VALÈNCIA. Alemania ha dado signos de agotamiento últimamente y su industria de automóvil no pasa por el mejor momento. La economía que suele tirar del carro europeo también acusa -aunque suene algo a excusa- los bajos caudales del Rin. La economía más potente de la Eurozona por tanto está bajo presión pero... ¿es para que el resto de países europeos tengamos que estar preocupados? ¡Analicémoslo!
Si empezamos observando el momento en el que se encuentra la capacidad de crear empleo, debemos constatar que en Alemania claramente se ha producido un punto de inflexión. Cuidado, no estaríamos hablando de la destrucción de empleo pero sí de una menor capacidad de crearlo frente a años anteriores. En enero por primera vez la cuota de crecimiento cayó por debajo de su media mensual anualizada lo que en anteriores ocasiones fue un buen indicio para cambios de tendencia en este sentido. Es por ello que en el país germano esperan que la tendencia podría invertirse ahora durante los próximos uno a dos años.
Si analizamos los últimos 2 periodos de recesión en Alemania (2008 y 2015) llama la atención que en los sectores más significativos ni siquiera hacía falta entrar en fase de destrucción de empleo para que desencadenara la recesión. La destrucción real vino más tarde cuando la recesión aguda ya había tocado fondo y fue más consecuencia de la fuerza de cada 'pinchazo'. Significa que Alemania en estos momentos podría encontrarse de facto en una situación ya critica de cara su salud económica. La cuestión es saber si la historia se repite o no. En caso de confirmarse no sería buen augurio para el resto de países europeos.
Señales premonitorias
Por supuesto, las señales premonitorias no siempre se cumplen y pueden indicar un paso en falso sin ninguna duda. No olvidemos que 2018 a pesar de todo acabó siendo un año de crecimiento también para Alemania y que ahora mismo los economistas se aferran a que la desaceleración registrada se deba a factores temporales. Apoyan su tesis en una inversión (equipamientos, maquinaria, vehículos industriales e I+D) que todavía se mantiene a buen ritmo.
¡Ojalá tengan razón! Será fundamental en todo caso mantener elevado el ritmo de inversiones porque es el elemento que suele marcar la tendencia coyuntural de un país o región. Es como la pescadilla que muerde la cola: una menor creación de empleo tiene efectos sobre el comportamiento de consumo y si se consume menos las empresas están menos dispuestas a realizar inversiones.
A estas alturas todavía no sabemos si Alemania se encuentra en una espiral peligrosa, que daría lugar a un frenazo económico de mayor calado. Lo que si es cierto es que en un ciclo económico más avanzado, lo normal es que los salarios tienden a incrementar como también los beneficios empresariales perciben mayor presión para mantener su margen. Como consecuencia, las empresas podrían estar menos dispuestas a acometer inversiones. Bajo especial lupa estarán durante las próximas semanas las perspectivas de beneficio de los sectores del automóvil y del sector químico. Todo ello sectores donde las bajas perspectivas no solo se dejan explicar por fenómenos temporales.
Pienso que hacia el próximo verano debería deshacerse la margarita y será entonces cuando tengamos una mayor visibilidad sobre la actual situación alemana. Hasta entonces harían bien en ir pensando en medidas preventivas para impulsar crecimiento si finalmente deben contrarrestar cualquier deterioro indeseable.
Política económica al 'estilo Reagan'
A este efecto comentar que el reciente ejemplo en Estados Unidos ha demostrado que las medidas enfocadas más hacia el crecimiento -y no tanto hacia la austeridad- parecen tener un efecto positivo más inmediato, al menos en el corto plazo. Sin duda, una asignatura pendiente compleja para toda una Alemania que desde siempre ha estado mucho más convencida de los efectos positivos de la austeridad.
Quien sabe si tal vez la política económica de Trump (digamos al puro 'estilo Reagan') logre lo que pocos podían imaginar: que los más 'austeros' en Alemania reflexionen sobre su modelo y se abran a un estilo algo más proactivo. Sea lo que sea mientras ayude a la economía alemana a encontrar equilibrio. Aquí y en muchas otras partes de Europa lo agradeceremos... ¡y nos hará respirar!
Christian Dürr es socio director de Ética Patrimonios EAF