opinión

Las grandes cadenas de suministro seguirán siendo las que son

Tenemos una visión de los suministros y de los productos alimentarios básicos muy sesgada por el mundo desarrollado donde vivimos

2/12/2021 - 

VALÈNCIA. Llevamos meses con retrasos en las entregas de materias primas, componentes, bienes de consumo y cualquier cosa que venga de lejos. Sin embargo, independientemente de sus consecuencias que ahora analizaré, lo que se ha creado es un cierto estado de incertidumbre sobre si nuestro sistema global de suministros y sus cadenas es sostenible y/o cambiará de manera acelerada hacia sistemas de proximidad.

Mi análisis en menos tremendista que el de la mayoría, a pesar de que soy consciente de que actualmente la situación tiene tintes casi críticos, pero probablemente no sea algo que vaya a traer consecuencias tan drásticas e inmediatas como muchos vaticinan.  

Hace unos días, y en este mismo periódico, comparaba al mundo y a esta situación con una gran multinacional o un gigantesco ministerio lleno de intereses, poderes interpuestos y estructuras pesadísimas. Nunca va a responder a nada con cambios bruscos y rápidos porque tanto el parón o retrasos de los flujos de las cadenas de suministros -especialmente en las largas-, así como el aumento de precios en las materias primas y la energía no va a llevar a ningún cambio rápido ni significativo a corto plazo en la estructura de suministros global.  Y no lo pienso por dos razones principalmente:

  • Primero porque las fuentes (materias primas, bienes primarios, energía, mano de obra barata…) están donde están y no las puedes cambiar de lugar o acercarlas así porqué sí. En algunos casos lleva mucho tiempo y en la mayoría es casi imposible.
  • Y segundo porque todas estas cadenas llevan consigo unas estructuras (rutas, carreteras, buques, multinacionales, inversiones, deuda…), que se han construido y diseñado durante muchísimos años, y el mundo y su tráfico se ha cimentado sobre ellas.


Lo que está fuera de toda duda es que hay una consecuencia a corto plazo: un aumento de precios que ya lo estamos notando, algo parecido a lo que vivimos cuando entramos en el euro. A medio y largo plazo habrá algunos reajustes en estas cadenas de suministros -eso es evidente-. Como también quizá la aceleración de entradas de algunas nuevas tecnologías logísticas, algunos cambios en los patrones de consumo y algún movimiento localización frente a la deslocalización vivida estas ultima décadas. Pero desde mi punto de vista serán acciones puntuales y de impacto menor. Las principales cadenas de suministro seguirán siendo las que son y en pocos casos se acortarán.

Si tomamos el ejemplo de productos alimentarios -productos de proximidad, kilómetro cero y todas estas tendencias- están muy bien y seguro que seguirán, pero su impacto a nivel global va a ser pequeñísimo. Tenemos una visión -de los suministros en general y de los productos alimentarios básicos en particular- muy sesgada por el mundo desarrollado en el que vivimos; pero este tipo de debate realmente afecta a menos de un tercio de la población mundial que puede permitirse elegir la procedencia de lo que come. Por tanto seguiremos comiendo pimientos y aguacates peruanos, almendras americanas o soja argentina.

A partir del segundo trimestre de 2022, los retrasos y dinámicas de los flujos probablemente estarán muy reajustados -siempre que la covid-19 lo permita-; de hecho hoy por hoy la situación está mejorando respecto a las ultimas semanas. Por el contrario, los precios -sobre todo los del consumidor- dudo mucho que bajen.

Ignacio González Ochoa es socio director de AVD Consultores

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