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crónicas por los otros / OPINIÓN

¡Qué vergüenza! 

Ya saben ustedes que soy una chica de radio, y no solo porque trabaje en ella. Tengo la costumbre de despertarme con  la radio de fondo aunque no la escuche, repasar la prensa cuando llego al trabajo y poner la tele por las noches. Pasan los días, pasan los años… y  siempre son las mismas noticias

7/04/2018 - 

VALÈNCIA. A quienes les gusta la radio saben a qué me refiero. Es el encanto de la radio, una perfecta compañera. Me gusta sentir esa compañía de la radio, me gusta su sonido y me gustan las voces, algunas más que otras, que escucho aunque no me guste lo que me cuentan principalmente cuando hablamos de noticias.  Cuando para a analizar lo que escucho me da la sensación que siempre son las mismas noticias y que contamos las mismas historias sólo cambia el enfoque, los matices o pequeñeces varias, pero  al fin y al cabo, siempre es lo mismo. 

Me cansa escuchar las mismas noticias, los mismos temas y los mismos protagonistas. El mundo es muy grande donde pasan muchas cosas aunque los medios de comunicación (en esta parte del mundo) terminamos siempre hablando de lo mismo. 

Nos regimos por los principios de la actualidad y de la cercanía para hablar de unos temas y no de otros  y nos perdemos muchas cosas que pasan en la otra parte del mundo.

Afortunadamente cada vez existen más medios, canales  y vías que nos facilitan acceder a información distinta y diferente. Aun así cuesta encontrar noticias con enfoques diferentes, con protagonistas diferentes y que cuenten asuntos diferentes.

Estos otros enfoques de los que hablo son difíciles de encontrar y de contar porque son pocas las oportunidades que  tienen para emitir por canales con importante distribución y difusión. Estos otros enfoques pocas veces tienen la oportunidad de acceder a medios grandes o disponen de recursos y de infraestructura para hacerlo.  Una tiene que tener especial interés y voluntad para encontrar noticias, películas, libros con enfoques diferentes y que muestren otras realidades. 

Ser consciente de esta circunstancia hizo que me decantara por escribir estos artículos de opinión cada semana “Por los otros”.  Ese fue uno de mis retos cuando comencé a colaborar con este periódico y que me dio la posibilidad de mostrar la otra cara de África, en aquel entonces,  y de seguir contando noticias que no suelen aparecer en medios de comunicación relacionadas con la solidaridad, la cooperación desde un enfoque muy personal y social. 

 

La prensa

Saben también ustedes mi especial sensibilidad con el continente africano  no porque lo conozca mucho,  pero sí que en los últimos años lo he vivido muy intensamente. El caso es que estoy especialmente sensible a las noticias relacionadas con África que suelen ser tristes y dolorosas y crean una alarma social innecesaria a través de las noticias del día a día, lecturas o de películas de cine, por ejemplo.  

Por poner un ejemplo,  no recuerdo grandes producciones de cine que hablen de la cara amable de África aunque tengan un final feliz. Las producciones que nos llegan suelen mostrar realidades muy duras y reales del continente africano de denuncia desde un prisma capitalista y occidental pero existe también un universo por descubrir e interesante de producciones africanas que no llegan. Producciones con un prisma y un enfoque  distinto y que reflejan otras realidades, historias del día a día,  sus valores humanos y la cara más amable que nos enamora de África. 

No hablar ni contar esta cara positiva africana hace que  al final en el imaginario colectivo se queda una imagen negativa, de pobreza y de peligro de África.

Pocas veces vemos la parte más positiva, alegre y sana de África. La África que yo he tenido la suerte de vivir y de descubrir in situ porque nunca nadie antes me la contó. Y de ahí el miedo inconsciente que tenía y que nunca reconocí hasta que pisé África por primera vez.  A veces me gusta recordar y releer mis primeros artículos desde África: 

“Estos días he estado recordando la primera vez que pise África hace dos años. Yo siempre encontraba cualquier excusa para NO ir a África. Siempre. Razones para no viajarla, nunca me faltaban. Tenía miedo. Un miedo infundado y que yo me había creado producto de las noticias negativas que he ido recibiendo durante toda una vida. Una pena. Una injusticia. Porque aunque todo eso que cuentan las noticias sea real y pueda pasar en África, también pasan cosas muy bonitas, lindas y buenas. Pero esas parece que no interesan. No vende.”

Recuerdo también cuando vivo en Kenia que me gusta ver las noticias, es muy curioso el enfoque del mundo desde un lado y desde otro del mundo. En las noticias de Kenia casi nunca aparece Europa y, mucho menos España. Me da a entender que tan poco les interesa lo que aquí nos pase como nos ocurre aquí que casi nunca salen noticias africanas excepto, dramas, tragedias, guerras o hambruna. 

 

La tele

Tengo la costumbre de poner la tele a partir de mediodía. Me gusta comer con las noticias y prepararme la cena con las noticias de la tele. Llega la noche y me pongo la tele para dormir, una mala costumbre que adquirí hace tiempo y que no me la quito… dicen que dormir con tele no es bueno ni sano pero en esas estoy.

El caso es que el otro día fui consciente de una imagen: estaba preparando la cena, con las noticias de fondo y escuchando barbaridades como que Europa, como concepto administrativo genérico, está  cuestionando  o dificultando el trabajo de las oenegés que trabajan en esto que han llamado “crisis humanitaria de los refugiados”. Una noticia que me dolió solo de escucharla por muchos matices, dobles lecturas y explicaciones que tenga.

Un asunto del que parece que estamos ya inmunizados. Parece que estamos de acuerdo en que es una barbaridad lo que está ocurriendo pero ahí seguimos, escuchando las noticias y mirando hacia otro lado. Una noticia que engloba tantas aristas y con tantas lecturas que me hace cuestionar aún más si cabe el sistema en qué vivimos y me posiciona más en mi rechazo total y absoluto  y en la vergüenza de ser europea. 

Una Europa que me avergüenza y que poco me representa pero en la que vivo. Una Europa y unos gobiernos de la que somos responsables porque elegimos con nuestros votos.

A veces parece que se nos olvida.  Aunque no hayamos votado a quienes toman esas decisiones, votamos a las personas que pueden alzar la voz y denunciar estas realidades aunque todo esté perfectamente orquestado para que esas voces no suenen. 

Y me dolió especialmente observar mi reacción. No es la primera vez que me vi  a mi misma haciendo una tortilla a la francesa, escuchar esa noticia de la que hablo sin mirar el televisor,  decir en voz alta… “Qué vergüenza! “ … y seguí haciendo la tortilla. 

La semana que viene… más! 

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