Firma del Botànic II con Oltra, Puig y Dalmau a la cabeza. Foto: RAFA MOLINAVALÈNCIA. El nuevo Consell liderado por Ximo Puig celebra este fin de semana su primer Seminari de Govern de la recién estrenada legislatura. Una especie de convivencia que el presidente inauguró en enero de 2016 en su ciudad natal, Morella, y que tiene por objetivo estrechar los lazos entre los responsables autonómicos, hacer balance de las políticas llevadas a cabo y fijar objetivos para los seis meses siguientes.
En este caso, la cita será en Montanejos, municipio en el que gobierna el PSPV y que tiene un gran atractivo turístico tanto por su riqueza paisajística como por su balneario de aguas termales. Un entorno purificador que tal vez sirva al Botànic II para resetear un mal comienzo de legislatura.
Un inicio poco esperanzador por diversas causas que ha teñido de pesimismo a las distintas fuerzas que componen el Ejecutivo: PSPV, Compromís, Podemos y EUPV. A día de hoy, y apenas un mes después de que Puig fuera investido, los malos presagios se han apoderado de los distintos actores que alumbraron la segunda edición del Botànic, que han percibido demasiadas señales negativas que auguran una legislatura tormentosa.
En primer lugar, la dura negociación en los momentos previos a la investidura de Puig, desatascada a última hora con una reunión del presidente con Mónica Oltra y Rubén Martínez Dalmau que permitió la fotografía conjunta del acuerdo en Alicante. Eso sí, tras salvar ese primer match point, las tensiones se han reeditado incluso con mayor crudeza en el diseño del segundo escalón. Todo ello para, después de haber evitado superar las 12 consellerias, engordar en un 34% los altos cargos y en un 57% el número de asesores.
Sin duda, tampoco está ayudando a la estabilidad los propios problemas internos de cada uno de los partidos en el proceso de selección de su personal y en la hoja de ruta a seguir dentro del gobierno. Puig, o al menos su entorno, tiene un ojo puesto en defender su continuidad ante una hipotética sucesión para la que algunos ya se posicionan. También el conflicto entre los dos sectores del Bloc -jóvenes y mayores- ha resurgido en estas semanas, de la misma manera que también se han detectado roces entre Iniciativa -el partido de Oltra- y la formación nacionalista. En Podemos tampoco han sido días tranquilos, con ciertos choques entre el vicepresidente segundo, Martínez Dalmau, y la cúpula del partido, que además ha lidiado con conflictos con el 'pablismo'. Mientras, en Esquerra Unida, el sector crítico atacaba estos días a la coordinadora general y consellera de Transparencia, Rosa Pérez, al considerarla "cómplice" del aumento de altos cargos y asesores en el nuevo Consell.
Unos sobresaltos internos que algunos confían en estabilizar cuando vaya despegando la acción de gobierno pero que tampoco transmiten demasiada tranquilidad en formaciones que se tienen que enfrentar en varios casos a congresos mediada la legislatura.
En esta línea, otro factor que ha contribuido a incrementar el clima de tensión entre los dos grandes socios, PSPV y Compromís, ha sido la agitada negociación en València ciudad. Más allá del acuerdo final, las sonrisas y las fotografías conjuntas, la manera de conducir el proceso no invita al optimismo en el mandato.
Con este escenario, este primer Seminari de Govern adquiere una relevancia mayor que otros si la mirada se fija en el espíritu con el que se iniciaron este tipo de encuentros de, además de profundirzar en objetivos políticos, cultivar cierta 'germanor' entre los miembros del Consell que, en esta ocasión proceden de cuatro partidos políticos diferentes. En cuanto a los contenidos, las fuentes consultadas por este diario apuntan a que uno de los ejes destacados en la cita será el de la lucha contra la despoblación.
