Hoy es 16 de octubre
VALÈNCIA. Los pasos de gobierno a oposición siempre son duros. Al margen de la propia desazón de la derrota, la pérdida de poder aplicar la gestión política deseada y la siempre compleja reubicación por la escasez de puestos para dirigentes que han ostentado responsabilidades importantes, se unen los debates internos por articular la mejor estrategia para reducir al mínimo la travesía en el desierto con el objetivo de regresar cuando antes al gobierno.
Sin embargo, todos son conscientes de que la nueva oportunidad sólo llegará -salvo raras excepciones- dentro de cuatro años. En este torbellino de sensaciones amargas y reposicionamientos tácticos, los partidos salientes deben preocuparse también de armar una oposición sólida e incisiva, dado que a la postre será uno de los pilares -aunque hay otros factores- que permita a estas fuerzas políticas dar la vuelta a la tortilla y regresar a las instituciones.
En esta situación se encuentran PSPV y Compromís, las dos formaciones principales del Botànic y La Nau (los dos pactos de gobierno progresista en la Generalitat y Ayuntamiento de València). Con Podemos y Esquerra Unida fuera de juego, dado que no obtuvieron representación en las elecciones del pasado mes de mayo, la oposición a los ejecutivos unificados de PP y Vox se centra en socialistas y valencianistas.
Ahora bien, hasta el momento la tarea de estas fuerzas de enfrentarse a los nuevos gobiernos conservadores se sitúa bajo una atmósfera de interinidad difícil de ahuyentar. Tanto en el PSPV como en Compromís existe una incertidumbre respecto a los actuales liderazgos, lo que en cierta medida contribuye a dificultar la solidez opositora, puesto que la sensación generalizada es de que los máximos responsables de replicar a los nuevos gobernantes conservadores se mantienen en una especie de régimen transitorio.
En esta situación se encuentra el expresidente de la Generalitat y líder del PSPV-PSOE, Ximo Puig. Diputado autonómico y senador, a nadie escapa que se antoja complicado que se mantenga durante toda la legislatura como jefe de la oposición. Aunque lo ha negado públicamente, en el partido se comenta la posibilidad de que sea ministro en el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, si finalmente logra ser investido. De no ser llamado para esta misión u otra de gran categoría, resulta indudable que la situación de Puig se tornará más incómoda a la espera del futuro congreso donde se decidan las nuevas jerarquías en el PSPV.
En cualquier caso, esta fase de expectación congelada se vive en líneas generales en toda la federación valenciana. Más allá de que Puig sea o no ministro, hay otros referentes del partido que siguen con atención el posible nuevo gobierno de Sánchez con la esperanza de incorporarse a algún puesto de gestión en Madrid, lo que contribuye a alimentar la citada atmósfera de transitoriedad.
Tampoco parece que el excandidato a la Generalitat de Compromís y actual portavoz en Les Corts, Joan Baldoví, represente la perdurabilidad durante toda la legislatura. A sus 65 años, figurar como cabeza de lista en las pasadas elecciones autonómicas pareció ser el último gran servicio del dirigente a la coalición. Podría haber alargado su carrera política si la izquierda hubiera gobernado, pero en la oposición parece ostentar un liderazgo transitorio. Es más, las exigencias en Les Corts se antojan diferentes -y en ocasiones superiores- a las del Congreso, y en Compromís ya empieza a hablarse de una renovación de liderazgos que podrían plasmarse tras los congresos del próximo año.
Este escenario autonómico, con matices, se ve reflejado también en la oposición del Ayuntamiento de València. Pocos dudan de que el exalcalde Joan Ribó, a sus 76 años, apura sus últimos meses en la política activa, lo que al mismo tiempo abre un intenso debate en Compromís respecto a la sucesión dentro del grupo municipal. Mientras esto se produce, el todavía portavoz comparte espacio y protagonismo con otros concejales, si bien es una fase de transición donde resulta difícil ejercer la oposición con garantías.
En este plano se sitúa también la portavoz del grupo socialista del Ayuntamiento de València y exvicealcaldesa Sandra Gómez, aunque algunos matices diferenciales. El hecho de no haber ostentado la vara de mando pero sí formar parte del gobierno municipal además de la energía de la dirigente del PSPV está permitiendo que el partido se muestre activo en la labor de oposición en estos primeros compases del mandato liderado por PP-Vox. Gómez, ante la ausencia presente de Ribó, está tratando de ocupar el espacio de Compromís y que el grupo socialista sea el referente de la oposición. En líneas generales, la sensación es de que la líder socialista tiene planeado seguir en su puesto hasta que se produzca el congreso del partido en la ciudad que, en teoría, debería plantearse tras el proceso federal y autonómico, por lo que podría situarse el próximo año.