Hay profesionales a los que admiras y prefieres no conocer en persona por si se te cae un mito. Y luego está el caso opuesto que es el del día que conocí hace una década a Ramón Esteve, y desde entonces nuestros caminos se han cruzado de manera ocasional y siempre derrochando generosidad, respeto y un lado muy pedagógico que en diseño es de agradecer pudiendo mezclar la holística con el diseño alemán del siglo pasado e hilar un discurso sin estridencias.