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Qué arte tiene la gallina del Maestrat: Paula Bonet ilustra la recuperación de Albardusca y Albardusc

Un reto aviar impulsado por Héctor Molina en busca de la reactivación de la raza genética de la gallina del Maestrat hace comboi con artistas como Paula Bonet o Ana Illueca

12/05/2018 - 

VALÈNCIA. El agricultor Hèctor Molina, de Vila-real, además de desbaratar de golpe todos los clichés en torno al mundo agrícola (parece salido de una startup californiana), lleva desde hace unos cuantos años impulsando la recuperación de semillas históricas y fortaleciendo la ligazón de la educación alimentaria con el campo (dejad que los niños se acerquen a una verdura, por dios), cargando de razones a la sociedad para concienciarse con el entorno natural. Una vez le llamé el Quijote del campo en todo un alarde de originalidad.

Molina se ha propuesto ahora un reto bien animal. Revitalizar, proteger y dar a conocer las gallinas del Maestrat, ejemplares únicos sometidos durante estos meses a investigación sobre su exclusividad genética.

Una historia que comienza hace treinta años en el corazón de l’Alt Maestrat y que busca su reconocimiento público a través de artistas como Paula Bonet y Ana Illueca.

Porque hace treinta años una señora de un mas del pueblo de Culla le regaló a un señor unos ejemplares de gallina asegurándole que jamás había cruzado sangre de otras razas, que se trataba de una especie única que tenían en casa desde toda la vida. El hijo de ese señor, Santiago Agustina, contactó en 2014 con Héctor Molina tras conocer su trabajo de recuperación con las semillas, con el convencimiento de que están ante una gallina de raza autóctona. Molina visita las gallinas, de aspecto bravo, y queda cautivado por su belleza, también por el amor y dedicación de Santiago y su padre por esos ejemplares escasos. Desde ese momento se pone en marcha el objetivo de tener una raza más en el Catálogo Oficial de Razas de Ganado de España (CORGE), la que sería primera raza aviar de Castellón. 

Entre los antiguos núcleos rurales del interior corre la voz de una posible raza propia. Las gallinas del Maestrat, ajenas al jaleo, comienzan a registrarse. Santiago y su padre con el paso de las décadas habían ido repartiendo algunos ejemplares, a sabiendas que tenían en su finca un animal magnífico. “Querían minimizar los riesgos por si sus ejemplares sufrían algún tipo de problema, como por ejemplo el ataque de algún depredador”, comenta Héctor Molina.

Un estudio genético analiza a las gallinas del Maestrat para su oficialización. Con el objetivo de costear el trabajo la campaña prepara un crowdfunding para el que Paula Bonet y la ceramista Ana Illueca han aportado su visión. Un ejemplo más de cómo el talento artístico sirve de palanca para la concienciación de causas ambientales.

Para personificar la raza se crean dos personajes gallináceos, Albardusca y Albardusc (gallina y gallo en el gentilicio de Atzeneta del Maestrat). Ambos de Vila-real, Héctor Molina le contó el proyecto a Paula Bonet. Las litografías de Bonet enuncian la potencia, el color oscuro y el porte de los ejemplares. 

“Con el arte nos sumergimos, obviamente, en una cultura. Una cultura en la que las artistas tienen desarrollada una sensibilidad que me resulta mágica y a la que veo mucha relación con el mundo de la agricultura ética y responsable”, explica Molina sobre la colaboración.

La ceramista valenciana Ana Illueca ha puesto su horno en funcionamiento para hacer tazones de desayuno inspirados en la pareja que forman Albardusca y Albardusc. “Comulgo con la base de Héctor Molina: defender origen, defender raíces. Me daba toda la risa del mundo salvar una gallina, parecía absurdo… y eso me encanta, todo un reto. Las tazas hechas en torno, interpretan la gallina. Crear, a partir de causas naturales, para urbanitas y otros especímenes me parece muy interesante”.

El tridente de colaboradores lo completará el cocinero Quique Dacosta.

Albardusca y Albardusc han tenido hijos. A través de las stories de Instagram Héctor Molina retransmitió el nacimiento, en una suerte de Black Mirror aviar. “Me desbordaron a mensajes, incluso me escribió una profesora pidiéndome autorización para proyectar el vídeo en el colegio. De repente, alguien me pidió poner nombre a un pollito y claro, lo puso, pero lo que no podía ser era que uno tuviese nombre y el resto no. Pedí a la gente que si querían poner nombre haríamos una lista y creo que hay ya lista de espera de un año… Aunque lo más emocionante fue cuando Santiago, después de los informes que le he ido pasando, me dijo: ‘a mi padre nada le haría más feliz que conseguirlo’. Y claro, por su padre que lo vamos a conseguir”.

La gallina del Maestrat ha renacido cargada de arte. 


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