependencias policiales a las que fueron conducidos esos jóvenes y en las que demostraron sobradamente su gran madurez ante una experiencia de semejante calibre. Y participé con orgullo en la gestación de lo que fue una lección de diálogo entre partidos políticos de izquierda, sindicatos y asociaciones de alumnos y alumnas y de madres y padres. 23 organizaciones sumaron para alumbrar la Asamblea por las Libertades y contra la represión El Micalet en cuyo seno se acordó denunciar los hechos ante lo que concebimos como un claro abuso de poder y una desproporción en el uso de la fuerza pública. Una denuncia que se vio archivada el 15 de junio. Los Tribunales no hicieron justicia pero tampoco impidieron que la ciudadanía activa, empoderada y consciente de sus derechos y libertades saliera a reivindicarlos en una manifestación sin precedentes que tuvo un único lema que lo ejemplificaba todo: Som el poble, no l'enemic. Las calles del cap i casal se vistieron de una inédita y maravillosa primavera valenciana.

Hoy estamos en los albures de una nueva primavera que se aventura intensa. La política estatal está dando muestras de las serias consecuencias que para la sociedad tienen los postureos. La desesperación del Partido Popular y Ciudadanos es tan obvia como obscena. Han optado por enarbolar una única bandera, la de la mentira. Han decidido darle la razón a Maquiavelo en aquello de "nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira". La ciudadanía ha de poner freno a los charlatanes. Y más cuando actúan hiperventilados porque unos actores secundarios cabalgan a golpe de robarles protagonismo, en gran medida porque los están desdibujando al radicalizar sus posiciones. Están heridos de gravedad.

Los independentistas han demostrado con su negativa a los presupuestos más sociales lo que les importan las y los catalanes, por no decir el resto de españoles, a quienes condenan a no avanzar en derechos. La bandera independentista les ha pesado más en su particular e incomprensible balanza. Han roto una mayoría en el Congreso que podría haber determinado muchos avances sociales, que ya no serán posibles por el momento. Los de las banderas en los balcones y en las solapas nos han dañado con su decisión a las valencianas y valencianos que nos quedamos sin recursos cruciales para nuestra tierra y para nuestro bienestar.

Casado, Rivera y Abascal. Foto: EFE

Ésta será una primavera marcadamente judicial –por el juicio al procés y los múltiples juicios por corrupción que mantienen en jaque a líderes de gobiernos populares, particularmente a los valencianos- e intensamente electoral, porque todo apunta a que también iremos a elecciones generales en primavera. Este viernes saldremos de dudas y el gobierno responderá a la pregunta -tan ansiada por unos como evitada por otros- elecciones para cuándo. 

La primavera de 2015 nos brindó la oportunidad de devolverle derechos a la ciudadanía y no la defraudamos. De ser tratada como el enemigo por los populares, pasamos a situarla en el centro de la política valenciana. No somos ellos. Me enorgullece haber contribuido a hacerlo posible de la mano de tanta gente, de tantos colectivos que apostaron por un cambio real.

Ayer estuve en la inauguración de la X Edición del Festival Internacional de Cine y Derechos Humanos de València Humans Festorganizado por la Fundación por la Justicia. Mientras presentaban los estrenos, mi mente reflexionaba de manera inevitable sobre las conquistas en derechos humanos que hemos logrado en estos cuatro años en tierras valencianas. 

Hoy se garantiza la Salud sin papeles, porque reconocemos la sanidad universal y además el copago farmacéutico para los que menos recursos tienen. Esta tierra no discrimina a Adanes ni a Evas, porque una Ley LGTBI los ampara ya, también a las personas intersexuales. Hoy también una mujer boliviana llamada Carmen, que residía 17 años en Valencia, ha conseguido no ser deportada gracias a organizaciones que defienden los derechos humanos como CIES NO. La lucha sigue. También para el feminismo, como recordaba la propia Carmen Alborch en la gala en una entrevista grabada. Hoy tenemos un pacto valenciano contra la violencia machista que hacer valer y que proteger. Está pasando, lo estamos haciendo posible. Y claro que hay que mejorar y acertar en el diagnóstico y en la solución. 

El documental El silencio de los otros muestra con crudeza una España del olvido que no merecen las víctimas del franquismo ni sus familias, ni los represaliados, ni debemos permitir quienes creemos y defendemos la justicia. El Chato te estremece cuando cuenta temblando cómo resistió a las torturas de Billy el Niño. Dice que lo hizo por rabia, porque era un ser humano que no merecía ese trato. Duele oír tantos testimonios de hombres y mujeres que no merecían ese daño y han vivido, incluso muerto con él, y heredado sus familiares. No es fácil olvidar el daño. No hay en sus palabras ni un atisbo de odio, ni de venganza, hay sed infinita de memoria, de reparación, de justicia. 

Conocer nuestra historia, reivindicar la memoria es un derecho imprescindible para construir nuestro futuro. Por eso conscientes de lo que hemos construido y de lo que nos falta, no podemos desfallecer. No llegamos hasta aquí para ser ahora unos pusilánimes que no saben defender sus conquistas frente a quienes arrasarán de nuevo -como nos dicen- con nuestros derechos. Hoy más que nunca es preciso que tejamos una red de solidaridad conscientes de lo que está en riesgo, de lo que nos jugamos en esta primavera donde decidiremos si nos mueve el orgullo de lo conseguido y la voluntad de seguir avanzando en derechos o nos invade el inmovilismo que favorecerá que nos impongan el silencio los de siempre, los que siguen entre nosotros porque nunca se fueron.

En una semana marcada también por Cupido, les diré parafraseando a Machado que "mi corazón espera, también hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera". Apuesto por la primavera valiente en la que salgamos a ganarles de corazón, y de nuevo, la partida. ¿Y Ustedes?


Fabiola Meco es diputada autonómica y portavoz adjunta de de Podem en Les Corts

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