En su arranque fue criticada por su amateurismo parlamentario. Ocho meses después, la portavoz de C's se marcha a Bruselas tras haber conseguido hacerse un hueco en el Les Corts y no dejar indiferente a nadie
VALENCIA. No es común, o al menos no debería serlo, que un cabeza de lista que lidera una candidatura a la Generalitat con un resultado aceptable se marche a los ocho meses de haberse celebrado las elecciones autonómicas. Por supuesto, cualquier analista político describiría cómo el dirigente de turno ideó y anticipó esta circunstancia para, consumado el resultado no deseado, aterrizar dando una pirueta en un siempre jugoso escaño europeo. Fríamente, este podría ser el caso de la portavoz de C's, Carolina Punset (Washington DC,1971), quien anunció este lunes que deja Les Corts para recoger el acta en Bruselas. Sin embargo, no lo es.
Solo el tiempo empleado por la diputada de C's para tomar la decisión indica el debate que Punset tenía consigo misma desde hace meses. Este lunes, Carolina transmitía emoción sincera en su despedida en la sala de prensa de Les Corts. Más allá de las opiniones, programas de gobierno o posiciones políticas, con su marcha se van algunas de las cualidades que suelen echarse de menos en los foros de debate político: espontaneidad, sencillez y, precisamente, sinceridad.
Tal vez por ello, por esa manera de entender la vida, Punset aborrece las intrigas orgánicas, las estrategias internas y los navajazos por la espalda en los pasillos. Ya lo dijo recientemente en Valencia Plaza: "Para mí, el precio de la política, conseguir cosas para las personas, es el de pagar el peaje que supone la vida de los partidos". Esta concepción de la política, directamente ingenua para muchos, le ha costado no pocos sinsabores en su trayectoria e incluso algún disgusto que otro en su andadura en Ciudadanos. Sin embargo, Carolina no ha cambiado.
Días atrás comparecía junto al portavoz de Podemos, Antonio Montiel, para presentar una proposición compartida para establecer un nuevo modelo urbanístico. Una iniciativa que algunos le afearon internamente precisamente por ir de la mano con el partido que lidera Pablo Iglesias. Esta es otra de las características de Punset: el pragmatismo. "Renunciar a ciertas cosas para conseguir cambios necesarios no es renunciar a la esencia, sino más bien al contrario", ha asegurado en más de una ocasión. En esta línea, y al margen de su marcado ecologismo, su visión cosmopolita y europeísta evidencia la idoneidad de su perfil para proseguir su tarea en Bruselas.
En su corta etapa en Les Corts, Punset ha conseguido que la bancada de Ciudadanos tenga, pese a que sus votos no fueran decisivos a priori, visibilidad. Las posiciones de su grupo no podían darse por hechas: y en esos debates en la trona pero también en esas negociaciones de pasillo, se sustenta la esencia del parlamentarismo. No en torcer el brazo con una mayoría o forzar un acuerdo con una contraprestación posterior, sino en ceder y conseguir cesiones para llegar a puntos en común.
Sinceridad, espontaneidad, quizá ingenuidad e incluso ciertas dosis del tan criticado amateurismo parlamentario, son rasgos que ha desprendido Punset en su etapa en el hemiciclo. Un compendio de características que, acompañado de trabajo, se han convertido en cualidades que no se prodigan en Les Corts. Se la echará de menos.