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MAR ABIERTO  / OPINIÓN

Procesos invisibles

8/12/2020 - 

Es sorprendente que Ximo Puig denuncie “oratorias inflamadas de patriotismo”, mientras, abusando de verborrea dialéctica, visibiliza su alineamiento con una “alianza catalano-valenciana”, a la que con rapidez se han apuntado las Baleares de Armengol. Y ya tenemos los Països, cuyo Mapa exhibía estos días el inhabilitado Quim Torra. Curiosamente, Puig no ve inflamación, “banderas ni identitarismo”, en la ruta  soberanista de sus nuevos aliados.

Nuevos, que, en realidad, son viejos. Están en su imaginario político de siempre, aunque en los últimos años lo haya escondido. Es su ‘procés invisible’, que ahora emerge. Y  vuelve a hablarnos del “Pais dels Valencians”, la “España catalana” o la “macrocefálica de centralismo ineficiente”. Como si no hubiera ineficiencia en las políticas “periféricas” del independentismo enaltecido. Como si a España no se la pudiera llamar España, sin adjetivos despectivos, ni condicionantes.

Pero su relato tiene una gran grieta: obviar que, objetivamente, uno de los territorios que más ha entorpecido nuestro crecimiento (N-III, AVE, Puerto, infraestructuras, agua..), desde su mayor influencia estratégica, es aquél con el que Puig exterioriza ahora su amartelada unión de hecho (está prohibida la Confederación de Comunidades en la Constitución, aunque la quiere reformar). Quizá porque no nos quieren autónomos y fuertes, sino subordinados. Nada de ‘café para todos’, sino ser los amos del café. Y algunos están sirviéndoselo en bandeja.

No es casual, además, el momento en que Puig ‘levanta este velo’: justo cuando Pedro Sánchez ha dado una patada al tablero de la transición y a la democracia reformista, para aliarse en comandita con formaciones rupturistas como Podemos-ERC-Bildu, que declaran abiertamente que buscan deconstruir el 78 y salir de España. Porque para ellos, la “España de Españas” que dice propugnar Puig, es la que no existe.

Ahora resulta que quienes exigen autodeterminación, invocan “armonizar” España. Pero sólo para negar autogobierno a quienes bajan impuestos a los ciudadanos, como por cierto han hecho en toda Europa. Y en otras Comunidades que no son Madrid -Andalucía- consiguiendo así aumentar la recaudación. Porque ¿es armonizar eliminar como lengua vehicular en España el español? ¿Por qué no han apoyado nunca “armonizar” el agua, para que tengamos también en los territorios sedientos, cuando hay caudal excedente en los suyos?. El eufemismo de la “armonización” empieza, y acaba, en obligar a que otras Comunidades ‘Autónomas’ -gobernadas por ‘populares’, ahí está la clave- suban impuestos. 

Eso sí, ni una palabra de los conciertos vasco y navarro, con una renta neta per capita de fondos públicos superior a la de Madrid, que con solo 3 tributos propios aporta el 70% de las contribuciones al fondo de solidaridad estatal, mientras Cataluña, con 18, el 24%. Y por supuesto de la Comunidad Valenciana.

Es propio de los malos gobernantes buscar enemigos exteriores para desviar la atención de sus errores. “El infierno son los otros”, diría Jean-Paul Sartre. Pero involucrar a la Comunidad Valenciana en una confrontación hostil con la de Madrid, mientras nuestros Puertos pugnan -con Barcelona- por sus embarques y de ahí provienen una buena parte de los segundos residentes en nuestras costas, es, además, un error.

Ahora el “Madrid ens roba” es el Madrid-Comunidad, ya no el Madrid-Gobierno de España al que Compromís y PSPV ‘montaban el pollo’ hasta que llegó Sánchez. Y eludiendo del relato (ese sí que es una “aspiradora” de la realidad) la inaplazable reforma de la financiación o la llamada deuda histórica.

Porque, además, las empresas se han ido de Barcelona por la inseguridad jurídica e inestabilidad política generada por sus dirigentes, que se han echado al monte de la ilegalidad penal y los atajos inconstitucionales. Y esa es la alianza de ‘prosperidad’ donde nos quiere enredar Puig. Justo donde escasea. Como el ‘seny’. El sentido común. Y el trellat. 

Proceso invisible es el de Compromís-Ribó, un alcalde en permanente abdicación, que   evidencia sus objetivos en las subvenciones que concede, y en las que reduce e incluso niega a pesar de su labor social. 

Proceso invisible es el de PSPV-Puig, que mantiene a un Conseller como Vicent Marzà -y lo apadrina para descabezar de Compromis a Monica Oltra con la que ya, ni fotos- a pesar de que sus políticas de inmersión han sido sido declaradas ilegales por los tribunales en más de 50 sentencias.  

Lo único positivo, al menos, es que estos procesos se hagan visibles. Y así que se sepa, de verdad, dónde está cada uno. Aunque duele, y preocupa, ver a quienes nos gobiernan aquí, actuando de entregados teloneros. Porque, diga lo que diga Puig, no hay que reinventar España. Ni adornarla con calificativos que la desnaturalicen hasta negarla.  Hay que creérsela. Y ejercerla. 

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